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Hay una infinidad de maneras de encarar este tema, diversos intelectuales se adentraron en la mente humana buscando conocer el motor de nuestros deseos, la naturaleza del instinto humano, la acumulación de hábitos en el transcurso de la vida –y como cambiarlos- y todos los procesos abocados al pensamiento. (Edgar Morin, Ken Wilber, Fritjob Capra, Eckhart Tolle, Carlos Castaneda, Fred Alan Wolf, Stanislav Grof, Miguel Grinberg, entre varios otros.)

Pero no solo el funcionamiento del proceso de ser consciente es increíblemente profundo y fascinante, sino que el potencial creativo que tiene es realmente la divinidad de la Naturaleza. Es decir, al ser conscientes, nos plasmamos, podemos pensar a futuro y actuar en consecuencia, creamos símbolos, creamos lenguajes, dialéctica, creamos herramientas, dominamos el fuego, aprovechamos los recursos hídricos, labramos la tierra, criamos ganado, inventamos más herramientas, tecnologías, medios de transporte, medios de comunicación. Somos seres conscientes.

De la misma forma, la Tierra es considerada un sistema vivo autoconsciente. (Recomiendo leer algo sobre la Teoría de Gaia de James Lovelock) La Tierra se autorregula, se mantiene estable y evoluciona buscando maneras más intrincadas de hacer fluir la energía proveniente del Sol, permanece en lo que se conoce como estado homeostático, es decir, la capacidad de un sistema de mantener la constancia de su medio interno frente a las alternaciones de su ambiente. Lo natural… intenta llegar a este estado. Los estados homeostáticos dentro de un sistema no son fijos, sus diferentes propiedades no son estáticas, no son inflexibles. Por el contrario, van cambiando acorde al entorno en el que se desarrollan. Así, las mareas suben y bajan, las especies migran según las estaciones, los árboles respiran inhalando CO2 y luz durante el día y exhalando oxígeno x la noche (hacen ambas las 24 hrs., pero en promedio inhalan más CO2 durante el día y luego exhalan más oxígeno de noche). El ciclo del agua –evaporación, condensación, precipitación, acumulación y así cíclicamente- le brinda homeostaticidad a los ecosistemas junto con todas las demás relaciones que se dan entre especies dentro de la red trófica de cada lugar. En el mundo, el estado homeostático se logra gracias a una infinita red de relaciones entre los diferentes elementos naturales. De la misma forma, nuestros cuerpos existen también por una infinidad de relaciones e intercambios de materia y energía, millones de años de evolución del cosmos dentro nuestro.

Y nosotros como seres humanos, somos sistemas homeostáticos. Pero nuestro ego nos distrae de estas nociones a lo largo de la vida. Por lo general, cuando somos jóvenes, sentimos más la conexión con la Naturaleza, pero ésta nos escapa cuando la rutina y el consiguiente entumecimiento mental nos dominan. Perdemos control de nuestra consciencia y nuestro poder creativo. Y casi sin darnos cuenta destruimos nuestro entorno.

“Como mamíferos, somos homeostáticos. Esto significa que mantenemos ciertos equilibrios constantes en el cuerpo, como por ejemplo la temperatura, adaptándonos a los cambios y a los desafíos provenientes del entorno. La fuerza y la flexibilidad nos permiten mantener un equilibrio interno, pero el ser humano intenta cada vez con más insistencia dominar el entorno en vez de controlarse a sí mismo. La calefacción central, el aire acondicionado, los coches que utilizamos para desplazarnos trescientos metros, las poblaciones que permanecen iluminadas durante toda la noche y los alimentos importados desde cualquier parte del mundo fuera de temporada son ejemplos de cómo intentamos soslayar nuestro deber de adaptarnos a la naturaleza, pasando a intentar forzar a que ésta se adapte a nosotros. Con ello lo único que conseguimos es tornarnos frágiles y quebradizos.”

“Luz sobre la Vida”. B. K. S. Iyengar. Editorial Kairós. 2005. Pág. 54

Es como si todo el Universo se complotara por crear sistemas que transformen, consuman, e irradien energía. En el caso de la Biosfera entera en la Tierra, la vida emerge por todas partes, aprendiendo y evolucionando a formar más intrincadas y complejas formas de intercambiar energía, relacionándose con su entorno de manera absoluta. (Recomiendo acá también intentar ver la serie original completa de COSMOS de Carl Sagan; él fue un grosso en astronomía, ciencia, antropología y cuanta cosa interesante que se le cruce, y tiene una clara capacidad de contar temas complejos con un vocabulario sencillo y apasionante)

“Este es un mundo extraño. Parece que hace unos quince mil millones de años no existía, con precisión, nada en absoluto, y entonces, en menos de un nanosegundo, el universo material irrumpió en la existencia. Es más extraño aún que la materia física producida no resultó ser meramente un desorden aleatorio y caótico, sino que se organizó de formas cada vez más intrincadas y complejas, tan complejas que muchos millones de años después algunas de ellas encontraron la forma de reproducirse, y así de la materia emergió la vida. Todavía más extraño: estas formas de vida no se contentaron aparentemente con reproducirse, sino que comenzaron una larga evolución que finalmente les permitiría representarse, crear signos, símbolos y conceptos, y así de la vida surgió la mente. Este proceso evolutivo, fuera lo que fuera, parece haber sido impulsado increíblemente desde la materia hacia la vida y la mente.Pero lo que es aún mucho más extraño es que hace unos pocos cientos de años, en un pequeño e indiferente planeta de una estrella insignificante, la evolución se hizo consciente de sí misma. Y justo al mismo tiempo, los mismos mecanismos que habían permitido que la evolución se hiciera consciente de sí misma estaban maquinando su propia destrucción. Y esto era lo más extraño de todo.”

“Sexo, Ecología y Espiritualidad”. Ken Wilber. 2da Edición. Gaia Ediciones. 2005. Pág. 37

Esta mirada holística (orientado al Todo) es algo que se está comenzando a tomar en serio en el mundo científico y poco a poco por la sociedad en conjunto – pero viene siendo hace miles de años un paradigma de pensamiento, una cosmovisión concreta en los pueblos originarios, entidades aborígenes en todo el mundo, e incluso religiones ancestrales como el Budismo, el Taoísmo, el Sufismo, etc.

Ahora bien, lo interesante a saber, a comprender, creer y absorber, es el uso que podemos –y debemos- darle a nuestra consciencia. Al ser más atentos y conscientes a nuestros actos, podemos actuar en pos de nuestros valores y objetivos de vida. Si no somos conscientes, dejamos que la consciencia se pierda en cosas triviales, en particular, la mente se pierde alimentando la imagen del ego que creamos al estar inmersos en una sociedad de consumo, de competición, de publicidad, una sociedad con miedo al fracaso, a lo nuevo, a los cambios.

Esto pasa por estar distraídos de las cosas que realmente importan. A veces vamos por la vida pensando en las cuentas a pagar, en los exámenes por rendir y no contemplamos nada a nuestro alrededor. El día puede ser hermoso: las nubes a velocidad constante desplazándose por el cielo… Pero si uno está “distraído” no le da importancia a esto, sino que se mete en su cabeza y piensa inercialmente, y va por la vida como un hámster corriendo en su ruedita. Así, nos alejamos de nuestro ser y, peor aún, actuamos y reaccionamos acorde a esta “personalidad” paralela, amargada, ida, que nos auto inventamos.

Lo que me fascina es que creo que todos pasamos por un momento en el que sentimos que algo anda mal, con nuestro estilo de vida, pero no tenemos tiempo para estar planteándonos estas dudas esotéricas, tenemos cosas más importantes que hacer. Por lo general, llega un momento en nuestras vidas, la vejez, -o, por ejemplo, las experiencias cercanas a la muerte (ver tal concepto en ésta sección)- en que nos damos cuenta del tiempo perdido, y del verdadero valor de las cosas. Así uno se renueva como persona, y prácticamente es una persona nueva. La Unicidad de la Naturaleza y de la Vida comienza a comprenderse de una manera innata, y la complejidad dentro de la Unicidad no parece tan alocada.

“La conciencia toma el disfraz de las formas hasta que éstas alcanzan tal complejidad que se pierde completamente en ellas. En los seres humanos actuales, la conciencia está completamente identificada con su disfraz. Sólo se conoce a si misma como forma y, por lo tanto, vive en el temor de la aniquilación de su forma física o psicológica. Esta es la mente egotista, y este es el punto en el que se establece una disfunción considerable. Ahora parece como si algo hubiera salido muy mal en algún punto de la línea de la evolución. (…) la presión del sufrimiento creado por esta disfunción aparente fuerza a la conciencia a desidentificarse de la forma y la despierta de su sueño de forma: vuelve a recuperar autoconciencia, pero a un nivel mucho más profundo que cuando la perdió”

“El poder del ahora”, Eckhart Tolle. Ed. Norma S. A. – págs. 123 y 124

En conclusión, lo que creo que tenemos que intentar hacer como especie globalmente consciente es cultivar la mente como herramienta proactiva, y sacar al planeta del estado crítico al que está llegando. En palabras de Goerner:

“La mente humana, y no menos el cuerpo humano, están inseparablemente entretejidos con el Todo. Además, parece perfectamente razonable que al escuchar la canción que corre por nuestro cuerpo puede darnos una conexión más sentimental que nuestros cinco sentidos externos. El mono maniático de nuestra mente intelectual está muy distraído para ser un buen conductor de nuestra conexión con la Unicidad. Identificarnos con nuestro Ser Eterno se parece mucho a la idea de Gebser de que, cuando verdaderamente nos damos cuenta de nuestra inseparabilidad con el Todo, llegaremos a entender nuestro verdadero propósito y destino – el cual parece ser el compañerismo, formar una Mente Viviente para el Mundo Viviente.”

Despertar ante estas nociones, leer, informarse, estudiar, ver documentales,  trabajar para aprender, ser una persona integra, frugal, relajada, capaz de escuchar a los demás y dar sin necesidad de recibir en el corto plazo – son cualidades que debemos practicar a diario si queremos recobrar el control de nuestra consciencia. No podemos dejar que la inercia mental a la que llegamos nos lleve a la autodestrucción. La noosfera comprende todo lo humano con su realidad manifestada. Este estado es posterior al concepto de biosfera, y tiene especial hincapié en la noción de conciencia. Este concepto está nítidamente explicado por el filósofo contemporáneo Ken Wilber, . “La noosfera evolucionó, y a medida que fueron emergiendo diversos estadios de desarrollo político, lingüístico y técnico, incorporando y trascendiendo a sus predecesores, estos estadíos de desarrollo cultural superior no sólo podían alienar y reprimir sus propias conexiones previas en la noosfera, sino que también podían acercarse peligrosamente a cortar sus conexiones con la biosfera, hasta un punto tan alarmante que , actualmente, los seres humanos se han ganado el privilegio y la posibilidad de ser los primeros dinosaurios culturales en la frágil noosfera. En vez de trascendencia, represión; en vez de diferenciación, disociación; en vez de profundidad, enfermedad. Debido a la naturaleza misma de la evolución, este tipo de disociación puede ocurrir en cualesquiera de los estadios del crecimiento y desarrollo. La noosfera no es única ni tiene privilegios en este sentido. Simplemente es más alarmante en la actualidad debido a sus dimensiones globales. Si violamos las posibilidades que nos ha dado la biosfera, esta se deshará de nosotros como si fueramos un montón de pulgas, y no se sentirá peor después de hacerlo.”

“Sexo, Ecología y Espiritualidad”. Ken Wilber. 2da Edición. Gaia Ediciones. 2005. Pág. 146 y 147

Brian Longstaff.


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