La palabra iluminación evoca la idea de un logro sobrehumano y el ego quiere conservar las cosas así, pero es simplemente el estado natural de sentir la unidad con el Ser. Es un estado de conexión con algo inconmensurable e indestructible, algo que, casi paradójicamente, es esencialmente Usted y sin embargo es mucho mas grande que usted.”
“El poder del Ahora”, Capítulo 1 – Eckhart Tolle – Editorial Norma S.A.
Pasarse meditando toda una vida lleva a la iluminación, sí… pero en un sentido que nos sirva para la vida cotidiana, la iluminación (o sentido de realización o revelación), es algo que se puede sentir todo el tiempo siempre y cuando uno pueda retirar la cabeza un poco de todo lo que está pensando.
Por eso Tolle menciona al ego. Por que es el ego el que le arma una imagen a una persona, y con tal de mantener esa imagen, las personas tienden a actuar de manera repetitiva, estructurada, para no salirse de la imagen autoimpuesta. Así, algunos se preocupan por como están parados en una esquina, que me pongo las manos en el bolsillo, que me prendo un pucho, que manoteo el celular, atentos a la mirada calificadora de los demás, en vez de quizás, relajarse y contemplar la nube blanca y voluminosa que se asoma por el sureste.
Sentirse conectado con la Naturaleza alrededor nuestro es una manera de conectarse con algo más grande, con lo natural, y en consecuencia, con el Universo entero. Ése es el estado natural de sentir la unidad con el Ser. Son esos momentos chiquititos que te agarran desprevenido pero te llenan de una energía vital inexplicable… ver un atardecer aterciopelado, zambullirse en una pileta, pisar la arena, batir un café, mirar el paisaje. Por lo general, para sentir la iluminación basta con parar la pelota y empezar a darle más lugar a los pequeños eventos que pasan a nuestro alrededor. Uno se deja llevar constantemente por lo que pasó y lo que va a pasar y de esa manera deja muchas cosas en un segundo plano. Al hacer esto durante años – lo cual es casi inevitable dentro del sistema en el que vivimos – uno deja todo lo maravilloso en el inconciente, y deja de formar parte de la realidad diaria, no lo concientizamos, y nos lo perdemos…
“La respuesta era simple de definir pero difícil de poner en práctica. Hacer conciente lo que es inconciente.”
“The Eagle’s Quest” – Fred Alan Wolf – Touchstone Simon & Schuster, p. 157
La próxima vez que te encuentres refunfuñando por algo, a cuando estés nervioso, apurado – o cuando quieras – iluminate, superate, salíte de contexto. Intenta mirar a un costado y buscar lo primero que te llame la atención, no una persona, no una publicidad, no un diario, el tráfico, sino algo diferente, algo más chico, en el sentido frugal de la palabra: un árbol, un pájaro, agua estancada, tonos de luz… proba sentir la serenidad de esos eventos, la naturalidad con la que se llevan a cabo. Así uno va bajando las revoluciones un poco, permitiendo que más cosas entren en su espectro cognitivo, siendo un poco más feliz día a día, con práctica, más iluminado, realizado, del otro lado del río, mirando todo desde la otra orilla.
Brian Longstaff. Octubre, 2010.
“Llega un momento en que dejamos de estar atrapados en el movimiento del tiempo, en una secuencia o corriente que nos arrastra, sino que ahora la experimentamos como una serie de momentos diferenciados y presentes.Ninguna onda de pensamiento que aflore puede escapar a la agudeza de una visión así. Es lo que llamamos serenidad.
“Luz sobre la Vida”. B. K. S. Iyengar. Editorial Kairós. 2005.