Buena semana!
Me pasaron un notición: Una empresa familiar argentina empezó a fabricar bolsas con fécula de maíz que se degradan en 80 días. ¡80 días!: Un lapso insignificante de tiempo comparado a los 150 años que tardan en degradarse las bolsas tradicionales de supermercado de polietileno, derivados del petróleo.
Si pueden léanla acá, tiene buenas reflexiones. En particular me encantó una que decía sencillamente “la contaminación la produce la gente, no la bolsita de polietileno”. 2 detalles me llamaron la atención de esta noticia.
Primero, el hecho de que, en este caso, la idea solo pudo gestarse –buscando semejante alternativa sustentable– cuando diversos entes gubernamentales prohibieron el uso de polietileno en la fabricación de las bolsas. Por lo general ocurre lo contrario: surgen soluciones particulares, éstas se generalizan y luego las leyes se modifican acorde a como va cambiando la realidad. Sin embargo, acá sucedió que la ley prohibió primero el uso de las bolsas, y esta empresa, al ver en peligro sus ventas, no les quedó otra que buscar una alternativa.
Lo segundo que me llamó la atención es que, dentro de la empresa “familiar”, fue el hijo del dueño quien le insistió a su padre en invertir dinero en una alternativa sustentable. Ante la problemática, la persona adulta a cargo de la empresa no pudo ver las nuevas soluciones provenientes de nuevas formas de pensamiento sustentable, y fue su hijo, representando a la nueva generación de tomadores de decisiones, quien pudo ver más allá de la problemática, y presentar una solución que salve la empresa de su familia y mejore, a su vez, al medio ambiente. ¡Bien ahí!
Por último, mi madre me mandó unas líneas referidas a los comentarios que hice en el boletín pasado sobre las técnicas de manipulación mediática que me gustaron por su simplicidad de análisis de la situación y las quería compartir con ustedes:
“Ya lo decía Julio César: «al pueblo hay que darle pan y circo«. Con eso los mantenía aquietados y entretenidos como para que no metieran sus narices en cuestiones de estado.
Por otro lado, tanto lo que pasa a nivel ecología como lo que pasa a nivel país, me recuerda el cuento de las dos ranitas… era algo así:
Tenes dos ranitas. Prendes a calentar 2 cacerolas. Una ranita va dentro de una cacerola. La otra la mantenés en la mano. El agua se va calentando lentamente. Cuando está muy, muy caliente, lanzás la ranita adentro de la cacerola vacía y PUM! salta y sale del agua hirviendo (se salva). La otra ranita, la que estuvo poco a poco acostumbrándose a que el agua iba entibiándose, muere en el agua hirviendo.
Eso pasa con las sociedades… que vamos poco a poco acostumbrándonos a todo esto. Finalmente moriremos quemadas como la ranita.”
Nosotros, individuos en sociedad, debiéramos poder pensar mejor a futuro. Si bien el pronóstico del cuento de la rana no es muy bueno para nosotros, es cierto que la sociedad, como un todo, no percibe los daños a gran escala que produce nuestro sistema extractivo de recursos, nuestras industrias y desechos. El problema, por ejemplo, del cambio climático, no se percibe profundamente por toda la sociedad por el simple hecho de que vivimos durante muy poco tiempo en nuestro planeta, y nuestra escala de tiempo de vida es muy pequeña con respecto a la dimensión de las relaciones de causa y efecto de los problemas ambientales.
“Shifting baselines: tal es el modo en que los psicólogos medioambientales designan este fenómeno fascinante que lleva a las personas a considerar siempre como el estado “natural” de su medio ambiente aquel que coincide con su tiempo de vida y de experiencia. Las transformaciones del entorno social y físico no se perciben en términos absolutos, sino siempre en relación con la perspectiva propia del observador.” – Harald Welzer. Guerras Climáticas. Ed Katz. 2008. Pág. 246
Pensamientos que invitan a pensar.
Un abrazo.
Brian Longstaff.-
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