Amigos y amigas, un boletín más, otra semana más que se despliega ante nosotros.
Gregg Braden es un autor que me gusta mucho. Él es ingeniero diseñador de sistemas aeroespaciales y geólogo, pero sus últimos estudios lo postulan de forma más abarcativa: científico y místico. La combinación que tanto me apasiona: lo racional y lo no-racional, lo pensado con lo sentido, lo palpable y lo espiritual. En un libro suyo que me partió la cabeza leí:
“(…) las teorías cuánticas sugieren que el universo y nuestros cuerpos están compuestos de campos de energía siempre cambiantes, que interactúan unos con otros para crear nuestro mundo de maneras que sólo pueden ser descritas como posibilidades. Esto es importante para nosotros, porque somos parte de la energía que está interactuando. Y nuestra consciencia de este hecho es lo que lo modifica todo.
Cuando reconocemos que estamos enredados en la danza de la energía que baña la creación, esa toma de consciencia cambia quienes creemos ser, lo que siempre hemos pensado que es el universo y cómo creemos que funciona nuestro mundo. Y tal vez lo más importante es que transforma nuestro papel, pasando de ser observadores pasivos a poderosos agentes del cambio que interactúan con la sustancia misma de la que todo está hecho.” – Gregg Braden. La curación espontánea de las creencias. Cómo librarse de los falsos límites. Editorial Sirio. España, 2008. Pág. 33
En este video Braden pone en acción estas palabras de manera increíble: mostrando y analizando la curación de un cáncer en 2 minutos 40 segundos a través del manejo –oriental– de las nociones de la energía. Lo que para nosotros –occidentales– puede considerarse un milagro, para oriente no es más que aplicar proactivamente una tecnología que está a disposición de todos nosotros.
La “Matriz Divina”, la forma en la que Braden denomina al campo de energía que permea toda la existencia, siente al instante lo que nosotros sentimos y emanamos hacia afuera (ya sean buenas vibras, o mala onda para con la vida, lo que sea, lo percibe y lo traduce en realidad).
Por eso la actitud de dejar para mañana lo que puedas hacer hoy, es bastante más real de lo que creíamos. Al estar postergando nuestros sueños, o al estar esperando que se den todas las variables o ciertas condiciones necesarias para luego poder hacer algo que querramos, estamos dilapidando nuestro accionar, porque el campo de energía percibe que lo que queremos no es para el presente, sino para más adelante… y, así, nos estancamos.
El postulado más profundo que propone Braden a través de sus estudios es el siguiente: el ADN humano tiene un efecto directo en el mundo físico. Pero las emociones humanas –la consciencia– cambian ese ADN, que a su vez cambia el mundo físico, lo cual ocurre gracias a la existencia del campo energético que une todo.
En una monografía sobre las implicancias socioculturales de la Teoría de Gaia de James Lovelock (que pueden leer acá), exploré la relación de ida y vuelta que estudia la geofisiología, entre la selección natural de Darwin (como el clima cambia a la biota a través de variables ambientales) y la teoría misma de Gaia, que dice que la biota también cambia al clima (es decir al medio ambiente), ya que la biosfera actúa como ente regulador del clima al estar intercambiando materia y energía con el medio.
El trabajo de Braden le da un gran empujón a estas ideas, el demostrar que la consciencia cambia nuestra forma de pensar, por ende de accionar, y por ende de alterar nuestro medio.
Una vez más, nuestra especie tiene la capacidad de mejorar todo esto.
Brian Longstaff.-
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