Ideas sobre el pesimismo, 3 alternativas de acción & 1 ejemplo de aplicación:
Retomando los conceptos del boletín anterior sobre las implicancias de seguir como hasta ahora, me interesaba cerrar algunas ideas y dejar tranquilo por un tiempo el libro de “Guerras Climáticas”, que ya tiene sus páginas dobladas, subrayadas y con párrafos llenos de trazos en lápiz.
Welzer es bastante pesimista (o simplemente realista para algunos). Incluso abre su último capítulo con una frase de Heiner Müller que dice: El optimismo no es más que una falta de información. Yo diría que el pesimismo no es más que una falta de interpretación y posterior aplicación de toda esa información entrante. Información mutada en hechos, experiencias, y conocimiento que espera ser interpretado proactivamente.
El pesimismo parece ser un denominador común en aquellos pensadores que están demasiado inmersos en la complejidad del entramado social. Manejan demasiada información, demasiadas relaciones sociales, lo cual aleja soluciones aplicables en el corto plazo –soluciones permitidas en conflictos de causa y efecto lineal, donde A afecta a B y nada más-, y por ende aleja la visión de una solución a nivel planetaria.
“Si en el mundo occidental alguien se sintiera responsable de la miseria de una persona situada al final de la cadena de acciones en cuyo comienzo se encuentra él mismo, lo tildarán de irracional e insensato.” Pág. 291
Los procesos sociales tienen una lógica que no es lineal, sino una infinita cadena de eventos que simula ser un ecosistema paralelo intangible, invisible a la vista, y que por ende escapa a nuestra vida cotidiana. Es demasiado para ser procesado AL-INSTANTE en nuestras cabezas, y queda en un segundo plano… o en un tercer plano…
Y aquellos que se ponen a estudiarlo, se agarran la cabeza, con todas las piezas del rompecabezas tiradas en la mesa… y solo unas pocas piezas unidas en un cachito de imagen… Y en el momento en el que creen entender algo de esa pequeña imagen del proceso social, siempre aparece un contra-ejemplo, o nuevos actores sociales en escena, diciéndoles “venís bien, pero mira que el rompecabezas no es de 100 piezas, sino de 1000” (y luego serán 10000 y luego más y más).
Por ende, para aquellos que se indignan con la realidad, para quienes quieran asumir su responsabilidad socio-ambiental, Welzer brinda 3 alternativas de acción:
1) La individualización del problema y de su solución. Es decir, hacer todo lo que yo pueda en materia ambiental, desde mi casa, desde mi micro-mundo, para salvar el planeta. Desde separar los residuos para su posterior tratamiento y cambiar todas las lámparas a bajo consumo, hasta comprar localmente, circular en bicicleta y evitar el uso de autos lo más posible.
Pero pensar que una transformación social se iniciará en las pequeñas cosas que uno haga puertas adentro es algo ideológico “cuando no incluye a los actores corporativos y políticos en la responsabilidad”. Pág. 291.
De nada sirve separar los residuos en tu casa y que al tirarlos bien clasificados a la calle, no exista un sistema local de recolección diferenciada de residuos. Es por esto que la primera alternativa de acción tiene que ir acompañada de la segunda:
2) Acción estatal. Donde el gobierno tiene la capacidad –y responsabilidad– de diagramar una nueva matriz energética, nuevos patrones de consumo y desecho, una reorganización del cobro de impuestos, la implementación de sistemas de producción que actúen en simbiosis con la Tierra, nuestra proveedora de vida, y un nuevo sistema educativo, que incluya la concientización ambiental, el uso sustentable de nuestros recursos, la economía ecológica y la permacultura como ejes principales de enseñanza. Está en nosotros reclamar estos cambios al sistema.
Sin embargo, Welzer aclara que “las soluciones nacionales no pueden conducir al “giro climático” porque su influencia cuantitativa es demasiado escasa.” Pág. 293. Es decir, dentro de los límites geográficos de cada país. Entonces, las 3 alternativas de acción deben darse simultáneamente:
3) La esfera interestatal. Todas las acciones de carácter global, que impliquen una acción cooperativa entre países, siendo este el mayor desafío al que nos tenemos que enfrentar.
Como ejemplo de las 3 alternativas en acción, en ésta nota, nos enteramos de que Suecia importa basura de Noruega, ya que a ella no le queda más basura para reciclar.
Impecable… Para los suecos, la basura es un recurso que se transforma en energía.
Llevan más de 30 años separando residuos y generando nuevos puestos de trabajo al rediseñar su metabolismo social. Esto es, insertando fábricas y nuevas industrias de procesado de basura, dentro del sistema de producción existente. Algo así como parches sustentables dentro del mismo sistema…
Pero todo esto fue posible porque hace 30 años que los mismos ciudadanos ya tienen el hábito de separar los residuos; hace 30 años que los ciudadanos suecos reclaman por cambios políticos de esa índole, y lo están logrando.
Por supuesto que Suecia tiene los recursos económicos para llevar a cabo los cambios a nivel estructura de manera rápida. Nuestro país carece de tales recursos, ya demasiados corruptos se llevaron todo… Pero estoy seguro que nos sobran los recursos humanos para poner manos a la obra.
Vendrán tiempos mejores. Siempre y cuando asumamos nuestra rol de seres vivientes y conscientes, representantes dignos de nuestra esfera de vida en el universo. Suelo escribir mucho sobre la responsabilidad que tenemos aquellos que podemos estudiar, investigar, charlar y propagar… Welzer lo resume así:
“(…) el solo hecho de estar libre de la necesidad inmediata de asegurarse la supervivencia le permite a uno darse el lujo de ocuparse de las posibilidades de mejorar la existencia; y a la inversa, este lujo puede limitarse o desaparecer en cualquier momento sin dejar rastros cuando la supervivencia está amenazada.
(…)
Se trata, por lo tanto, de que la sociedad se diseñe a sí misma.” Pág. 299.
¡Un saludo!
Brian Longstaff.-
Lucila Toral nov 13 , 2012 at 01:02 01Tue, 13 Nov 2012 01:02:37 +000037. /
Genial!!! Cristobal Cali