Poema Indecible
A saber, “la inteligencia es inútil, en especial en las cuestiones donde es absolutamente necesaria”, así lo escribiera Enrique Jardiel Poncela. Es que escribir de manera razonada no siempre sirve. A veces, sólo se puede canalizar y bajar lo que sentís así como viene en cualquier pedazo de papel.
Esto no es un poema por sí sólo, es decir, un poema puede ser cualquier cosa. No es necesario que siga una métrica; si sale del alma, es poético, y fue… Así que esto es una gotera imaginativa, un intento de poema a la indecibilidad y a su cobardía implicada. Son palabras tiradas para afrontar las consecuencias existenciales implicadas en un futuro decir.
“Ser o no ser”, se resume a estar, o no, en tu ya-acá,
y podría estar teniendo que ver con cómo percibís la linealidad del tiempo
y su relatividad cualitativa.
Estar acá, conectado, es manifestar el Universo.
Estar acá, es voluntad constante, intención, atención,
y acumulación de poder personal, propio, voraz, que te permita incitarte a actuar.
No estar acá, también implica vivenciar el Universo, pero en su vacuidad.
No estar acá, es sentir el vacío del Universo traspasarte del pecho hacia atrás,
pero inmovilizándote, dejándote atónito ante la inmensidad de lo que no podes controlar.
No es un flash, sino realidad.
Si un átomo es mayormente vacío, el cuerpo también lo es.
La continuidad de lo indecible* es más que un poema lindo de recitar,
es la pura Verdad.
Es el proceso a través del cual pones en orden lo que no te animas a decir,
porque si lo decís, lo verbalizas,
y si lo verbalizas, pasa a existir por fuera del vacío en el cual venía el sentimiento flotando,
por su mar de autodudas,
un océano compuesto por todo lo que no crees posible que pase,
aquello a lo que te acobardaste a aspirar,
y que si pasa,
de manera continua,
no lo podes decir,
porque te paralizas
por no haberlo sabido esperar,
y cuando al fin llega, decantás…
y te desplomás.
Dejás de volar y volvés a pisar el firmamento.
Cómo me gustaría preguntarle a la feLina
si sabe cuánto me alegra el día con su compañía.
Cómo me gustaría saber si el árbol sabe todo lo agradecido que uno está
por su sombra, frescor, respiración
y por el ruido reverberante de las hojas
cuando dejan el viento pasar.
Cómo me intriga saber si la tortuga marina recién nacida
sabe de los peligros que debe afrontar;
y más aún saber si acaso le podría llegar a importar…
La belleza en el fluir de la naturaleza
radica en que nunca pierde tiempo en porqués.
Si lo dijera Lupo, sería: no le pidas peros al alma.
No cuestiona nada,
no espera nada a cambio de nada,
y no tiene motivo alguno para perdonar,
porque no hay nada que perdonar.
Un bosque se incendia,
se reduce a cenizas
y sólo así vuelve a brotar.
Al humano también se le enciende el fuego interno…
y se desploma, toca fondo,
acepta su condición dramática existencial,
y sólo después puede encarar la recomposición de su alma
y volver a andar.
Pero cuidado, no decir lo indecible, es reprimirlo.
Es intentar discontinuar e ignorar algo que es orgánico, natural y continuo.
No decir lo indecible es sólo posponer,
es no hacerte cargo y dejar todo librado,
no al azar, sino a la conformidad,
o seguridad, de aquello seguro que lograste afianzar
a lo largo del tiempo lineal.
Sin embargo, lo trascendental, las cuestiones del destino
y la red tejida a lo largo de varias vidas
no son cosas que puedan sujetarse a la linealidad,
ni analizarse objetivamente desde la razón.
Imposible reclamarle al destino que sea puntual,
porque pasa cuando tiene que pasar,
y no hay análisis lineal que te permita predecir
cuándo todo va a estallar.
Y algo más sobre la linealidad del tiempo…
Tal parece, que uno puede envejecer en cuerpo,
pero no en espíritu.
Puedo tener veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, noventa y cuatro años,
pero sentirme, en esencia, en espíritu, intacto,
y ser el mismo tipo.
No importa lo que pase,
sigo siendo el mismo.
Y, principalmente, lo que menos debe importar,
son aquellas circunstancias de tu vida que van más allá de Vos,
que no podes cambiar porque te exceden,
porque no tenes control sobre ello.
Es como dicen: no podes elegir cómo sentirte, pero sí hacer algo al respecto.
Y tanto aceptar lo que sentís,
como hacerte cargo
y hacer algo al respecto,
pueden ser serenamente encaradas
si mantenes tu espíritu intacto.
Y para mantener tu espíritu intacto y sereno,
tenes que lograr posicionarte por fuera del tiempo lineal,
donde lo indecible, se dice y se vive.
Porque el miedo, la desesperación, la fatiga, el engaño, la ansiedad,
viven todos en mi pasado y proyecciones de futuro.
Pero ambos dos, a su vez, viven en la recta unidireccional del tiempo lineal.
Ergo, si me escapo de la cronología
de cualquier secuencia de eventos desafortunados que estoy atravesando,
podré volver a ver el paisaje completo,
atar los cabos,
armar el rompecabezas
y aprender a calmarme y esperar.
Porque, SI EL TIEMPO NO EXISTE,
entonces el concepto de esperar tampoco existe.
Quizás uno así pueda, finalmente,
volver a disfrutar del minuto,
y de los sentidos.
Ahora bien, admito…
que escribirlo,
es más fácil que hacerlo.
Fotos:
Fotografías tomadas por Abby Viale. Su trabajo está disponible en Flickr y Tumblr.
https://www.flickr.com/photos/ocular_circular/
http://abbyviale.tumblr.com/
* tomado de “La continuidad de lo indecible”, de Sig Ragga (2009) – Banda Originaria de la Provincia de Santa Fe.
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