Si le leo la mente, ¿qué diría?
(uno motivacional…)
Me lo imagino caminando, soñando despierto pero consternado, hipnotizado, por la utopía que -sólo por definición- es un proyecto, una idea o sistema irrealizable en el momento en que se concibe. Y ese caminante nació en ese momento… un momento en el que lo que siente como real(izable) y verdadero es algo totalmente transparente y abstracto por la mirada local. La “mirada local” del hombre inercial. Una persona que sólo piensa localmente y poco le importa la larga cadena de causas y efectos detonada con su accionar. Billetera Mata Moral más que galán… En general el poder asociado al dinero corrompe. Y, si sos un gil, con dinero, entonces, ¡Sonamos! Porque ELLOS son los más disociados de sus propias cadenas de causa y efecto.
La solución es simple, pero no por eso fácil: necesitamos menos giles y más buenas personas. Acá no es “los ricos tienen la culpa”, ¡¡NO!! <EL QUE SE DISOCIA DE SUS ACCIONES TIENE LA CULPA> El asunto es que necesitamos más buenas personas, con plata, que apoyen e inviertan en ideas, proyectos e investigaciones de gente que sólo le faltan los recursos económicos para poder materializar la utopía con la que están soñando. Toda persona con una idea necesita de un mentor, “una ayudita” para poder estirarse y soñar.
Por ejemplo, los muchachos de Gi-Bike se están lanzando al mercado recaudando dinero a través de KickStarter, una página que recauda fondos para diversos proyectos. Otra página similar que busca atraer inversores es IdeaMe: La Plataforma Latina de Financiamiento Colectivo, que tiene años en esto… Pero me sorprendió encontrar una propuesta local “Vos lo hacés”, en Buenos Aires, donde se presentan proyectos en diversas categorías. Unos amigos, Diego Garavaglia, Fernando Romero y Fernando Vago, estudiantes avanzados de Ingeniería Civil (U.T.N.), presentaron un proyecto de “Techos Comestibles” buscando financiamiento. (Chequeen la solapa de “Proyectos”, ingresen en categoría «inclusión» – “Techos Comestibles”)
Nuestro personaje sigue caminando en una tarde de frío invernal. La típica escena: grises, marrones, el << CrAncH!, cRaNCh! >> de las hojas que aplauden la función teatral llevada a cabo por un otoño de perfil bajo. Y si pudiésemos escucharlo pensar en voz alta, nos recitaría su auto-parte médico de sanidad mental. Su voz es neutral, y lo que dice –al menos para él– es una mera deducción:
“Ambivalencia, es lo que siento con recurrencia. El sabio chino dijo que ¡cuidado! Subís las montañas más altas, pero bajás a los valles más profundos. Yo no olvido el objetivo de todo esto, de este viaje. Vivir con un objetivo, un propósito, creer en uno mismo y no hacerse problema por cumplir el objetivo, sino disfrutar del hecho de ir construyendo las circunstancias que nos van a acercar a sentirnos realizados.
¡¡Salario Mínimo Auto-impuesto en los años de entongamiento con el dinero!! Antes existía la colimba, hoy (pero por decisión propia) deberíamos sentir querer aprender a vivir con lo justo. Buscar la frugalidad dentro de la vida urbana, sin necesidad de escalar una montaña a un templo budista.
Cuando me caigo en el valle profundo, ese es el problema. Cuando me salgo de mí y analizo lo loable (o no) de mis acciones manija, ver si todo vale la pena. Pasarse la vida de acción en acción ciertamente es una vida con su jugo bien exprimido. Pero hay que probar ese jugo, degustarlo, frenar para tomarlo; sino, para qué lo exprimís… No basta con agradecer a los que han ayudado; hay que honrarlos con NO volverse un loco sedentario, y escucharlos…
Es como si la mente fue una herramienta que al hombre le llegó temprano en la escala evolutiva y se la dieron igual para que se maneje como pueda… Y ahora hace lo que puede, con un ego indomable, lleno de gula narcisista que, por lo general, lo hace pasarse la vida siendo un gil…”
Nuestro ciudadano planetario suspira… Y mira para arriba…
Pasa un chimango volando unos metros por encima de él, el Sol de la tarde lo tiñe de Prócer mientras le pega un grito desde lo alto a nuestro preocupado ser humano al mejor estilo deja-de-quejarte… Y él promete serenarse y seguir confiando en su instinto (…si uno no sigue lo que siente, entonces está perdido…)
Hasta la semana que viene,
Brian Longstaff.-
Pd. Fotos extraídas de Google.
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