No soy marxista, pero me marxeo:

Amigos, en las últimas entregas de nuestros 5 minutos semanales de encuentro, vengo mencionando varios conceptos tomados de la teoría social de Marx para lo cual quería hacer unos comentarios.

Cuando era chico, recuerdo que decir “Marx” en mi casa era como declararse zurdo y ponerse en contra de los ideales políticos de la familia. No porque mi familia sea de derecha, nada que ver, sino más bien porque a ellos –los adultos y portadores de la verdad– les dijeron en tiempos remotos que Marx era malo… pero, ¿lo leyeron alguna vez?, por supuesto que no. Ya sean los medios, o en la escuela, o los jefes en el trabajo, siempre de arriba hacia abajo se corrió la bola de que Marx era sinónimo de barbarie, zurdaje, descontrol político…

Por suerte nuestra generación está tendiendo a ver ambas caras del asunto. En la universidad, como nos pasa a varios, nos dan para leer material de Marx, nos lo ponen en contexto antes de efectuar cualquier opinión. Nos lo ponen en el marco de una sociedad que estaba totalmente sumida al trabajo, totalmente dependiente de los trabajos mecanizados que ofrecía la revolución industrial, una sociedad deshumanizada adrede para mantenerla controlada. El que no tiene capital para invertir, lo único que puede invertir (y vender para sobrevivir) es su fuerza de trabajo. Y así estamos…

Entonces, uno lo empieza a leer y piensa… la pucha… no estaba tan errado este tipo. (OJO: Hay ciertas posturas muy extremas que uno debe absorberlas en el contexto mencionado anteriormente, algo así como entender la bronca en ese momento)… Pero, ¿y si las broncas de aquella época son las mismas que ahora pero camufladas? ¿Acaso no seguimos atados a un sistema que nos obliga a vendernos para llegar a fin de mes?

En los 25 años que llevo viviendo en nuestro país, no dejo de ver como la clase media se va achicando, como la clase baja se va agrandando, y como la clase alta se perpetua en el tiempo…

En fin, este no deja de ser un espacio para el debate, e intentando de que no queden cabos sueltos, un amigo del sur argentino, Axel, me pasó un mini documental del programa FILOSOFIA AQUÍ & AHORA de José Pablo Feinmann –reconocido filósofo argentino- donde explica muy sucintamente varios puntos de los que tocamos en nuestros boletines:

¿Cómo obtiene su ganancia el capitalista?

¿De dónde saca el capitalista el capital originario?

¿Cuál es el secreteo de la mercancía?

¿Todo es mercancía?

El programa es excelente, y quería compartirlo con ustedes… (Las conclusiones, políticas o no, se las dejo a ustedes; pero para poder formarlas tenemos que saber de lo que estamos hablando)

“A fines del siglo diecinueve, Juan Pío Acosta vivía en la frontera uruguaya con Brasil.

Su trabajo lo obligaba a ir y venir, de pueblo en pueblo, a través de aquellas soledades.

Viajaba en un carro de caballos, junto a ocho pasajeros de primera, segunda y tercera clase.

Juan Pío compraba el pasaje de tercera, que era el más barato.

Nunca entendió por qué había precios diferentes. Todos viajaban igual, los que pagaban más y los que pagaban menos: apretados unos contra otros, mordiendo polvo, sacudidos por el incesante traqueteo.

Nunca entendió por qué, hasta que un mal día de invierno el carro se atascó en el barro. Y entonces el mayoral mandó:

– ¡Los de primera se quedan arriba!

– ¡Los de segunda se bajan!

– Y los de tercera… ¡a empujar!”

Eduardo Galeano. Los hijos de los días. Siglo Veintiuno Editores, 2012. Buenos  Aires. Página 68.

Amigos, un abrazo.

Brian Longstaff.-

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