Ilustraciones Satíricas de la Realidad

Hoy nos subimos a un recorrido místico de la consciencia. O como diría una amiga, a un mensaje de las hormigas del universo. Vamos caminando, en nuestro mundo interno, pensando en lo nuestro, en cómo seguir, en cómo ayudar, ya que el mundo parece haberse perdido hace tiempo… Digo, nosotros, inquilinos del mundo: perdidos.

Caminando por la calle imaginaria de la consciencia, encontramos una puerta con una leyenda tallada en la madera: “Ilustraciones Satíricas de la Realidad” y más abajo, en letra chica, con unos puntos suspensivos que terminaban en el símbolo del infinito decía:

“El que entra sale distinto…_∞”

Miro hacia la calle, no entiendo si mis ojos engañan. Un periódico, un sumidero, juntos, ¿son Verdad? La analogía información/basura me invade. ¿Se nos dice lo que realmente tenemos que saber? ¿O se nos mantiene en un constante estado de alerta y de miedo para estar controlados y alejados de la Verdad?

Y, por supuesto, abrimos la puerta y entramos… Una habitación gigante, una especie de galpón abandonado lleno de luz blanca, y cuadros… Alguien –no le alcanzamos a  ver la cara– nos da unos auriculares con una pequeña antena adosada al costado. Una lucecita roja indica que está prendido. Nos lo ponemos y una voz en off arranca a contar su propia Verdad. Una voz tranquila, pero firme, sólida, segura de lo que está diciendo:

La paz mundial está ahí nomás. Todos respiramos esas ganas de que la sociedad funcione bien. La esperanza está siempre latente. Sin embargo, existen intereses, casi siempre –y lamentablemente– económicos, que hacen que la paz no pueda despegar y regar su buena vibra. La paz es contraria a la competencia, y sin competencia no habría fines de lucro, y el sistema caería.

Y debe caer, porque en este sistema algunos juegan mientras otros empujan. Y la ironía se hace plena, cuando los juguetes de los hijos de los ricos son ensamblados en un país y hechos con plástico logrado a partir de extraer el petróleo de otro país del otro lado del mundo, que solo ve el humo saliendo de una fábrica y no comprende cómo sus representantes políticos hablan de progreso.

Un progreso en números… un progreso que aparece en el monitor de una computadora. Donde el conjunto de grandes empresas que se ciernen sobre un país (aquellas aves carroñeras que no le permiten a la paz volar) venden sus productos, eso sí, cada vez más variados, con más adjetivos que otra utilidad, repletos de envases, paquetes, papelitos y un montón de materiales excedentes al producto en sí. Nosotros, los que aún tenemos poder de compra, abrimos, consumimos y tiramos lo que consideramos basura, que se convierte en un regalo para otros. Enferma realidad.

Vacaciones en Miami en familia o mandar a la familia a revolver basura comprada en Miami. El turismo agarró la tangente y ya no es una búsqueda del alma, viajando a otros horizontes, y re-encontrándose a uno mismo. Ahora, trabajamos todo el año para escapar 15 días, los que pueden. Ahora, pareciera que solo es importante registrar que uno estuvo ahí –Click! Click!- otro álbum familiar y a pensar en las vacaciones del año que viene. Una gran mentira.

Y mientras una horda de turistas pasa una y otra vez por el mismo sendero, éste se marca más y más por las pisadas, y va quedando algún paquete de puchos o de papas fritas tiradas en el piso y otra botella de plástico por allá. Los animales, espantados, ven sus ecosistemas amenazados y se toman el palo; otros, están obligados al suicidio.

¿Y qué pasa que no hacemos nada? ¿Será, realmente, que la cultura-basura que se nos da para consumir nos mantiene distanciados de lo real? A los gobiernos les viene al pelo una sociedad entretenida y no educada. Porque si somos domados, pueden seguir extrayendo recursos naturales desmesuradamente, cobrando intereses del infierno, hipotecando vidas. Cuidado, por ejemplo, con el fútbol: pasión de multitudes, un hermoso deporte. Pero el fanatismo no… porque al fanatizarse le damos el pie a un negocio para que nos posea. Y mueve masas, y al mover masas hay una gran amasada de plata implicada.

Tan solo imaginen. Y no estoy diciendo que dejemos de alentar a nuestro equipo, o que usemos el deporte como un unificador social, pero imaginen: si tan solo la plata de las transacciones entre clubes se destinara a investigación en energías renovables, o más básico aún, en brindar agua y comida y abrigo y vida… en solucionar los malditos problemas de la marginalización social.

Pero el dinero esconde algo más. El dinero no se re-direcciona hacia donde necesitamos, porque los países que sacaron la mejor tajada de aquella acumulación originaria de antaño, se armaron hasta los dientes en guerras destinadas a robarse unos a otros recursos naturales estratégicos.

(En la última masa crítica pampeana, un astrónomo amigo, un Carl Sagan contemporáneo, un explorador del tiempo y estudiante infinito, me dijo “y todos juntando plata no sé para qué…” y lo dijo tan simple…)

Existe un total lavado de cerebro en nuestra especie humana, un virus estúpido y podrido, que le hace apretar el gatillo al soldado, que le hace estafar al político, y ambicionar por demás al capitalista, gulero insaciable.

Este virus llego a lo más profundo de nuestra cultura, y contaminó nuestra educación al punto tal que nos enseñan lo que el sistema quiere que sepamos. La historia escrita por los vencedores, la economía básica para sentir que no se puede cambiarla, y cada vez menos horas para el arte en todos sus aspectos. Una educación direccionada, transgiversada, la punta del iceberg.

Y silencio…

Nos sacamos los auriculares, la lucecita está apagada. Al salir a la calle ya todo está distinto. Nosotros estamos distintos. Y miramos la realidad como una obra de teatro, que pronto está por finalizar. Y nos dedicamos a pensar…

Brian Longstaff.-

Bibliografía.

Todas las imágenes son del artista polaco Pawel Kuczyynski. Pueden ver 50 obras de él en ESTE link.

Gracias a Noel Carpenito, artista y fotógrafa de la vida, por pasarme el link de Pawel.

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