Dos mentes extraordinarias
Revisando libros, releyendo, dejándome hipnotizar otra vez y pensando, pensando, pensando… Hoy simplemente quiero compartirles unas líneas prestadas del tiempo, líneas que viajan a través de la conciencia colectiva conectando tres siglos en uno. Porque la especie humana es Una, y la evolución social que necesitamos sólo se dará cuando nos reconozcamos como UNO CON LA NATURALEZA.
Henry David Thoreau, en sus viajes naturales, escribió:
“Cuando la tarde que mengua se detienen colinas y valles
Y el leñador ya no blande su hacha,
Ni el segador alimenta su guadaña,
Algo ocurre, habitante solitario en la tierra,
Escuchando al tordo en su percha de roble
Llamando con su modesto trino –
Sonido único en el estrépito que hace al mundo,
Y yo solo para escucharlo.
Afecto a abrigarme con tan dulce melodía,
Y a adueñarse de un alma hermana, hablándome
Desde las profundidades del ser universal.
Desde el abedul y el avellano, y a través del aire sofocante,
Llega ese lánguido sonido hasta aquí,
Nacido en el céfiro, directo a mi oído.
No más tiempo ni lugar, ni rastro abatido
De la tierra, el espejismo del paisaje es mi único lugar,
El único vestigio del mundo.
Pero pronto esa garganta lo hace de nuevo, y los sonidos familiares
Se hinchan extrañamente en la brisa, en el bajío donde pasta el ganado,
Y los renovados gritos del tenaz amante
Avanzan laboriosos en el valle vecino –
Y yo camino una vez más, condenado a morar en esta tierra.”
La interconexión PURA con la Naturaleza, simplemente eso… Pero es una interconexión que te serena la existencia, si logras sentirte interconectado con todo lo natural que te rodea; ya sean pájaros volando, o árboles oscilando con el viento, o una formación de nubes en ascenso –implacable– trayendo la tormenta, las gotas cayendo una tras otra sobre el tejado de casa, un mantra ensordecedor, que te invita a FRENAR, para ser feliz con menos y disfrutar de lo natural… Usar la Naturaleza como guía, como chamán, como puente para salirse del ciclo del consumo. Y Thoreau arremete otra vez contra nuestra conciencia, como una trompada en la mente:
“En las congestionadas calles, dominio del comercio,
El hombre es un osco maletero, o un vano y presumido brabucón
Que no puede reclamar más parentesco conmigo
Que el de ser mi hermano ante la ley.”
Estar alienado de la verdad, está mal. Es triste. Pero alienarse de lo irreal, de la farsa, de las comodidades a corto plazo, es salud física, mental y espiritual. Una vez que uno logra ver esto, es mágicamente fácil poder ACTIVAR nuestro potencial humano, porque uno ya está liberado de una valija enorme de creencias pre establecidas por este sistema arcaico. Al sacarse esa mochila, uno empieza a creer en sí mismo otra vez, y los sueños pasan a ser el horizonte otra vez. En palabras de Erich Fromm:
“Llegar a conocer la verdad tiene un efecto liberador: libera energía y despeja la mente. Como consecuencia, independiza, ayuda a encontrar el propio equilibrio dentro de sí mismo y vivifica. Podrá darse uno cuenta, de que no puede cambiar las cosas, pero habrá conseguido vivir y morir como un hombre, no como un borrego. Si evitar el dolor y gozar de las mayores comodidades fuesen los valores supremos, el engaño, en efecto, sería preferible a la verdad. Considerando, en cambio, que todo hombre en cualquier momento histórico, nace con un potencial de realización plena; y además que, con su muerte, habrá perdido la última oportunidad que tenía, queda mucho que hablar, en efecto, sobre el valor del desengaño para alcanzar un grado óptimo de realización personal.
Cuantos más individuos lleguen a quitarse el velo de los ojos, tantas más probabilidades habrá de que produzcan cambios, sociales e individuales, en la primera oportunidad que tengan, en vez de esperar, como ocurre con frecuencia, a que haya pasado la ocasión del cambio por habérseles atrofiado la mente, el valor y la voluntad.
De todo esto se concluye que la preparación más importante para el arte del ser es cualquier cosa que nos haga adquirir y aumentar la capacidad de conciencia superior, así como la capacidad de pensamiento crítico, dubitativo. Y no es cuestión, sobre todo, de inteligencia, edad o instrucción: es cuestión de carácter, más concretamente de lo independiente que se haya llegado a ser de las autoridades irracionales y de los ídolos de toda especie.”
Salirse de la zona de confort, animarse a lo nuevo, aceptar el cambio, aplicar el coraje moral para poder acuñar nuestros sueños, generar nuestra propia suerte, conocernos a nosotros mismos, y prosperar.
Por supuesto que espero que hayan disfrutado de esas palabras; espero que les queden resonando tanto como a mí la primera vez que las leí.
Será hasta la semana próxima,
Brian Longstaff.
Bibliografía:
Acerca de los autores: Los libros escogidos fueron “La canción del viajero” de Henry David Thoreau y “Del Tener Al Ser” de Erich Fromm (las negrita en el texto han sido mías). Uno googlea sus nombres y listo: Henry David Thoreau (1817-1862), de tendencia trascendentalista, fue un escritor, poeta, agrimensor, naturalista, conferenciante, fabricante de lápices y filósofo estadounidense. Erich Fromm (1900-1980) fue un destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de origen judeoalemán. Casi 200 años hasta el día de hoy, unidos por pensamientos parecidos, ¿conciencia colectiva en acción?
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