¿Quién habla en nombre de la Tierra?
“¿Cómo explicaríamos la carrera global de armas a un observador extraterrestre desapasionado? (…) ¿Afirmaremos que diez mil cabezas nucleares con sus correspondientes objetivos pueden aumentar nuestras perspectivas de supervivencia? ¿Qué informe presentaríamos sobre nuestra administración del planeta Tierra? Hemos oído las racionalizaciones que aducen las superpotencias nucleares. Sabemos quién habla en nombre de las naciones. Pero, ¿quién habla en nombre de la especie humana? ¿Quién habla en nombre de la Tierra?”
Este interrogante, fue planteado por Carl Sagan, en su increíble obra maestra, “Cosmos”, en 1980. Me acuerdo que cuando la leí por primera vez, me imaginé, por un segundo, realmente, qué pasaba si un extraterrestre nos observaba desde afuera… Imaginé a dos amigos de otro planeta (sí, sí, allá cuando tenía la imaginación un poco menos estructurada), robándole “el auto” por unos horas a sus viejos, y volando hasta acá cerquita, justo por encima de nuestra atmósfera. Se compraban unas cervezas intergalácticas solo para tirarse en la banquina cósmica a observarnos de la misma forma en la que vemos a los monos en un zoológico. Pero la imagen que me hacía en la cabeza de chico era aún más ridícula, porque si en algún mundo paralelo esto en verdad sucede, entonces los extraterrestres se nos estarían riendo a carcajadas, con alguno quizás diciendo “déjenlos pobrecitos, no los jodan, ¿no ven que no saben…?” << Que no sabemos administrar nuestro propio planeta… Y es que, a escala planetaria, apestamos como anfitriones. Y ahí, de chico, pensé… que lindo meterles la tapa a esos extraterrestres. >>
“Una dos terceras partes de la masa del cerebro humano están en la corteza cerebral, dedicada a la intuición y a la razón. Los hombres hemos evolucionado de modo gregario. Nos encanta la compañía de los demás; nos preocupamos los unos de los otros. Cooperamos. El altruismo forma parte de nuestro ser. Hemos descifrado brillantemente algunas estructuras de la Naturaleza. Tenemos motivaciones suficientes para trabajar conjuntamente y somos capaces de idear el sistema adecuado. Si estamos dispuestos a incluir en nuestros cálculos una guerra nuclear y la destrucción total de nuestra sociedad global emergente, ¿no podríamos también imaginar la reestructuración total de nuestras sociedades? Desde una perspectiva extraterrestre está claro que nuestra civilización global está a punto de fracasar en la tarea más importante con que se enfrenta: la preservación de las vidas y del bienestar de los ciudadanos del planeta. ¿No deberíamos pues estar dispuestos a explorar vigorosamente en cada nación posibles cambios básicos del sistema tradicional de hacer las cosas, un rediseño fundamental de las instituciones económicas, políticas, sociales y religiosas?”
Y lo cierto –¡menos mal!– es que ya hay gente metida DE LLENO en esto de rediseñar la realidad. Federico Tana, un amigo que vive en Río Grande (allá en el fin del mundo, de donde sale la <<<”industria nacional”>>> de nuestro país) me comentó acerca del Movimiento Valhalla, que lleva unos años ya recopilando trabajos, proyectos y cultura sustentable. Hace menos de un mes crearon un mini-documental: “Receta para el Cambio” (que pueden ver haciendo click ACÁ) contando toda la movida que se generó en Ushuaia con la construcción de la primera “Nave Tierra” o Earthship creada por el arquitecto Michael Reynolds, soldado de primeria línea del diseño y la causa sustentable.
En el documental cuentan la problemática socio-ambiental del sur de nuestro país. Sencillamente, no existió planeamiento urbano adecuado para una población que aumentó exponencialmente de 30.000 a 90.000 habitantes en poco tiempo, debido al aumento de la actividad industrial en ascenso que se viene dando en la zona. El planeamiento urbano, o mejor, la FALTA de un planeamiento urbano es un problema recurrente en nuestro país y en el mundo.
Por lo general, las ciudades crecen mimetizándose con los polos productivos de la ciudad, y no con la Naturaleza. Una ciudad, se recuesta cual alfombra sobre el medio natural, dejando así muy claras las entradas y salidas del sistema social que se cierne sobre ella; recursos naturales que ingresan, desechos y contaminantes que salen…
En Ushuaia, todos los desechos son lanzados a la bahía. Pero algo más hipócrita aún sucede en la ciudad. Como en toda urbe, la gente que queda por fuera del sistema es desplazada hacia algún lugar donde “no molesten”. El fin del mundo se caracteriza por unas condiciones climáticas extremas, con mucho frío, lluvias, humedad, heladas… Así que al Barrio “El Escondido” no le quedó otra que esconderse en las montañas para no molestar. Desde Google Maps se puede ver el asentamiento, de costado a la ciudad, pa´que no molesten…
La hipocresía aparece cuando los ciudadanos de mejor posición económica, ubicados en las zonas más bajas, se quejan indignados al recibir la basura y algunos otros desechos descendiendo por la ladera de la montaña… Se quejan, cuando ellos también hacen exactamente lo mismo, pero en vez de arrojarlo montaña abajo, lo arrojan a la bahía, para que las corrientes marinas que pasan por el Canal de Beagle, se lo lleven a alguna otra parte…
Si Charles Darwin pasara nuevamente, hoy, por ese mismo canal donde pasó navegando hace unos 175 años atrás con el barco del mismo nombre… se asombraría de la especie que ve allá en la costa, vertebrado y mamífero, sin siquiera saber cómo disponer de sus desechos, contaminando todo, permitiendo que el ego de la gente transmute su teoría de la evolución a un barato darwinismo social.
Todo este impacto social cayó a oídos de los organizadores de la movida de la “Nave Tierra” cuando algunos de sus voluntarios (extranjeros de todos lados del mundo) viajaban en taxi de vuelta al campamento base, y el Taxista no se pudo contener…
“Todo eso que están haciendo es muy lindo… pero el Gobierno no va a hacer nada con eso cuando ustedes se vayan” – les dice el taxista. Al no comprender, el taxista les cuenta a los voluntarios acerca de las 8.000 personas que viven en “El Escondido” y los lleva hasta ahí… porque él mismo vivía ahí…
Después de verlo con sus propios ojos, después de chocarse con la realidad, se comenzó con la idea de hacer el mini-documental para demostrar que la “Nave Tierra”, si fuese adoptada como una política de estado, o si al menos fuese incluida en el planeamiento urbano de una ciudad, enfocándose en los barrios más carenciados, se podría estar beneficiando al surgimiento de una nueva sociedad. Al menos, debería invertirse dinero en programas de desarrollo local sustentable y, ergo, de construcción permacultural. Después de todo, no por nada las Naciones Unidas declararon que las “villas”, los asentamientos producidos por los excesos de nuestro sistema, son los lugares con menor huella ecológica, ya que la gente que vive allí valora mucho más sus recursos, reduciendo al máximo su uso, e intenta reusar y reciclar todo lo que pueda…
El grupo liderado por Reynolds, hizo especial hincapié en la necesidad de que los gobiern0s participen, creando cursos gratuitos, donde se enseñe desde cómo armar una huerta, o cómo construir incluyendo técnicas permaculturales que aseguren aislación térmica y eficiencia energética, sin dudas ayudaría a mejorar la calidad de vida de toda la población.
El documental termina analizando los 4 pasos a fin de lograr el cambio: 1. Ideas Sustentables, 2. Conocimiento, 3. Comunidad, 4. Acción; y aclara que, si bien suena a cliché decir que debemos SER EL CAMBIO, cliché quiere decir “una verdad que se considera universal” y, ergo, ¡que así lo sea! Porque ser el cambio, implica, tal como lo dicen ellos, una responsabilidad personal, una responsabilidad con el mundo, con vos mismo, con tu familia, tus amigos, con la naturaleza, los arroyos, los bosques, el suelo, el viento y todos los ecosistemas de la Tierra – y recuerdan lo importante que es ser apasionado a la hora de aprender cosas nuevas.
En palabras motivacionales de Carl Sagan: “Porque nosotros somos la encarnación local del Cosmos que ha crecido hasta tener conciencia de sí. Hemos empezado a contemplar nuestros orígenes: sustancia estelar que medita sobre las estrellas; conjuntos organizados de decenas de miles de billones de billones de átomos que consideran la evolución de los átomos y rastrean el largo camino a través del cual llegó a surgir la consciencia, por lo menos aquí. Nosotros hablamos en nombre de la Tierra. Debemos nuestra obligación de sobrevivir no sólo a nosotros sino también a este Cosmos. Antiguo y vasto, del cual procedemos.”
No tengo nada para agregar. Será hasta la semana que viene,
Brian Longstaff.
Bibliografía
Cosmos, de Carl Sagan, una edición prestada de 1980.
Pics sacadas de Google y Pinterest, menos la del Google maps editada en Paint, glorioso programa.
Leave a Comment