Comunicación Social Refrescante y El Poder de una Cita
Le verdad es que tengo una semana de exámenes, el mundial de fútbol sigue a toda marcha (ya hablamos de esto, sobre lo que ocurre durante, casi detrás de cámara) y hoy simplemente quiero compartirles una cita que me dejó pensando durante días.
El mundo, ciertamente sigue su curso y un montón de cosas siguen pasando… Desde Uruguay, nos llega un noticiero alternativo, Tiranos Temblad, que más allá de lo cómico, tiene un componente profundamente sociológico, ya que -sabemos– el mundo está plagado de inseguridades, robos, asesinatos, narcos, mundiales, entregas de premios, más robos, y noticias que te meten el mensaje no tan subliminal: no salgas de tu casa… sin embargo, la gente sigue haciendo de todo, sigue sintiendo, y este noticiero (o mera recopilación de videos, como quieran llamarle)es el reflejo de otro lado de la realidad, donde la sumatoria de momentos triviales, te pueden hacer reír y crear algo hermoso. Nunca vi una forma tan fácil de generar un verdadero sentimiento de nacionalismo en un país. Hace más de un año que existe “Tiranos Temblad” en Uruguay. ¡Les dejo un episodio!
Pero bueno, me fui por las ramas, la cuestión es que no es la primera vez que hago uso de la herramienta de “citar y dejárselo a los autores, porque ando a las corridas”. En el Boletín Consciente N° 128 de octubre del año pasado, les compartí un poema del filósofo de los bosques, Henry David Thoreau, y otras palabras acerca del carácter que debemos forjarnos a nosotros mismos de otro filósofo, Erich Fromm.
Hoy vuelvo a citarlo a Thoreau y no lo puedo evitar (el ejercicio es el mismo, si vengo leyendo algo y siento que vale la pena compartirlo, lo comparto y listo)… Después de varios meses viviendo sólo en una cabaña que él mismo construyó para alegarse de la sociedad que se le cernía encima como un fantasma gigante que lo oprimía, Thoreau escribió en su libro diario unas palabras que a mí me quedaron rezumbando.
Siempre repito, porque no me parece un dato menor, que Thoreau escribía en 1845, 46, 47… pleno destape de la revolución industrial, a meses de que Marx comience a escribir su manifiesto sobre la realidad. Thoreau nos dice, nos aconseja, nos cuenta en su diario y momento más personal:
“La ansiedad, el esfuerzo y el cuidado infinitos de algunas personas es una forma de enfermedad en extremo incurable. Una simple cuenta matemática los podría sacar del error; porque la vida de cada hombre tiene, al fin y al cabo, una integridad épica, y la Naturaleza se adapta a ella misma tanto a nuestras debilidades y deficiencias como a nuestros talentos.
Sin dudas es indispensable que hagamos nuestro trabajo entre un sol y el siguiente, pero sólo un hombre sabio sabría lo que eso significa. Y aun así cuánto trabajo quedaría sin hacer, dejado para el día siguiente; ¡y sin embargo el sistema sigue adelante!
Normalmente presumimos de poder cuidarnos a nosotros mismos, y de confiar lo menos posible. Alertas, poco más, poco menos, durante todos nuestros días, decimos nuestras plegarias por las noches y nos encomendamos a incertidumbre, como si durante la mayor parte del día y en nuestros momentos de mayor vigilia ya no fuera necesario creer. Cómo pintan los cielos por nosotros la serenidad, la ansiedad, la confianza y el miedo.
Todas las leyes de la naturaleza tomarán la forma y se adaptarán por sí mismas al más mínimo movimiento del hombre.
Todo cambio es un milagro que contemplar, pero es un milagro que está teniendo lugar sin ser observado a cada instante; cuando todo está listo ocurre, y sólo un milagro podría mantenerlo allí.
Somos empujados a vivir tan completa y sinceramente, reflexionando ante cada uno de nuestros pasos, y reverenciando nuestra vida, que nunca hacemos lugar para posibles cambios.
Podemos renunciar al cuidado de nosotros mismos tanto como estemos dispuestos a concederlo.”
La naturaleza del hombre de dudar ante todo lo que elige, la paradoja de tomar decisiones, el hecho de estar juzgándonos todo el tiempo; no estar abiertos al cambio y no aceptarlo como tal y surfear cualquier ola que se nos viene encima; permanecer suspendidos en un estado de serenidad absoluta, controlada, consciente… Como lo definía un gran amigo mío, Mathew Dillon, served chilled… servido freso, la vida-toda…
Será hasta la semana que viene,
Brian Longstaff.-
Bibliografía.
Henry David Thoreau. “Diario de Walden. Notas en la laguna.” Editorial artesanal y digital Barba de Abejas. Buenos Aires. 2013
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