A veces, mientras estoy trabajando (un trabajo no alienado, tengo que agradecer), dispongo de breves minutos entre tarea y tarea, y siempre tengo un libro a mano, no importa si al abrirlo alcanzo a leer tan solo dos oraciones. Ruleta rusa de la sabiduría, uno nunca sabe que dato, frase, ejemplo se vas a encontrar; hasta que cae ese pensamiento que te deja pensando y pensando… un micro-momento de iluminación personal.
En uno de esos abrir y cerrar de libros, un cliente se acerca al mostrador mientras sacaba su billetera, mira rápidamente la tapa del libro que estoy cerrando: Las venas abiertas de América Latina de Galeano.
¿Qué tal?, le digo.
Ah… pero vos te querés cortar las venas con ese libro…
No me lo dijo mal, me lo dijo bien, con una sonrisa, a la pasada, como diciendo, no leas eso que te vas a poner de mal humor, es un garrón.
Suspiré, con cierta complicidad, pero le dije: Si, pero motiva a querer cambiar las cosas…
Y es así, porque te topas con declaraciones que te hacen ver todo desde otra perspectiva:
“La jornada de trabajo de los esclavos del azúcar se extendía a veinte horas.”
“El pueblo que confía su subsistencia a un solo producto se suicida.”
“Había en Cuba, en 1958, más prostitutas que obreros mineros.”
“Un miembro de la -sacarocracia- cubana llegó a escribir sobre -las fundadas ventajas que se pueden sacar de la desgracia ajena.”
“Convertido en asalariado, el campesino que antes cultivaba su pequeña parcela no mejoró con la nueva situación, pues no gana suficiente dinero para comprar los alimentos que antes producía.”
“Se estima en unos diez millones el total de negros esclavos introducidos desde Ãfrica, a partir de la conquista de Brasil y hasta la abolición de la esclavitud.”
“La ficción de la legalidad amparaba al indio; la explotación de la realidad lo desangraba.”
Siento que estas verdades, sobre cómo dispusimos de nuestros recursos -naturales y humanos- como fichitas de T.E.G., y como lo seguimos haciendo dejando a la naturaleza en offside, son cosas que no podemos dejar de lado. La lucha por la defensa del medio ambiente, que viene envuelta por un cambio de paradigma que grita sustentabilidad con toda su fuerza, es una visión que trasciende los límites geográficos, y que por ende, puede conseguir unirnos como especie en pos de un futuro en simbiosis con el ecosistema.
En palabras de Martín Caparrós, en su excelente “Contra el Cambio”: “Fantástico haber dado con una causa común, tan aparentemente noble, tan indiscutible —en el sentido estricto de la palabra indiscutible-, tan unificadora que pueda ser enarbolada por una joven nigeriana que cocina con leña o el presidente de los Estados Unidos o mi tía Púpele o la Banca Morgan. Fantástico: y sirve, incluso, como materia para enseñarle a los chicos en la escuela —o como material de propaganda y, sobre todo, relaciones públicas.”
Será hasta la próxima semana.
Brian Longstaff.-
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