Perspectiva Global:
Me tomé unos breves días sumido en la entrópica ciudad de Buenos Aires, la gran capital de nuestro país, donde se junta absolutamente todo: el apuro, el track-track-track constante del hospital que nunca se terminó de construir enfrente de mi viejo departamento, donde vivía con mis padres y abuelos (3 generaciones dentro de 1 departamento, dentro de 1 edificio con otras 120 familias, dentro de 1 barrio con la misma población de Santa Rosa – la perspectiva es buena para pensar, transportarte a otros puntos de vista, escuchar, observar, y concluir)
En la gran ciudad, todo se junta… las baldosas flojas de la calle luego de una lluvia que duró 5 días –acá llueve tanto, las lluvias cada vez más intensas, y en otros lados llueve tan poco-; el gris, el cemento, la humedad; el subte y sus combinaciones de hormiguero urbanizado; un hombre mayor, perdido, mapa en mano, buscando dónde estaba, y hacia dónde ir; los bocinazos usados como mero capricho desde autos vacíos con colectivos repletos de humanoides hacinados frenados al lado del auto, el colectivo también toca su bocinota… y del taxi que está parado en doble fila más adelante sale una viejita con su bastón, nadie la ayuda, de esas contradicciones se encuentran miles… imposible enumerarlas, pero todas esas contradicciones muestran realidades encontradas, que intentan encontrarse en la gran ciudad.
Todo se junta, y si bien el apuro de la rutina acelera la vida, el aumento de la entropía social también se produce por los abismos generacionales que existen entre todos los que formamos la sociedad, somos muchas generaciones, con diferentes ideales y objetivos de vida, intentando ir para adelante, todos mezclados en el mismo torbellino que revuelve todo, todos aportando apuro, locura por llegar, y a veces una inercia emocional que asusta.
También, en el subte, me reencontré con la música, al entrar a un vagón repleto de gente, con un tipo gigante, de pelo largo oscuro, sentado sobre sí mismo, tocando el órgano con los dedos bailando arriba de las teclas; instintivamente me saqué los auriculares, cediendo mi micro mundo musical para más adelante, puse la birome como señalador cerrando el libro de viaje, y el jazz se fundió con el tracketeo de las vías, y el mal humor de la gente pareció desaparecer volviendo a casa, como cierre mágico del día. Felicito a los músicos que le dan vida a la rutina y salen a tocar en todos lados.
Mientras aplaudíamos al tipo por embriagarnos el viaje, alcancé a ver en el vagón de al lado, a través de la puerta que unía a ambos vagones, a una pareja discutiendo, ella llorando, y él… mirando para abajo. El músico se bajó, una marea de gente que no vio nada de lo sucedido entró y ocupó el lugar que había usado el músico, disipando todo el aire mágico que se había producido, y –antes de ver la transformación de la cara de la gente– volví a abrir “Sputnik, mi amor” de Haruki Murakami, el libro que un satélite me regaló como cachetazo al alma.
Y leí: “Tampoco me apetecía colocarme en una empresa normal e ir sobreviviendo en medio de una competencia salvaje, escalando, paso a paso, las inclinadas paredes de la pirámide del capitalismo.(…) Con todo, sigo con las lógicas dudas fundamentales. ¿Quién soy? ¿Qué es lo que espero? ¿Adónde voy?”
El subte seguía como gusano atemporal zumbando por los túneles, debajo de la alfombra de esta gran ciudad, me imaginé subiendo para arriba, saliendo de todo esto hacia arriba, hasta llegar a un satélite para llegar a la calma de estar allá arriba y ver todo lo grande que somos. Como la aurora boreal acaricia nuestro planeta.
Al vernos desde afuera imagino todo el drama cotidiano en todo el mundo, me agarra un momento de desesperación, un nudo en la garganta, de querer saber cómo vamos a terminar si no logramos unificar realidades, y hacer las cosas verdaderamente bien, el coraje moral del que ya hablamos alguna vez.
Ansío, y vuelvo con otro aire al bunker de mi casa. A seguir escribiendo, informando, contando, transformando, y esperando poder ver desde arriba la realización de una nueva sociedad.
Saludos!
Brian Longstaff.-
Bibliografía:
Haruki Murakami. 1999. Sputnik, mi amor. Tusquets Editores, S.A. Buenos Aires. 2012
Las imágenes fueron extraídas de Google. Me sorprendió poner “músico subte” y que halla aparecido el mismo tipo.
El video esta filmado desde la ISS –International Space Station– y es genial, ver todo desde allá arriba.
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