Bases económicas de la cooperación.
Este boletín arrancó con una introducción al cooperativismo la semana pasada, si quieren leerlo, pueden hacer click acá.
“La cooperación como movimiento económico orgánico nació en Rochdale, en 1844, iniciado por 28 tejedores con un capital de una libra por accionista. Nació espontáneamente, sin alharaca, en forma humilde, como nacen o surgen de la entraña misma del pueblo, las ideas que no han sido impuestas. Un grupo de obreros, con plena conciencia de cuáles eran sus necesidades y comprobando la imposibilidad de nivelar los gastos con el monto de sus salarios, decidió darle valor a sus ingresos defendiéndolos con una organización común que les permitiría suprimir intermediarios.
¡Cuánta vigencia tiene esta actitud y qué ejemplar sigue siendo en la actualidad!
Ya entonces pudo afirmarse que “la cooperación es la unión para hacer”.
Los hombres que suelen reunirse para ser fuertes e imponerse ya sea en las ideas, como en las exigencias, no tienen espíritu de cooperación. Los hombres aptos para la cooperación, no piden privilegios ni se imponen por la fuerza numérica, sino que se unen porque tienen la firme convicción, -que los hechos no desmienten- de que la capacidad de acción que cada individuo con espíritu de cooperación posee, se multiplica al unirse con otro individuo capaz de sumar su esfuerzo en un propósito común. La unión para la acción –que es la base del cooperativismo- es la única que no anula al individuo, porque lo deja en plena libertad de sus posibilidades creadoras.
(…)
Sus bases económicas son universales. Después de más de 100 años de ejercitarlas, ninguno de los que han estudiado y practicado fielmente los puntos de la reglamentación inicial han podido superar las normas indicadas por los iniciadores del experimento, que siguen siendo consideradas las reglas de oro de la cooperación.
Analicemos brevemente algunas de estas reglas. (1) Acceso libre a la sociedad, sin distinción de credos, razas, religiones, o nacionalidades, es uno de los puntos cuya amplitud no puede ser superada.
(2) Cada accionista tendrá un voto, cualquiera sea el número de acciones que haya suscripto o integrado, (…). Es necesario señalar que lo importante de un socio de una cooperativa es el socio mismo y no el capital que aporta, cuando se trata de las decisiones que a todos nos interesan. Esta definición revolucionaria en la sociedad capitalista, modifica el concepto de que el hombre vale por los bienes que posee o aporta a la sociedad. Los aportes del ser humano no son medidos por viene o valores ajenos al hombre mismo. En la sociedad cooperativa el hombre debe mostrarse despojado de los bienes materiales que posee circunstancialmente, pero brindarse plenamente en sus facultades creadoras y de acción.
(3) Devolución de excedentes, en proporción al consumo o la producción, según sea la cooperativa de una y otra condición, (…)
(…) se creó la práctica de devolver lo que, con clara definición, se llama en el léxico cooperativista: excedente. En el comercio privado, ese excedente se acumula en beneficio del dueño del negocio, es decir que el propietario –además de la remuneración que ha percibido por su trabajo y que está involucrada en los gastos generales, sueldos, etc.- recibe ese excedente, que denomina ganancia, sin realizar tarea alguna.”
(…)
“Con estas bases fundamentales de la economía cooperativa, donde nadie medra sobre los demás, se comienza a comprender que es posible vivir armónicamente, ya que el problema del abastecimiento familiar es una necesidad común que puede ser atendida por todos sin perjuicio para nadie.
Tenemos, pues, en lo económico un pedestal sólido, un procedimiento justo, que elimina conflictos y procura soluciones por la vía de la comprensión solidaria, que hace posible el desarrollo de este sistema hasta el infinito.”
Será hasta la semana que viene,
Brian Longstaff.-
Pd. Sacado en el el libro de Cooperación de Enrique Agilda de 1959.
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