Bases morales de la cooperación.
Antes de leer las bases morales de la cooperación, se recomienda arrancar este boletín 2 semanas atrás, haciendo click acá, para leer la introducción, y luego las bases económicas, para después abordar las bases morales.
“Entendemos que el aspecto económico es el aspecto transitorio, es el puente que hace pasar al individuo, sin violencia, de un sistema capitalista –con bases esencialmente económicas-, a una organización más avanzada que habrá de conducirnos a una realidad social en la que las comunes necesidades no se constituyan en fuentes de lucro personal; a que no nos hallemos especulando sobre qué precisa cada uno de nuestros semejantes para explotarlo y enriquecernos; ni que nos dediquemos a crear falsas necesidades por medio de propaganda interesada hasta que la gente llegue a pensar que necesita lo superfluo que se le ha impuesto interesadamente. (…)
No puede haber mayor aberración, con respecto a lo humanamente justo, que la situación del trabajador en la sociedad capitalista, en la que un solo individuo obtiene para sí tanta utilidad como la que pueden percibir diez personas en igual tiempo, que han estado dedicadas a producir lo que aquel ha negociado. (…)
Las doctrinas son hermosas, pero los hombres encargados de aplicarlas padecemos una serie de trabas y prejuicios que nos impiden penetrar en ellas con toda la pureza y la convicción que requieren para su leal y exacto ejercicio. No es, desde luego, acomodando la doctrina ejemplar a las conveniencias de época y oportunidad viciadas del germen capitalista (preeminencia del capital sobre el hombre), sino utilizando un sistema adecuado a la consolidación de una verdad que rechaza la hegemonía del capital y la dependencia del hombre a ese mito inventado por el mismo para su propia destrucción, como avanzará la idea social que entraña el cooperativismo. (…)
Cada individuo advierta la presencia de un igual o par en cada ser humano con quien deba enfrentarse para una transacción en la que interviene el dinero. (…)
La moralidad en el actuar cooperativo es una manera leal de convivir; es rechazar la especulación en medio de una sociedad especuladora; es haber despreciado las superfluas e impuestas necesidades para reconocer y afirmarse en las necesidades esenciales del hombre. Es, moralmente, una exigencia del cooperativista saber discernir con claridad cuáles son las cosas necesarias y cuales las innecesarias para su natural vivir, porque sin esa concepción moral de la propia existencia jamás podremos ser cooperadores, pues siempre pensaremos que la sociedad nos debe algo más que no tenemos y por cuya conquista lucharemos, aunque sea en perjuicio de la unidad social.
El sentido moral de la cooperación radica en la educación que el cooperativista va alcanzando, educación que le permitirá saber que, por mucho que posea el individuo, no podrá ser feliz mientras allá otros individuos que padezcan miserias o sufrimientos que provenientes de la injusticia social.
No hay moral de cooperación si no se sigue la trayectoria y el destino de los bienes producidos o reunidos cooperativamente hasta sus últimas instancias. (…)
Charles Gide en “La era del consumidor” señala que los productos a elaborarse para el consumo o uso de la población deben ser elegidos y determinada su producción por el propio consumidor. De esta manera, habría verdadera libertad. Los artículos indicados por los productores no responden a una necesidad del consumidor, sino a una necesidad del productor que logra imponerlos finalmente al consumidor para obtener un resultado que lo beneficia. (…)
De manera que, una verdadera base moral de la cooperación, radicaría en esa elección inicial del producto a fabricarse como resultado de una cierta necesidad social, para pasar luego a la fabricación cooperativa sin explotación del trabajador que lo produce, exigiéndole una conciencia de elaborador correcto, que cumpliera su tarea como si de ese producto él mismo debiera ser el consumidor. Llegamos, entonces, a la segunda etapa que es la de la elaboración hecha con sentido de cooperación social. Si esa elaboración no se logra con la conciencia imprescindible por parte de quien la realiza, la línea de la cooperación se quiebra en esta etapa y todas las etapas sucesivas y las anteriores quedarían inválidas por esta sola falla.
Cumplida, en cambio, esta etapa de la elaboración con responsabilidad cooperativa, llegamos a la distribución que debe serlo sin especulación, conforme a las necesidades de los consumidores, es decir que entraríamos en la distribución equitativa. (…)
Si, llegado el producto a la etapa de la distribución, entra en juego la escases o abundancia circunstancial del mismo para determinar para determinar su precio de venta, es cierto que también se quiebra la línea moral de la cooperación que determina que el producto tiene un costo real y no un costo circunstancial. (…)
No hay moral cooperativa si no hay trascendencia de circulo, si no hay concepto superior de la acción personal y colectiva, si esa moral es acomodaticia a la circunstancias y olvida –aunque sea esporádicamente- la razón esencial del cooperativismo.
En la cooperación se reivindica la nobleza en la actividad diaria, el valor de la palabra empeñada, la confianza mutua. No hay posibilidad que exista la cooperación si entre las partes –partes circunstanciales que integran un todo- no ha desaparecido el antagonismo, si la palabra no se jerarquiza y es sustentada con el pensamiento recto y la acción ennoblecida. Cuando no se especula con la ignorancia de los demás, cuando se es leal a principios humanos esenciales, cuando se afirma la verdad permanente, y se quiere su triunfo por encima de todas las aparentes y circunstanciales conveniencias, cuando se ama al prójimo como a sí mismo y cuando se ama a sí mismo de la mejor manera, para que sea noble amar así al prójimo, es cuando la cooperación en el ser humano toda la fuerza moral que la anima.
Resumiendo, advertimos que la cooperación es sólo alcanzable con el verdadero auto-control de cada individuo que quiera ser parte y no eje o conductor. La cooperación se cumple sobre la suma de partes que hacen a la eficiencia del movimiento. Querer constituirse en eje, en conductor del movimiento cooperativo, en imprescindible dirigente, es negar abiertamente el sentido de la cooperación. El hombre que aspira a ser un buen cooprador, Debe realizar –ante todo- un severo análisis de sí mismo, una constante depuración de sus métodos sociales, de su vida de relación, de su conducta. El cooperador posible ha de ser un inflexible juez de sus pensamientos y sus sentimientos, y ha de estar siempre en abierta lucha consigo mismo, conscientemente, para barrer de su interior todo vestigio de pensamiento egoísta que se halle en lo recóndito de la subconsciencia, para eliminar las raíces de una moral especulativa y poder, luego, actuar libre y eficazmente en firme actitud cooperativista. (…)
De nada vale la predica, si quien predica no está vigilante y constante enseñanza de sí, en permanente preocupación por superarse, en continua tarea de perfeccionamiento íntimo. (…)
No podremos transformar el mundo por la fuerza de nuestra acción que es impotente para transformarlo todo, pero conformémonos con un destino más acorde con nuestras posibilidades: transformémonos nosotros e influyamos con nuestra transformación en quienes constituyen el círculo más próximo: la propia familia, las amistades, las instituciones en que militamos, los núcleos a que nos dirigimos.
Capitalicemos nuestra propia conducta cooperativamente, es decir, mediante la suma de pequeños actos honrados, honestos, generosos, virtualmente humanos y habremos contribuido así a forjarnos una moral cooperativa de verdadera eficiencia. (…) Los pequeños actos, las insignificantes acciones de nuestra vida van formando nuestro capital moral. Una extracción de fondos, reduce el capital social; una acción deshonesta, una actitud egoísta, un pensamiento mezquino, achican o reducen la personalidad moral cooperativa que vamos fortaleciendo paulatinamente.
No desdeñemos por pequeña ninguna de nuestras posibles actitudes constructivas.”
Será hasta la semana que viene con el último capítulo de Cooperación sobre las bases espirituales de la Cooperación.
Saludos,
Brian Longstaff.-
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