BA 259 – Las Tristes Estadísticas de Nuestro Legado.
Reflexiono, acerca de nuestros consumos, nuestras necesidades: las básicas y las que vienen una vez que las básicas logran estar cubiertas: lo cultural, lo estético y lo espiritual. Si seguimos así, sin cuestionarnos el cómo y el para qué de nuestras acciones diarias, ¿cuál será nuestro argumento-de-inacción para con la generación que nace hoy? ¿Que lo hicimos por no poder ceder a nuestros placeres personales instantáneos…?
Hace unos años atrás, el no hace mucho fallecido autor y educador sobre permacultura y ecología Toby Hemenway, escribió: “¿Cuánta tierra necesito para cultivar toda mi comida? (…) Yo mismo me lo he preguntado, aunque ya hace muchos años que no lo sigo haciendo, desde que probé y descubrí lo que suponía en realidad. (…) Es un noble proyecto, pero pocas veces se menciona el elevado riesgo que entraña de llevarnos al aislamiento, a la monotonía o incluso al desastre. (…) La autosuficiencia, es un elemento que nos atrae fuertemente”.
Estas palabras me hicieron reflexionar muchísimo… resignificándolas, pues fueron escritas en 2015, previo a nuestro contexto pandémico-bélico actual.
Me lleva a pensar en cómo poder reforzar la capacidad de generar lazos fuertes a nivel comunidad, en vez de buscar soluciones de alguna manera más ingenuamente individualistas. Haber vivido en la mitad del campo por casi 2 años me hizo entrar en consciencia de esto, de la mejor forma posible: la vivencial. Por aquí pasaron de agrónomos a apicultores, de carpinteros a plomeros, de molineros a trabajadores rurales, de jardineros forestales a bioconstructores; una múltiple gama de actores sociales que vinieron a dar una mano con sus capacidades para remontar el rancho del casco. A su vez, nosotros tuvimos que desplazarnos semanalmente en busca de provisiones básicas al pueblo, quemando combustible para movernos con el vehículo a tope.
Todavía no encuentro ni voy a encontrar una ecuación mágica que me diga qué tan “cerca de la Naturaleza” puede uno vivir, a la vez que lo suficientemente cerca de un pueblo/comunidad como para, por un lado, aminorar su huella ecológica, pero, por otro lado, para evitar vivir “adentro de la matriz productiva”: inmerso en aire fumigado, o en montañas cercanas al litio u otros minerales, o metido en un bosque maderable, etc… Es como si no hubiese una opción intermedia para vivir que no sea en una gran ciudad, o un pueblo en una zona productiva determinada, o dentro de la zona productiva misma.
¿Hacia dónde crecen nuestros asentamientos humanos de cualquier escala? ¿Poseen un planeamiento territorial o un ordenamiento del territorio que incluya el hecho de poder “hacer RED” dentro de la comunidad, y no sólo expandirla cuadricularmente? ¿Qué opciones tenemos para la masa de gente que migró del campo a la ciudad, expulsados por la agroindustria del futuro tecnológico que ahora, cansados de no tener tierras, buscan irse nuevamente de la ciudad hacia el campo que ya no es el mismo campo que ayer? ¿Cómo logramos generar puestos de trabajo que no sean trabajos golondrina de minería de 10 a 15 años de extracción y luego, ¡pumba!, pueblo fantasma? ¿Cómo hacemos para que se pongan a hacer los decretos reglamentarios de todas las leyes que mediáticamente aprobaron? ¿Cómo frenamos los desmontes nativos? Si somos el granero del alimento del ganado del mundo, ¿acaso no es una falacia decir que somos “el granero del mundo”?
NO TENGO LA MENOR IDEA de muchas de las respuestas a estas preguntas; a otras -intuitivamente- quizás sí… De todas formas, les confieso que estos son algunos de los interrogantes que me tienen croco-croco en la cabeza todo el día, como un hámster corriendo en su ruedita, en su prisión de aserrín.
Y me doy cuenta en carne propia de que la autosuficiencia es, ciertamente una utopía, porque como buen bicho entrópico, siempre tenemos una pérdida, una ineficiencia inherente a todas las transformaciones de energía. ¡Una linda utopía!, ¡ojo!… Y no voy a dejar de ir hacia ella, estudiando vías… porque yendo hacia ella logro empalmar con la teoría del decrecimiento tan difícil de llevar a la práctica a nivel global. Dejar de pensar en crecer infinitamente y así llegar a un estado de equilibrio dinámico y retroalimentativo con mi entorno.
Hemenway aclaraba entonces que no es sabio solucionar algo tan esencial -la alimentación- a través de una sola vía, y que, por supuesto, es mucho trabajo hacerlo solo… Basta con empezar a imaginarnos cuántas cosas deberíamos hacer a nivel individual para lograr la AUTOSUFICIENCIA ABSOLUTA. No solo para la alimentación sino para todo lo demás también. Labrar la tierra para sembrar y cosechar cultivos con los que moler y hacer nuestra propia harina. Faenar cualquier animal que sea que quisiéramos consumir, procesarlo como corresponde, a la vez que matarlo de manera digna y bondadosa. Barajar las colmenas y hacer todo el trabajo altamente capacitado de los apicultores que conocí que apasionadamente cumplen un rol humano-ecológico clave al asistir en la dispersión y mantenimiento de los colmenares (ya se sabe lo mal que vienen las poblaciones silvestres de abejas en el mundo).
Y se puede estar así infinitamente, hasta la locura… Cosechar, transportar y guardar frutos secos o generar conservas con todos los frutos con pulpa de diversos árboles frutales de todo tipo y color y floración y aroma. Al igual que tener, por qué no, una bendita destiladora de petróleo a mano para soñar con poder elaborar el plástico de la birome que utilizo todos los días; y por qué no una fábrica blanqueadora para tener papel blanco a mansalva. En fin, por donde lo mires, es imposible no pensarse en una Red, porque de no hacerlo te queda “cortarte sólo”, a dedicar todo tu tiempo en un acto de inmolación-ecológica innecesaria, que lo único que nos hace (si tomamos esa vía) es “llevarnos al aislamiento, a la monotonía o incluso al desastre” …
Y aún si pudieses cumplir la utopía de la autosuficiencia, y fueses el maestro de los oficios y de la eficiencia energética, quedaría otra cuestión lógica por resolver, y es que por más que vos lo logres a nivel individual, el resto no necesariamente lo va a hacer… Y, entonces, ¿por qué he de privarme de ciertos gustos globalistas o de tomar ventaja en ciertas situaciones si todos lo hacen? ¡Qué difícil es ser ética y ecológicamente correcto en una sociedad que no lo es! Y no es que no lo sea porque “El Pueblo” no lo desee… Los de arriba se empeñan en que los de abajo vivan en la ignorancia y la esperanza…
Pero, bueno… actuar como si el otro no estuviese o no importase es un clásico humano… Me hace acordar al concepto de “la tragedia de los comunes”, un término que alude a que cuando algo es compartido por varias personas, estas no lo cuidarán como algo propio. Sucede con una multiplicidad de ejemplos. Imagino un tipo varado en su auto en el tráfico en plena avenida concurrida, conduciendo solo, puteando contra el alto nivel de tránsito, pensando si todos estos idiotas usaran el transporte público yo ya podría estar en casa, y al lado tiene un tipo en otro auto pensando exactamente lo mismo, y al lado otro igual…
O un aula compartida por varios profesores, donde ninguno lidera ninguna limpieza, dejando basura y bancos desordenados para la próxima cursada. O peor, un acuífero compartido por varios, pero usado desmesuradamente por algunos para llenar sus piletas en verano, desabasteciendo de agua para cocinar a otros más alejados y vulnerados…
Pero el ejemplo más fácil de “cachar” es cuando tenemos un pastizal o una parcela compartida por varios individuos con sus pequeños ganados en ella, por ejemplo: ovejas. Cada uno puede poner una cierta cantidad de ovejas a pastar… Confiados en la calidad de las pasturas compartidas, cada una de las personas puede pensar: voy a poner una oveja más a pastar, ¡total! Los otros no se van a dar cuenta, y hay pasto para rato… Claramente, mes a mes, si todos actúan de esta manera terminarán por tener un pastizal absolutamente degradado, perdiendo su capacidad productiva a futuro.
Haciendo una analogía para nada tomada de los pelos, podemos pensar en una extensión global del concepto de “la tragedia de los comunes”, donde el bien común compartido por todos no es una parcela, un bosque o un rio… sino todo el planea…
Nuestro planeta ES nuestra parcela compartida. Y, como es un bien común a todos, “los individuos” (en esta analogía: “los países y sus estados gubernamentales”) terminan accionando como si nadie los viese a costas del detrimento de la salud de todos los demás. Una locura. La mayor parte de la población mundial vive en las ciudades y jamás se detiene a pensar en lo mucho que en verdad cuestan las cosas.
Sumado al hecho de que no es algo meramente individual… En este último ejemplo a escala planetaria, existe mayor responsabilidad y culpabilidad por parte de los altos círculos de poder. Es decir, por más que los individuos hagan sus cambios en sus comportamientos en cuanto a reducir, reciclar, reutilizar, separar residuos, compostar, comprar “local”, etc., serán las mega corporaciones que hacen lobby en todos los gobiernos, los grandes bancos y fondos de inversión, las instituciones que compran y venden acciones, las que tendrán que responder -espero- por sus impactos medioambientales. Dos cosas tienen que ocurrir: primero, la gente tiene que hacer una revolución de la consciencia y, segundo, todo pasivo ambiental, empezando por los servicios ecosistémicos no tomados en cuenta (los de soporte, regulación, y los “culturales”, que merecen un ensayo aparte), deberán ser incluidos en la toma de decisiones de cualquier política pública.
Creo que durante el último medio siglo ya venimos sabiendo esto, pero aquellos en el poder, amarretes del mismo, siguen haciendo frenéticamente lo mismo en su afán de sacar y acumular todo lo que puedan antes de que el sistema colapse (mi teoría es que es por esto que nunca salen los decretos reglamentarios de las leyes importantes, como la ley de bosques, por nombrar una), porque cuando esto ocurra, no sabremos qué pasará con las leyes, con los mercados, con los gobiernos y sus aparatos de control; no lo sabemos.
De hecho, creo que a esto ya lo llamaron “las responsabilidades comunes pero diferenciadas” en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, estableciéndolo ahí como un principio y retomado en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, en 1992. Pero blah-blah-blah-en estas convenciones, ya vimos que año tras años se reúnen solo para decir lo preocupados que están. Y la vienen siguiendo desde los años 70´s con reuniones de este tipo… ¡Hace más de 50 años que existe conciencia ambiental sobre los impactos del ser humano! Pero después tuvimos la instrumentación de dictaduras militares para acallar una oleada new age de personas, seguido de los 80´s y 90´s para llenarnos de champagne y pedos de colores y seguir creyendo en un sistema consumista… ahora el piso se está desfondando devuelta, pero no hay vuelta atrás, porque nos pasó medio siglo por arriba haciendo las cosas igual que siempre. Obviamente, este es un análisis muy por arriba, con tono de charla de fogata de sábado por la noche.
Los casquetes polares se derriten y los niveles del mar van subiendo, y en las convenciones internacionales siguen de esta manera: ¡oh! ¡qué barbaridad!, no-no-sí-sí-hay-que-actuar. ¡Vamos a redactar un Manifesto, firmado por todos los países, donde se diga la intención de juntarse a evaluar la posibilidad de que exista la chance de decidir si se va a comenzar a ponderar la probabilidad de que exista un diagnóstico acerca de… y así sucesivamente.
& mientras siiiiiiguen y siiiiguen,
si uno abre la panza de un ave marina
se encuentra con una muestra típica
de basura humana de todo tipo…
& muy lamentablemente, ni los estados, ni los mercados (que son Uno, en una relación simbiótica perversa), están tomando medidas concretas para solucionarlo, se sigue dividiendo a la gente para seguir venciendo, se intenta aislar a la gente emocionalmente a base de “pan y circo”, manteniendo el control social absoluto, en una carrera interminable por derrocar toda posibilidad de que la gente se junte, coopere y haga grandes cosas a través de la inteligencia colaborativa. Nuestro legado de los últimos 50 años de gestión planetaria está a la vista.
El domingo pasado, 5 de junio, fue el día mundial del medio ambiente.
Esta efeméride siempre me deja una triste sensación…
Lo mismo todos los años.
Pequeños intentos conscientizatorios,
en una marejada ciclónica de bardos de Poder,
que derivan en más caos climático.
Este año, por suerte, el séptimo arte me dio una emotiva paliza emocional, valga la redundancia. Del 1 al 12 de junio se está desarrollando el sexto Festival Internacional de Cine Ambiental (el “FINCA”, al que se pueden inscribir online para verlo de manera virtual).
Me acuerdo del impacto que tuvieron en mi vida las películas y documentales de ese festival, en su primera edición del año 2010. “GREEN FILM FEST”, se llamó. Yo aún vivía en la ciudad de Buenos Aires, y me pasé unas noches yendo al cine a despabilarme con documentales como “Home”, “No impact man”, “La última hora”, “Food Inc.”, “La historia de las cosas”, “El viaje de Chihiro” y otros. Salía del microcentro de trabajar, y perfilaba directamente al cine yendo con la línea “D” del subte hasta la estación Bulnes, atorado de gente volviendo a sus casas para recomenzar mañana el mismo éxodo.
Yo ya venía con mi búsqueda personal, con títulos como “Y tú qué sabes?” y “Zeitgeist”… Descreído me habían dejado, de todo lo que consideraba real, del orden convencional y normalizado que tenían todas las cosas para mí. Combinar esa metadata con las cosas que mostraban en el festival de cine fue un cóctel detonador en mi cerebro mamífero y, en un arrebato de supervivencia, tuve un giro vocacional importante y terminé al año siguiente cambiando de provincia y de carrera.
Uno de los participantes fue alguien a quien admiro muchísimo, Yann Arthus Bertrand, con “Home” y años después, ahora, vuelve a aparecer en escena mundial con su nuevo documental: “LEGACY” (Legado). Allí se cuenta la historia de la formación de nuestro planeta y cómo llegamos a tener tan bella biodiversidad, pero luego sigue por contar la terrible situación en la que nos metimos… Terrible y triste situación.
Pasando en limpio algunas estadísticas del documental, nuestro legado para las generaciones venideras son una verdadera humillación. A continuación, los números y realidades que más llamaron mi atención:
– En 50 años, hemos perdido casi el 70% de todas las especies vivientes de nuestra Tierra… Esto literalmente me entristeció la semana… Me siento avergonzado como ser vivo de ser parte de esta joven especie… hace muy, muy poco que estamos, en términos relativos, sobre el planeta… en escalas geológicas, el ser humano contaminó todo en un nanosegundo… nos tomó 150 años destruir la red de relaciones entre seres vivos que a la naturaleza le tomó millones de años generar…
– Del 100% de mamíferos que hay sobre el planeta, el 96% son Humanos con su ganado, y sólo un 4% representa la vida salvaje… Acá en el campo veo familias de zorros escondiéndose sobre montículos inaccesibles para las maquinarias agrícolas… Te miran y no entienden qué pasa…
– Como en California, Estados Unidos, ya es sabido que hay una carencia de poblaciones de abejas (¡abejas!) … lo que hacen para polinizar sus producciones de almendros es IMPORTAR ABEJAS de Australia… ¡¡¡Importar Abejas!!!…
– El rascacielos más alto que se hizo en Dubai, tierra desértica llena de arena y petrodólares, se hizo IMPORTANDO ARENA de Australia…
– Para no pasarnos del aumento de 2°C de la temperatura media global, necesitaríamos comenzar a hacer decrecer las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el metano, a una tasa de 5% anual… Esto teniendo en cuenta que el 70 % de las emisiones las hace el 10% de la población mundial…
– El pronóstico más conservador sugiere que si no hacemos nada al respecto, en otros 50 años más, hacia el 2070, un tercio de la humanidad tendrá que migrar a causa de problemáticas medioambientales.
Por eso digo, tristes son las estadísticas de nuestro legado…
¡Hasta las próximas líneas!
Brian Longstaff Howard.-
Referencias:
– Toby Hemenway, 2015, “La Ciudad de la Permacultura: Diseño Regenerativo de Pueblos y Ciudades Resilientes”. Capítulo 5: Estrategias para el cultivo en comunidad. Ediciones Kaicron. (De ahí la última foto)
– Toby Hemenway:
https://en.wikipedia.org/wiki/Toby_Hemenway
– Concepto de “Tragedia de los Comunes”: término acuñado en 1833 por William Forster Lloyd, pero conocido un siglo después con el artículo escrito por Garrett Hardin, en 1968, “The Tragedy of the Commons: The population problem has no technical solution; it requires a fundamental extension in morality”: La tragedia de los comunes. El problema demográfico no tiene una solución técnica; requiere una extensión fundamental en lo moral.
https://en.wikipedia.org/wiki/Tragedy_of_the_commons
– Boletín Consciente N ° 174 de Ploff.net, sobre la “Teoría del Decrecimiento”, publicado el 7 de septiembre del 2014.
https://ploff.net/ba-174-teoria-del-decrecimiento/
– Boletín Consciente N ° 246, donde está la cita sobre “la ignorancia y la esperanza” dicha por Richard Buckminster Fuller, en el Boston College, en 1970, publicado en Ploff.net el 2 de abril del 2021.
– Boletín Consciente N ° 258 de Ploff.net, sobre “por qué el libre mercado y el estado interventor no van más”, publicado el 1 de junio del 2022.
https://ploff.net/ba-258-por-que-el-libre-mercado-y-el-estado-interventor-no-van-mas/
– Las dos fotos de los pájaros con basura en sus estómagos son tomados de la última película mencionada de Yann Arthus Bertrand, “LEGACY”. Que se puede ver en:
https://imd-stream.org/festival/6finca/
– Responsabilidades comunes pero diferenciadas:
https://es.wikipedia.org/wiki/Responsabilidades_comunes_pero_diferenciadas
Agradecimientos:
Quisiera agradecer a mis 13 patrocinadores, que confían en mi trabajo y la generación de contenidos artístico-informativos que bajo al papel. Ellas y ellos permiten que parte de mi tiempo esté dedicado a escribir.
A ustedes: Leon Zaldivar Jarabo, Eduardo Wydler, María Eugenia Varela, María José Howard, Agustín Estala, Alison Longstaff, Gustavo Nervegna, Laura Pagani, John Kleuser, Mariana Pagella, Carlos Ezequiel Benvenuto Manarin, Santiago Eduardo Smith & Andrés Hillion, ¡Gracias!
También dar las gracias a ‘Bow & Tie Micro Roastery’ por su patrocinio.
¡Vos también podes ayudar a respaldar a Ploff en Patreon! Ingresando a: https://www.patreon.com/ploffawareness
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