Ahí viene la Caballería (NOSOTROS)
Este, es un llamado a la solidaridad, pero para NOSOTROS mismos.
La semana pasada hablamos sobre el Gradualismo como una forma de accionar gradual, progresiva, y lo relacionamos con «los pequeños pasos» que puede dar cada uno. Pequeños pasos que, por cierto, son los que hacen la sumatoria que hacen rebalsar el vaso, patear el tablero, y dar vuelta el sistema. Pequeños pasos que hacen que EL GRAN CAMBIO, se produzca casi por decantación.
Entonces, acepto que llega un punto en el que HAY QUE HACER ALGO GRANDE para ayudar a que todas las pequeñas cosas que hacemos broten y crezcan, contagiando a otros, replicando, expandiendo vientos de cambio como un dominó que arrancó y no para más…
Sin embargo, cuando intentamos hacer medianos o grandes cambios, nos topamos con las mismas trabas de siempre: leyes retorcidas, políticos corruptos (algunos ignorantes, otros nefastamente inteligentes), y una red tejida con la voracidad del vicio del PODER (el poder de controlar a los demás, y comerse la mentira de que pueden prescindir del mundo natural).
Y pasa algo más: en la escuela, en la universidad, en la vida, en la calle, o por esas casualidades de la vida –o causalidades– fui conociendo gente increíblemente inteligente, capaz, emprendedora, que –habiendo transitado un buen tramo de sus vidas profesionales- se sienten frenados, frustrados, y ya colgaron la toalla… ¿Por qué?
Porque quizás, se pasaron la vida entera intentando cambiar las cosas, yendo contra la corriente por muchísimos años… y ahora ya están envueltos en la costumbre del fracaso colectivo. Estudiaron, vieron, analizaron, actuaron… y pueden sentir que fue en vano.
Es como que un poco del pesimismo de James Lovelock –el ideólogo de la Teoría de Gaia de la que siempre me interesaron sus incidencias socioculturales–, quien cree que solo podemos emprender una retirada sustentable del planeta, envuelve a la generación de los 60’s y 70’s en un manto de frustración e indignación.
Pero, por suerte, esta generación entiende el mensaje, y los medios de comunicación ya no son lo que eran antes. Siempre pienso como hubiese caído el muro de Berlín si hubiese existido internet… Y esto lo repito mucho: nosotros ya tenemos una consciencia global que inventó una herramienta de comunicación global que nos permite accionar de manera coordinada y efectiva en pos de la defensa de la naturaleza… solo falta asumir nuestra responsabilidad social para con ella.
«Aunque todos tenemos la capacidad para triunfar, a muchos la vida les ha enseñado, a costa de dolores, fracasos y golpes, que es preferible no intentar mucho y quedarse pegado a la tierra sin atreverse a mirar hacia las nubes, porque incluso es riesgoso soñar, ya que se puede pagar dos costos: el del fracaso y la frustración; y también el del castigo y la desesperanza. Incluso lo que se ha denominado elegante pero ideológicamente » (Elizalde, 2009)
(Foto: Geovanny Infante – Causa y Efecto)
Hay que luchar contra esta DESESPERANZA APRENDIDA que está padeciendo nuestra sociedad -nuestra gente- en todo el mundo… ¿Por qué aprendemos a no tener esperanza?
Porque todo nuestro entorno está condicionado hacia la competición entre nosotros mismos. Porque el pacto social parece haber sido un fraude, y de repente, la rutina se transformó en dogma, y no tenemos esperanza de algo mejor. La única forma de cambiarlo, la única forma de despertar a la gente del letargo, es trayendo a consciencia un denominador común, como lo son las grandes problemáticas ambientales mundiales.
Trayendo a consciencia los gritos de nuestra Tierra, permitiendo que hagan eco dentro nuestro, surge la responsabilidad social. Cada uno deberá asumir su rol, aportar su granito de arena y rendir tributo al Planeta que te permitió respirar, comer y soñar. Cada uno, desde su profesión, puede o deber buscarle una vuelta de tuerca al asunto y repensar formas de pensar, de accionar, de actuar, y lograr que la sustentabilidad en la sociedad surja como pasto creciendo en el monte.
(Foto: Geovanny Infante – Siameses)
«Una identidad bien asumida es aquella que logra imbricar armoniosamente origen y vocación.
Por lo tanto, lo que le confiere sentido a nuestro actuar no se encuentra solo en el propósito perseguido (utopía o proyecto), ni tampoco en la imbricación de éste con nuestras prácticas cotidianas (rutinas o eventos), sino en la totalidad construida por estos elementos más nuestra trayectoria vital (historia o biografía). » (Elizalde, 2009)
El momento para un gran cambio llegó, nuestra generación sigue creciendo y estamos a punto de vivir el traspaso entre los antiguos tomadores de decisiones y nosotros. La idea es: o arribamos a buen puerto, o a NINGUNO.
Será hasta la próxima semana!
Brian Longstaff
LLAMADOS URGENTES DE LA TIERRA – Olman Montero
La tierra nos llama.
Nos llama de adentro
De los minerales,
Nos llama de afuera
Del árbol caído
De la hoja seca
De los manantiales.
Emerge sus manos
Hace mil señales…
La tierra nos llama,
Del reino animal nos llama
A los hombres,
Animal pensante.
Nos llama flamante
Nos llama incesante
La tierra reseca,
¡Sequía progresiva!
Y el bla bla acrecienta
En la burguesía,
Bla bla en los congresos,
Politiquería,
El Tema es el mismo:
Cerebros repletos
De anticomunismo
Y la tierra nos llama
Salvador
Honduras
Guatemala mía
Fósforo
Napalm
La flora encendida.
Las transnacionales
Como águila acechan,
Dólares cosechan,
Dolores a mares
En su andar nos crían.
La tierra nos llama.
¡América mía!
Trueno mi reclamo
Erosión mi llanto
Dolor mi sequía
Me queman el llano
Y la serranía.
Me hieren la fauna
Dolorosamente.
Políticamente
¿Dónde ecología?
Agroquímicos,
Deforestación,
Exportación,
Explotación,
Y qué del mono,
Del venado
Y la fuente que brotaba
De un costado de la loma.
Donde verde, verde intenso
Verde azul y verde tierno,
Donde vuelo de paloma.
Donde aire puro y fresco,
Donde el indio alegre asoma.
Bibliografía.
Antonio Elizalde. 2009. «Utopía y Cordura. Aproximaciones para la sustentabilidad en tiempos de crisis». 1era Edición. Capital Intelectual. Buenos Aires.
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