Ojo con el Derecho Ambiental:
Dicen que hecha la ley, hecha la trampa… y el proverbio surge de situaciones de indignación. ¿Qué tan protegidos están nuestros recursos naturales? ¿Hasta dónde llega a ejercerse sólidamente –en defensa de la naturaleza– el marco legal, las leyes y las normas?
Mientras llevamos a cabo nuestras rutinas, estudios, trabajos… ¿Qué pasa detrás del telón?: lo mismo qu
e ocurrió siempre: una competición sin escrúpulos por el Poder, y la consecuente acumulación de capitales que llevan a cabo aquellos que puedan retener el poder el mayor tiempo posible.
Para poder interpretar cómo lo hacen, no queda otra que aprender a leer entre líneas y conocer los puntos débiles de las leyes que protegen al medio ambiente. Para muchos, el derecho ambiental es una parte gris y aburrida de la protección medio-ambiental. Sin embargo, cualquier emprendimiento/ proyecto/ investigación que queramos llevar a cabo termina chocándose con alguna trampa burocrática. Los que retienen el poder son expertos en re-interpretar las leyes, darles un giro conceptual, y dejar sin efecto la realización de un proyecto beneficioso para la sociedad y el Planeta.
Un profesor experto en el derecho ambiental nos dijo una vez que tengamos cuidado cuando las leyes presentan conceptos laxos, es decir, conceptos sujetos a re-interpretaciones. Son esos los puntos débiles de las leyes que tenemos que saber discutir, defender, retrucar ante los tomadores de decisiones.
Algunos ejemplos:
La Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, llevada a cabo en 1992, proclama en su Principio N° 16 que “el que contamina debe (…) cargar con los costos de la contaminación”. Pero no aclara mucho más, haciendo que parezca que uno puede contaminar todo lo que quiera, siempre y cuando pague. Pero no hay que olvidar que pagar no justifica el hecho de contaminar. La plata no compra todo, y mucho menos un derecho comprado por contaminar.
Acerca de las responsabilidades que deben asumir aquellas personas, empresas, instituciones, personas jurídicas que causen un daño ambiental, el Art. N° 29 de la Ley Nacional N° 25.675 – “Ley General del Ambiente” – dice que “la exención de responsabilidad sólo se producirá acreditando que (…) los daños se produjeron por culpa exclusiva de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.” Esto deja la puerta abierta a poder echarse las culpas de un lado a otro… una gran empresa, con su congregación de abogados especialistas en echar culpas, buscará, casi siempre, desligarse del daño ambiental cometido, y tirarle el problema a otro.
La Ley Nacional 25.831 – “Régimen de libre acceso a la información pública ambiental” – empieza dejándonos tranquilos: cualquiera puede acceder a información concerniente al medio ambiente. Sin embargo, otra puerta abierta… el inciso c) del Art. N° 7 de dicha ley dice que se podrá denegar la información ambiental solicitada “cuando pudiera afectarse el secreto comercial o industrial, o la propiedad intelectual”. En otras palabras, si la empresa considera que la información que se le está pidiendo amenaza sus aptitudes de competición en el mercado mundial, entonces no nos brindaran información alguna sobre sus acciones.
Como un ejemplo discutido en clase: si una empresa farmacéutica francesa manda un barco a extraer muestras de arrecifes de coral de las costas africanas buscando nuevos descubrimientos farmacológicos a través de nuevas aplicaciones de los recursos genéticos que nos da la vida en la tierra, y luego vuelve a sus laboratorios en Europa e inventa un medicamento contra el reumatismo y se llena los bolsillos de billones de dólares… ¿A quién le corresponde esas ganancias? ¿A los africanos? ¿O a la junta directiva de la empresa francesa?
El solo hecho de defenderse detrás de ese “secreto comercial” no basta. Esos billones de dólares generados no pueden terminar centralizándose en un grupo de personas, y menos cuando el producto que obtuvieron fue a costas de millones de años de evolución biológica en el mundo. Evolución que atañe a todos, no a un grupo de personas.
Los beneficios de la Biodiversidad Biológica deben ser de todos, y no de aquellos que puedan pagar todos los meses un dineral por medicina prepaga.
Pienso en esto enérgicamente mientras me bajo del colectivo en la ruta, caminando entre álamos plateados y eucaliptos, con un manto de pasto verde a mis pies, llegando a trabajar en la pizzería una noche más. Discuto/charlo/me saco hablando con mis amigos del trabajo sobre estas cuestiones. “Pero no podes estar de mal humor al respecto, no podes sacarte” me dicen… Pero a esta altura del partido, creo que tenemos que empezar a indignarnos con estos temas, porque no son externos a nosotros.
Nosotros somos naturaleza, y es la naturaleza la que está siendo ultrajada. Estas cosas pasan mientras nos preocupamos por tener toda nuestra rutina encaminada. Mientras vos te preocupas por el aumento de la luz y el gas y la nafta y las compras del supermercado, detrás del telón siguen amasando plata, generando las condiciones necesarias para que no nos demos cuenta de nada.
Mantener a la población distraída es el arte de los poderosos. A lo largo de la historia, nos contaba el mismo profesor, existieron 3 grandes apropiaciones mundiales:
1) La apropiación de tierras en Europa (feudalismo) – que llevo a la concentración de riquezas en unos pocos y a la emigración de grandes masas de desocupados del campo a las ciudades;
2) La apropiación del excedente laboral dada por el capitalismo – la situación de incerteza mundial, de no saber si llega uno a fin de mes, nos llevó a aceptar las reglas del juego, trabajar por un sueldo que nos alcanza para lo justo, pero no para soñar, sino para envidiar al otro, emociones de competición, de status social, el ego a flor de piel, son emociones que mantienen el capitalismo en marcha;
3) La apropiación de recursos genéticos – la apropiación mundial más actual de todas, la que pasa hoy en día en todos lados y no nos damos cuenta entre tantos superclásicos, programas de chimentos, casos de inseguridad, etc. La Barrick Gold (minería), Exxon Movil (hidrocarburos), Nestlé (recurso hídrico), Monsanto (semillas), Botnia (recurso forestal e hídrico), y otras tantas empresas se autoproclaman dueños de los recursos naturales.
Y solo pueden hacerlo porque:
I. A nadie parece importarle…
II. Saben interpretar esos conceptos laxos escondidos en nuestro mundo legalizado para poder operar como quieran.
La problemática mundial es demasiado grande ya… Y tenemos que conocer a fondo las reglas del juego para poder argumentar lo inargumentable. En otras palabras, el planeta y la naturaleza son un derecho de todos, y puede ser algo obvio para nosotros; pero vamos a tener que aprender a discutir de igual a igual con los tomadores de decisiones, solo así vamos a poder arrebatarles el Poder, para agarrarlo todo y plantarlo bajo tierra para hacer crecer una nueva sociedad.
Será hasta la semana próxima,
Brian Longstaff.-
Pd. Un especial agradecimiento a Marcelo Turdes y Federico Di Pietro, profesores de la materia de Administración, Política y Legislación de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente de la UNLPam por los debates dados a lo largo de la cursada.
Leave a Comment