Una semana emotiva para el Parque:
Hace dos años y medio llegué a Santa Rosa en busca de una tranquilidad a nivel cotidianeidad que no logré materializar viviendo en una gran ciudad. En un video motivacional que vi hace años recomendaban vivir una etapa de nuestras vidas en una ciudad; pero igual de importante era vivir otra etapa de la vida fuera de la ciudad. Y decidí seguir el consejo para evitar transformarme en una persona recurrente.
En los primeros meses del 2011, recuerdo un trabajo práctico sobre “Ecosistemas Urbanos” que hicimos para la universidad, donde hicimos un relevamiento de la basura (orgánica e inorgánica) que había dispersa en un espacio verde de la ciudad, el Parque Oliver: un pulmón verde para lo urbano.
Un espacio usado por la comunidad para juntarse a tomar unos mates, llevar a los más chicos a jugar, juntarse a charlar, o simplemente contemplar la paz de ese micro-ecosistema, con sus aves lanzándose en picada desde los árboles al suelo, buscando la miga de pan de aquella niña que descuidó su pebete de media mañana para ir corriendo detrás de una mariposa… micro-momentos cargados de vida que se dan en esos spots privilegiados de la ciudad, donde existe tierra en vez de cemento, donde el agua se retiene y no se pierde escurriéndose hacia donde la pendiente de la calle le indique, y donde prevalece el verde, por sobre el gris.
Esta semana, ese espacio verde estuvo amenazo por el avance de la frontera inoperante.
Inoperante ya que, sumado a la falta de planificación urbana, cada vez que crece una ciudad de adentro hacia adentro mismo, es decir, dentro de los mismos limites, la misma superficie, lo hace transformándose verticalmente (más edificios) y transformando cualquier ápice de verdor en “espacio mejor aprovechado” – como por ejemplo voltear una plaza para hacer un estacionamiento.
Claro, al jubilado cuya familia vivió cuatro generaciones en la misma casa, lo persuaden a vender la propiedad, para luego construir un edificio con gente adentro que está alienada del barrio y sus vecinos.
Una chantada para el viejo jubilado con respecto al dinero que sacarán alquilando de por vida los nuevos departamentos, aumentando sus alquileres año a año ya que siempre existe el recambio de humanos en los edificios (y en las ciudades), y el negocio inmobiliario se nutre de ellos…
Por ejemplo, la mitad de mi sueldo, se va al alquiler (no es una queja, sino un dato). Ese nuevo edificio no posee azoteas verdes para recompensar los árboles talados y la tierra reemplazada por hormigón armado.
Y todos los nuevos inquilinos, que pagan religiosamente mes a mes sus alquileres a las respectivas inmobiliarias que se ríen de todo el proceso, son orgullosos dueños de un auto comprado gracias a alguna tramoya financiera, compren Hoy, paguen el resto de sus rutinarias vidas.
Y esos nuevos autos –además del petróleo que van a necesitar de aquí en adelante- tienen que tener estacionamientos para poder guardarlos cada vez que realizan un breve viaje, en el auto de forma solitaria, al centro de la ciudad. Al igual que matar un mosquito con un lanza-llamas, en vez de agarrar la bici, el auto te acerca unas cuadras a cambio de todo un motor de combustión interna a disposición.
Cuestión que los vecinos santarroseños, cuando se enteraron de la noticia, usaron internet proactivamente y en tan solo 1 día se armó una movilización en defensa del parque con participantes que no llegaban a los 10 años y otros que pasaban los 70. Artistas, estudiantes, madres, abuelos, toda la comunidad se juntó en el parque para expresar lo obvio… no queremos cemento, queremos árboles…
Al lado del Parque Oliver hay una escuela que, cuando estábamos todos congregados, empezaron a gritar el nombre del parque bien fuerte para que nos escuchen.
Fue emocionante, ellos también querían defenderlo, y sus gritos fueron como un recordatorio que SOMOS NOSOTROS los que, por el momento, debemos aprender a gobernarnos a nosotros mismos. Y para dejar esto demostrado, uno por ahí dijo “¿y si volemos a poner los ladrillos que sacaron para empezar a romper la plaza y los volvemos a poner en su lugar?”
Y ahí fuimos, unas 70 personas levantando ladrillos de una montaña de escombros, reacomodándolos como estaban, dejando en claro que el pueblo, la comunidad, los vecinos, la juventud y el futuro habían hablado.
No queremos un estacionamiento de autos en un lugar de recreación natural, porque implicaría seguir retrocediendo mentalmente como especie; no se soluciona el problema del tráfico con más estacionamientos, sino dejando de vender tantos autos, postulándonos como una extensión de la hombría del hombre o sinónimo de independencia.
“(…) la participación popular desencadena poderosas energías, que ni se sabe que están, y los fervores colectivos pueden ser más capaces de prodigio que cualquier mago de alto vuelo” (Galeano, 1990)
Tanta gente habló al respecto, tantos fueron los que fueron y movieron esos ladrillos de lugar, que las obras de expansión de la frontera inoperante cesaron al día siguiente. Los ciclistas de la masa crítica salieron a copar las calles de forma sustentable unos días después y también pasaron a saludar al parque. Una especie de agradecimiento por parte de las bicicletas, o más bien un recordatorio, que la bicicleta es una buena opción para la movilización urbana.
Es cierto, hay muchas cosas pasando en este momento que merecen ser defendidas a gritos, quizás la destrucción de un Parque urbano NO sea lo más importante en cuanto a negligencia ambiental (los ríos se siguen contaminando, lo mismo con el suelo y el aire), pero me sigue pareciendo positivo que la sociedad, al menos, REACCIONE. Antes nos pasaban por arriba con estas decisiones (poner o no un estacionamiento), pero ahora ya no pasa desapercibido
Para que se den una idea, en otro parque fueron de noche a sacar los árboles para que no lo vean los vecinos, tristísimo, a lo que tuvieron que llegar los tomadores de decisiones… pero vemos que son los últimos truquitos que van quedando de un sistema que está viejo, obsoleto. Ya somos muchos pidiendo y respirando cambios.
Será hasta la próxima semana,
Brian Longstaff.-
Bibliografía
Galeano, E. Ser como ellos y otros artículos. Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires. 2010
Fotos extraídas de Google, salvando la foto tomada por Agostina López el día 4 de Julio en el que se llevó a cabo la manifestación en Parque Oliver, y la última tomada por Abby Viale el día 6 de Julio durante la Masa Crítica Pampeana.
Leave a Comment