Ahondando desde la Nada.
“Rather than love, than money, than fame… give me Truth” (Más que amor, dinero o fama… dadme Verdad…) – Henry David Thoreau.
Ya las fechas se van haciendo infechables… No sé si es viernes, ayer, lunes, mañana o si ya fue. Es más bien HOY, y siempre Hoy. Infechable porque se empieza a sentir la “torsión” del tiempo. Torsión en serio, para un lado y para el otro del trapo lineal. Girando hacia un lado, es finito: se te vienen las lluvias y las visitas y hay toneladas de cosas en la mente de cada uno con más cosas para hacer. Pero, del otro lado del giro, la palabra “inconmensurable”. El tiempo que se estira hasta donde quieras, el recordatorio de que ya no te está corriendo nadie por detrás (más que vos mismo); la realidad de estar trabajando para hacerte una casa, un alimento… y no trabajando para seguir aportando a la centralización sistemática del poder y el dinero y toda la sarasa que viene por detrás.
El trapo del tiempo se torsiona, y del estrangulamiento cae una gota de tiempo totalmente nueva, un tiempo activo, eficiente, despierto, atento, focalizado. Un tiempo en el que elegís activar con plena conciencia en cada movimiento que haces, y te pone en movimiento para aprovechar el tiempo al máximo y destilar esa gota de tiempo que suspira de tu boca al terminar tu día sentado alrededor del fuego que va cocinando un guiso a fuego lento y parejo. En ese horario mágico, donde amaina el calor y los mosquitos te dan un respiro.
Al mismo tiempo, no te queda otra que aprovechar ese tiempo, porque los recursos, al menos hasta el momento, son finitos. El vil metal, como diría mi abuelo, sigue estando ahí para que hayamos podido invertirlo en los bienes materiales necesarios para estar acá. Pero las herramientas se gastan y la comida hay que comprarla. Ya existirá la huerta, y energías alternativas o financiamiento de algunos círculos de poder que han despertado a la realidad de que acaparar para enriquecer condena la Nada espiritual; sienten el karma encima, y saben que una mera donación no alcanza para lavar culpas. Y es que no hay nada que lavar ya, uno deja de sentir culpa cuando toma las riendas de su vida aquí y ahora y decide ser parte de los diferentes proyectos sociales que van brotando en el mundo. Jóvenes, construyendo nichos económicos emergentes para trascender el sistema actual, en vez de querer cambiarlo. Soluciones que emergen desde varios puntos, desde jóvenes que saltan a hacerlo, que quisieron llevar sus valores de un idealismo charlatán a una concreción real, certera, silenciosa y serena.
Si los recursos escasean, una suerte de fe ecológica nos telepatea para decirnos que más gente se despertará a focalizar sus propios recursos en CREAR un mundo mejor, en vez de perpetrar ciclos alienados de consumo. Pero, por el momento, somos pocos guerreros haciendo uso de este tiempo nuevo fuera del tiempo viejo, convencional. Y la mente de uno integra sus egos, en vez de matarlos, para mantenerse enfocado, atento, y no dejarse llevar por pensamientos autoboicoteantes que no lo dejan a uno terminar de soltar y Ser.
Me escapo de mi autoboicot, me escapo de los pensamientos que ya no me sirven aquí, me escapo de lo que no me gusta de mí, y me voy a caminar por el monte. Me escapo, no por evasión, sino por soltar lo que ya no me sirve… La Naturaleza siempre sigue su curso y siempre te ofrece alguna Verdad con sólo mirar.
Y… cuando encontrás la Verdad a través de Revelaciones Naturales, no hay Nada que Hacer, más que rendirte ante ellas…
Una Revelación Natural puede ser cualquier cosa que se te ocurra que te sirva para hacer una interpretación positiva de lo que estás pensando… Ver un jote de cabeza negra gigante planeando sin esfuerzo, me puede transmitir libertad. Una yegua cuidando de su potrillo me puede recordar al abrazo cálido de mi mamá. Una lagartija tricolor subiendo frenéticamente a un árbol me puede transmitir destreza. Un terremoto puede sacudir mi existir y con él mis creencias, de la misma forma en la que lo haría cualquier experiencia cercana a la muerte (todas ellas: un choque en auto, la pérdida de un ser amado –representativo, único– o un desastre natural a cualquier escala y guerras injustificadas)
La vida ES, y punto… Pero esa frase ya está gastada. Y el motivo por el cual está gastada es porque EL LENGUAJE, las palabras, los símbolos, las estadísticas, jamás podrán describir correctamente lo que es el buen vivir. Hay cosas inexplicables que nos da la Naturaleza y que no pueden transmitir la belleza pura a las palabras (de la misma forma en que un fotógrafo jamás puede captar el volumen y tridimensionalidad de los grandes bosques de coníferas del sur de la cordillera de los Andes)
Entonces, es imposible transmitirles lo que sentí hace unas noches atrás cuando terminamos de frenar por primera vez y cerrábamos nuestro primer círculo de fuego sagrado… Ya no habían flamas danzantes; sólo brasas con formas oblongas acostadas sobre el cóncavo pozo recubierto con arcilla y lleno de piedras de diferente tamaño en su perímetro circular.
La Luna en Aluna se dejaba entrever por entre las nubes, que cubrían todo el cielo dejando ciertas intermitencias oscuras hacia el cosmos. Y, de repente, ¡¡LUCES!! ¡¡Iluminando el suelo, el campo, el bosque!! ¡TODO! Primero de blanco y luego de verde y blanco y verde otra vez. Miramos hacia arriba y un meteorito gigante surcaba, rasgaba y penetraba la atmósfera terrestre de este a oeste a una velocidad fantástica. Y bajando hacia allá, pasando la montaña, se fracturó y estalló en tres pedazos cual fuego de artificio oriental… Extasiados y conectados, nos reímos, ya que las probabilidades de ocurrencia de que caiga un meteorito como cierre de nuestra primera ofrenda a la Pacha (a través de un ritual totalmente improvisado desde el corazón) eran totalmente nulas, y nos hizo sentir invencibles… Es como si la imposibilidad de ocurrencia del hecho sea proporcional a su importancia y trascendencia. Algo así como que más me la creo cuanto más improbable es…
Nos dispersamos, felices. Al minuto y segundos, se sintió una fuerte vibración y el sonido de una explosión como si fuera en cámara lenta. Todos nos acuclillamos y pusimos nuestras manos sobre la tierra para sentir su vibrar. Sentí que era otro flor de sismo, pero fue un recordatorio de que el tiempo y el espacio son curvos y que todo es relativo, pues era la explosión del meteorito cuyo sonido viajo a su velocidad hacia nosotros.
Al día siguiente, otro domingo infechable, nuestros primeros voluntarios, amigos y hermanos latinoamericanos llegaron en bicicleta desde Méjico y también lo hicieron nuestros arquetipos familiares, y la Luna seguía creciendo… Hoy, trabajamos a fondo y nuestros cuerpos están muy fatigados, pero al menos HOY, trabajamos cantando, y mañana es luna llena y los animales que se despiertan en la noche pareciera que lo saben porque cantan aún más fuerte.
Mientras ya van subiendo los primeros muros de la casa comunal, aprendemos, no sólo a bioconstruir, sino a hacerlo casi sin plano alguno y sobre la marcha, algo que va contra toda ingeniería y gestión de proyecto pero que, aun así, se va materializando enfrente de mí una manera nueva de CREAR las cosas cocreando entre varios. Se aprende a subir muros de arcilla y paja encofrada y a bajar muros interpersonales para fundir las mañanas de uno con la personalidad del otro. Se aprende a aplicar tanto los pdf. que vi tantas veces desde una oficina surfeando google con diseños, técnicas y manuales de permacultura, como también los cuatro acuerdos toltecas de manera cotidiana. Se tonifica la paciencia y se equilibra tu estado físico.
Me recuesto en mi carpa, un micromundo, un templo, una cueva… Mi cabeza, hoy, duerme al revés y elegí cambiar de posición, con la cabeza en la entrada de la carpa, dejando sólo el mosquitero para poder ver y las piernas hacia el fondo de la carpa, porque así puedo cumplir un sueño que siempre tuve: dormir mirando la luna llena. Acá, por lo menos me despierto todos los días sabiendo que estoy dando lo mejor de mí en algo que creo que es lo más difícil que se pudo haber elegido hacer sobre el planeta. Me recuesto, decía, y pienso en esto de tener que sentir, querer y trabajar el hecho de ser gregarios… de cumplir tu sueño en conjunto con otros seres humanos, aprender a verlos como espejos (pues eso es lo que somos) y las dudas que pueden surgir de sus reflejos. Pero, como siempre, abro un libro, me inspiro, y encuentro respuestas a las que les respondo con un suspiro de alivio y a dormir:
“En la perspectiva cósmica, cada uno de nosotros es precioso. Si alguien está en desacuerdo contigo, déjalo vivir. No encontrarás a nadie parecido en cien mil millones de galaxias.” – Carl Sagan.
“La Ciencia es una aventura, ya que nunca se sabe que va a pasar, qué deparará la próxima estrella: la ciencia se alimenta no de la certeza, sino de la compulsión y la duda. La duda es riesgo y riqueza: nos lleva a pensar las cosas, aun las que parecen más seguras, desde un lugar que no es el conocido, común y confortable, y a afrontar el peligro de la incoherencia, del error y del ridículo.” – Leonardo Moledo
Me voy a dormir pensando que el establecimiento desde cero de una ecoaldea permacultural es aplicar las ciencias de la vida –las mismas que define Aldous Huxley en “La Isla”– en su máxima expresión y, ergo, la mayor aventura de a ser vivida.
En esa aventura, uno forja su actitud de una manera avasallante, y esto es importante… Porque puede tranquilamente simular una actitud determinada en una zona de confort… pero le va a ser imposible hacerlo cuando se pase más de una quincena fuera de esa comodidad. Hoy es el último día que completa nuestro primer mes alunático aquí, y puedo caer a cuenta de esto. Por eso le agradezco a la Pachamama, no sólo por los alimentos que me da y la salud que tengo…
Le digo Gracias Pacha, por demostrarme crudamente que nada de lo que creía era cierto… Gracias Pacha, por mostrarme todas mis caras, malhumores y mañas de la noche a la mañana… Gracias… por dejarme ver las virtudes como así también lo peor que acarreo de mis ancestros y dejarme sólo en la inmensidad para resolverlo. Este acertijo enorme que es uno mismo cuando tiene el confort alrededor para soslayarlo. Gracias Pacha, por confirmarme que la vida urbana se olvidó de lo esencial, de esas emociones personales que aparecen cuando no tenes banalidad alguna para distraerte. Gracias Pacha, por haberme sacado de ahí a Tiempo, y gracias, ahora sí, a mí mismo, por haber tenido el coraje de haber hecho el gran salto hacia la Nada, para ahondar en pensamientos desde ella.
Los malhumores infundados acarreados de otras vidas o de no sé dónde, me llevaron directamente a martillarme fuertemente un dedo y a frenar y a pensar en todo esto. Nadie puede enseñarte a vivir esta aventura de manera serena más que vos mismo. Re-escribir la sociedad no es algo que se enseñe en la escuela, en la universidad o en un libro, es algo que uno sale a materializar por su cuenta y con ayuda de quienes estén dispuestos a hacerlo. Materializar en actos lo que uno cree correcto, más que pregonarlo.
Una canción latinoamericana llamada “Semilla-Universo” de la banda “La Maraka” me canta una verdad simple y divina desde Colombia. Una frase, que resume todo este Todo: A UNA SEMILLA NADIE LE ENSEÑA A CRECER.
Nosotros, cada ser humano, somos una semilla repleta de potencialidades y futuros fantásticos, pero no se puede esperar a que escriban la historia paso a paso por nosotros. Se debe romper el cascarón, emerger del suelo fértil y buscar la luz por cuenta propia. Sólo cuando logres ascender del sustrato podrás ver que habían otras semillas brotando, pero hasta tanto no te actives, quedarás cómodamente encerrado con tus potencialidades en desuso, dentro de tu confortable cascarón. Yo puedo intentar explicarlo en un ensayo, pero esa canción lo resume mejor; incluso en su “Canto De Mí Mismo”, Walt Whitman lo destila más clara y poéticamente…
“Yo no sé lo que está sin probar y después
Pero sí que a su vez resulta suficiente, y no puede fallar.
(…)
Es hora de explicarme, pongámonos de pie.
De lo que es conocido me desnudo,
Yo lanzo a todos los hombres y mujeres adelante junto a mi hacia lo
Desconocido.
El reloj indica el momento, pero la eternidad ¿qué es lo que indica?
(…)
Yo soy una cima de cosas logradas, y yo un contenedor de cosas por
ser.
(…)
Todas las fuerzas fueron empleadas con firmeza para completarme y deleitarme,
Ahora en este punto estoy en pie con mi alma robusta.
(…)
Ni yo, ni ningún otro podemos recorrer ese camino por ti,
Tienes que recorrerlo por ti mismo.
No está lejos, está en radio de alcance,
Quizá has estado en el desde tu nacimiento y no sabías,
Quizá está por todas partes en el agua y en la tierra.
(…)
Bastante largamente tú has soñado sueños contemplativos,
Ahora te lavo las legañas de los ojos,
Y tienes que habituarte al resplandor de la luz y de cada momento de tu vida.
Largo tiempo has entrado medrosamente al agua aferrado a un tablón junto a la orilla,
Ahora quiero que seas un nadador audaz,
para que saltes en el medio del mar, te levantes de nuevo, me asientas, grites y entre risas te zambullas hasta el pelo.”
Por supuesto, todo en la vida es prueba y error. ¿Vale la pena el intento? Claro que sí que lo vale… ¿Vale la pena el aprendizaje…? ¿Vale la pena intentar hacer las cosas de forma diferente por más de que te equivoques en el cómo? Si el fin es certero, y desde el amor, lo vale… Pero el fin NO justifica los medios, y ojo con esto… Cualquier proyecto de vida sucumbirá en el mediano plazo si no se asegura la búsqueda de las diez potencialidades humanas que plantean Manfred Max Neef, Antonio Elizalde y Martin Hoppenhayn en “Desarrollo a Escala Humana. Una opción para el futuro”.
Según ellos, las necesidades/potencialidades humanas fundamentales son: el afecto, la creatividad, el entendimiento, la identidad, la libertad, el ocio, la participación, la protección, la subsistencia y la trascendencia. Si el estilo de vida en el que estás inmerso no satisface esas potencialidades tuyas que tenes ahí adentro (TODOS las tenemos), entonces es porque algo anda confuso, incómodo, en tu vida. Y debes hacer algo al respecto.
¡Hasta Pronto!
Brian Longstaff.-
Fotos tomadas por Nicolás A. Crespo.
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