Queridos Lectores y Lectoras
Hoy –y siempre– existe una fuerte realidad en nuestro planeta de expropiación de tierras. Empresas que encuentran facilidad de instalar sus medios de producción en países subdesarrollados que los liberan de impuestos, se bajan los pantalones con las manos contra la pared y les regalan la naturaleza toda para echar sus desechos.
Los ejemplos pueden comenzar hace más de 200 años atrás con la explotación deshumanizada de las minas del Potosí, y pueden terminar de la manera más chic de la mano de las macroempresas que llegan a los pueblos crédulos vendiéndoles prosperidad, trabajo y beneficios para los habitantes de tan cotizada tierra, para tan solo arrebatárselas, exprimirla, matarla, y retirarse contentos.
La papelera Botnia se vino para acá porque por allá la ley no les permitía hacer nada de lo que iban a hacer. ¿Cómo se les ocurre contaminar nuestro ecosistema natural? – Les decían – Ah, no, NO! Váyanse a América Latina, ahí por dos mangos nos dejan ponerlo.
Nuestros funcionarios… con los bolsillos llenos.
“Febrero 13. El peligro de jugar
En el año 2008, Miguel López Rocha, que estaba brincando en las afueras de la ciudad mexicana de Guadalajara, resbaló y cayó en el río Santiago.
Miguel tenía 8 años de edad.
No murió ahogado.
Murió envenenado.
El río contiene arsénico, ácido sulfhídrico, mercurio, cromo, plomo y furanos, arrojados a las aguas por Aventis, Bayer, Nestlé, IBM, DuPont, Xerox, United Plastics, Celanese y otras empresas, que en sus países tienen prohibidas esas donaciones.”
Eduardo Galeano. Los hijos de los días. Siglo Veintiuno Editores, 2012. Buenos Aires. Página 61.
Y no existe un marco legal que proteja a las familias desalojadas de sus tierras natales. Pareciera haber una complicidad entre el sistema judicial y las grandes empresas, por lo que no existe una impartición objetiva de la justicia. La justicia esta condicionada por intereses económicos, permitiendo la existencia de lazos económicos entre los mismos gobiernos y las empresas dispuestas a caer en la fiesta con ron, hielo y cotillón.
Y los crédulos somos TODOS NOSOTROS. Porque no logramos distinguir la diferencia entre el “contenido” y el “sentido” de las acciones sociales que nos imprime el sistema. Nosotros, los individuos, le atribuimos un sentido al contenido de la acción, la cual se vuelve social al estar dirigida hacia otra persona. (Conceptos extraídos del Individualismo Metodológico de Max Weber [posterior a Marx]).
Entonces, el contenido del accionar social de nuestro sistema es tan sencillo como seguir instalando medios de producción que degradan el medio ambiente a cambio de dinero. El problema surge cuando nosotros le adosamos un sentido de progreso económico a ese accionar. Ya sea hipnotizándonos con las publicidades, identificando nuestro ego con un auto o quien hace más ruido con una moto, o admirando –o peor, envidiando– el modo occidental de vivir, tener todo a disposición, rápido, sin importar de donde viene o quienes se mataron laburando para tener nuestras comodidades.
El verdadero sentido de nuestro sistema es la dominación social, nosotros lo estamos interpretando mal… Y uno puede preguntarse que hacen nuestros gobernantes en pos de nuestros sueños. ¿Como puede ser que no sigan nuestros intereses?
Y la respuesta me llegó cuando leí el fantástico trabajo de Annie Leonard, conocido por muchos, “La Historia de las Cosas”, donde se explica el ciclo productivo de todo lo creado por el hombre, y más importante aún, deja en clara evidencia que la macroeconomía llegó a tal punto en el que las grandes empresas poseen más dinero que los mismos gobiernos… Cuando la tarasca la tienen unos pocos empresarios, y no el pueblo, nuestros intereses no importan para nada y el sistema democrático se transforma en un teatro.
Galeano, con su sucintes demoledora, lo cuenta así:
“Marzo 27. Día del Teatro.
En el año 2010, la empresa Murray Hill Inc. Exigió que se dejaran de hacer teatro los políticos que simulan gobernar.
Poco antes, la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos había declarado que no violan la ley las empresas que financian las campañas electorales de los políticos; y desde mucho antes, ya eran legales los sobornos que los legisladores reciben a través de los lobbies.
Aplicando el sentido común, Murray Hill Inc. anunció que presentaría su candidatura al Congreso de los Estados Unidos, por el estado de Maryland. Ya era llegada la hora de prescindir de los intermediarios:
– Es nuestra democracia. Nosotros la compramos. Nosotros la pagamos. ¿Por qué no ponernos al volante? Voten por nosotros, para tener la mejor democracia que el dinero puede comprar.
Mucha gente pensó que era una broma. ¿Era?”
Eduardo Galeano. Los hijos de los días. Siglo Veintiuno Editores, 2012. Buenos Aires. Página 107.
Gran abrazo,
Brian Longstaff.-
PD.: Como frutilla del postre, leo esta terrible noticia justo antes de subir este boletín. El pasivo ambiental, es decir, el dinero que costaría recomponer el daño ambiental generado por la ex YPF en la última década supera los U$S 10.500 millones que los españoles pidieron como condición para irse. Luego de la estatización, todo esto quedó en la nada, junto con el plan de acción de regeneración ambiental que se iba a comenzar en abril de este año. Es una pena que una decisión nacional de tal envergadura no procure reparar los daños. La indignación, al manicomio…
Diego Garavaglia jun 19 , 2012 at 00:07 12Tue, 19 Jun 2012 00:07:02 +000002. /
excelente nota!! tirando magia por todos lados jaja muy buena!!!
Diego Garavaglia jun 19 , 2012 at 00:08 12Tue, 19 Jun 2012 00:08:26 +000026. /
esta parte es GENIAL, tal cual!! La justicia esta condicionada por intereses económicos, permitiendo la existencia de lazos económicos entre los mismos gobiernos y las empresas dispuestas a caer en la fiesta con ron, hielo y cotillón.