La mal interpretada ley de la selva.
La contemplación de la naturaleza es un excelente recurso mental que tenemos para generar muchos estados mentales diferentes. Algunos encuentran en la naturaleza una musa inspiradora o una forma de percibir la vida, no como algo aislado, sino en unión simbiótica/cooperativa con todos los otros elementos del entorno (orgánicos, inorgánicos, electromagnéticos, gravitacionales, absolutamente todo lo que lo rodea e interpenetra). Podemos contemplar la naturaleza sencillamente para relajarnos, para frenar y dar un respiro, o solo para interpretar el ecosistema como parte de uno mismo.
Y todos estos estados mentales –inspiración, contemplación, relajación, iluminación- incrementan el potencial creativo, cultural y mental que tenemos como seres autoconscientes.
Si uno piensa en la selva, si uno la contempla, no tardamos en concluir que es uno de los ecosistemas con más relaciones entre todo con todo. Las cadenas tróficas son grandes redes interminables de quien come a quien; los nutrientes básicos para la vida (carbono, oxígeno, nitrógeno, fósforo, agua, etc.) circulan por todo el ecosistema como sangre a través de nuestro sistema circulatorio.
“Que la naturaleza haya brindado el medio de alcanzar paz interior y nobleza de pensamiento a quienes lo intentaron es un paso evolutivo importante. La naturaleza no respeta al individuo: el noble y el humilde sucumben por igual a las deslizantes arenas del tiempo. Para la naturaleza, lo único relevante es el proceso; no podría ser de otro modo, ya que la naturaleza es proceso.” – El camino del explorador. Edgar Mitchell (Astronáuta del Apolo XIV). Longseller S.A., Buenos Aires, Argentina, 1996. Pág. 376.
El ecosistema entero esta vivo, y no meramente por relaciones de causa y efecto… el ecosistema vive, no simplemente porque unos cuantos “son más fuertes” que otros tantos. No es por menospreciar al León (es importante que él pueda comerse a esa liebre), pero el León es igual de importante que el hongo que descompone su cuerpo, viviendo escondido al costado de la raíz de un árbol, buscando su protección.
Entonces, el ecosistema esta vivo porque tal especie come a tal otra, toma agua en tal lugar, defeca por allá, transpira mientras se mueve, se defiende de estos otros depredadores por aquel sector y muere por ahí, dejando su cuerpo físico como ofrenda.
Por ende, si quisiéramos re-pensarlo por un momento, la “ley de la selva” no es la “ley del más fuerte”, sino una ley que señala que aquellos mejor mimetizados con el ecosistema, mejor interrelacionados, serán los que obtengan situaciones de supervivencia más provechosas.
Desde un punto de vista social, esto implicaría dejar de echarnos culpas de A a B, y dejar de reclamarle soluciones a una sola persona o entidad. A esta altura de nuestra existencia, los problemas ya son de todos, todos somos culpables, y todos debemos co-accionar para revertir la situación. No hay por dónde empezar a cambiar el sistema, sino que debemos carcomerlo por adentro, como una población entera de termitas, que pulverizarán un tronco macizo entero de adentro hacia afuera…
Mientras tanto… las emociones y las líneas de pensamiento dicotómicas en mi cabeza siguen proliferando con las noticias de último momento: en Argentina, la erosión de la tierra con su consecuente desertificación avanza a razón de 650.000 hectáreas por año; en Australia, crearon la reserva marina más grande del planeta (2,3 millones de km2 de puras especies y belleza marina); pero en el mundo entero, las emisiones de dióxido de carbono crecieron en un 2,5%.
Un saludo,
Brian Longstaff.-
Diego Garavaglia nov 26 , 2012 at 23:10 11Mon, 26 Nov 2012 23:10:16 +000016. /
me gustó esta frase: "los problemas ya son de todos, todos somos culpables, y todos debemos co-accionar para revertir la situación."