La paradoja de tomar decisiones y la redistribución ambiental de los recursos.
Tomar decisiones y luego sentirnos seguros con lo que decidimos ya no es algo fácil. Damos mil vueltas antes de hacer algo, lo pensamos muchas veces, lo hacemos, y luego nos hacemos la cabeza pensando si estuvo bien haber elegido eso.
Humanos… tratando de racionalizar algo tan puro e instintivo como tomar una decisión con el corazón.
“Falta menos de un mes para recibirme –me cuenta una gran amiga mía– y no es un asunto menor. Por primera vez no sé que hacer con mi vida, quizás es peor… porque en realidad no sé que QUIERO hacer con mi vida. Por un lado me quiero fugar y vivir distinto, sin tanto estrés y presiones. Por el otro lado quiero aprovechar las oportunidades mientras están. Entendiendo que es muy difícil obtenerlas. Otra parte de mi cree que el estrés y las presiones se las genera uno, no el resto, todo depende de como encaras las cosas.”
Creo que todos tenemos esto… Todos nos hartamos y nos queremos escapar; todos queremos quedarnos y taclear la realidad así como viene; y todos, por supuesto, estamos un poco locos. Las 3 interpretaciones de la realidad de mi amiga son muy frecuentes entre todos los que conformamos una sociedad.
Existen estresores externos que alteran la poca serenidad con la que logramos armarnos para encarar el día -el tráfico, el mal humor de la gente, las cuentas a pagar, seguir la rutina al pie de la letra– y salirse de contexto, irse a otro lado más tranquilo, ayuda…
Es cierto que hay que aprovechar lo que nos toca, las oportunidades a favor, pero sin confundir estas con lo que sería el camino fácil o el camino que realmente queremos seguir.
También es cierto que uno mismo altera sus propios niveles de entropía, al pensar y repensar demasiado las cosas.
“-En primer lugar, me parece un error fatal que tomes las cosas tan en serio –dijo al tomar asiento junto a mí-. Hay tres clases de malos hábitos que usamos una y otra vez al enfrentarnos con situaciones fuera de lo común en esta vida. Primero: podemos no hacer caso de lo que está ocurriendo o ha ocurrido, y sentir como si nunca hubiera pasado. Ése es el camino del santurrón. Segundo: podemos aceptar todo tal como se presenta y sentir como si supiéramos qué es lo que está pasando. Ése es el camino de los devotos. Tercero: podemos obsesionarnos con un suceso porque no podemos descartarlo o porque no podemos aceptarlo de todo corazón. Ése es el camino del tonto. ¿Tu camino?
Hay un cuarto camino, el correcto, el camino del guerrero. Un guerrero actúa como si nunca hubiera pasado nada, porque no cree en nada, pero acepta todo tal como se presenta. Acepta sin aceptar y descarta sin descartar. Nunca siente como si supiera, ni tampoco siente como si nada hubiera pasado. Actúa como si tuviera el control, aunque esté temblando de miedo. Actuar en esa forma disipa la obsesión” – Carlos Castaneda. Relatos de poder. Fondo de cultura económica de Argentina S.A. Buenos Aires. 2009. Pág. 74 y 75
Hace un par de semanas, en el boletín consciente n° 80, presentamos este video de Barry Schwartz sobre la paradoja de tomar decisiones. En su conferencia, Schwartz explica que el sistema capitalista creo una proliferación descomunal de oportunidades de consumo, de profesión, de formas de pago, de moda…
Vamos al cine y hay 15 películas en cartelera – queremos estudiar una carrera y ya se especializó tanto todo que cuesta elegir a consciencia – en el supermercado tenemos 10 marcas diferentes de mayonesa y 23 de shampoo – algunos servicios de tele por cable te ofrecen casi 1000 canales de tele – casi nunca nos contentamos con lo que elegimos decir en una primera entrevista de trabajo.
Esta multiplicidad de oportunidades de los países desarrollados, supone ser una expresión de libertad. Sos libre de elegir lo que quieras. Pero es solo una ilusión, porque la verdad es que –como lo explica Schwartz en su conferencia- cuantas más oportunidades y opciones tengamos, menos seguros nos sentimos de lo que elegimos y terminamos teniendo miedo todo el tiempo. Miedo de elegir mal. Miedo a fracasar. Y así todos terminamos haciendo absolutamente nada. Enganchados en la rutina a causa de un miedo ficticio, inducido.
Entonces, más opciones, menos felicidad. Para nosotros… los que llevamos una forma occidentalizada de vivir.
Ahora bien, si pudiésemos adoptar una manera frugal de vivir y redistribuir el exceso de nuestras oportunidades -producto de demasiado dinero circulando en un mismo lugar (pensemos en la plata que mueve la industria del fútbol, del cine, las zapatillas último modelo, el plasma, los 3 aires acondicionados, cambiar el auto cada dos por tres)- hacia países donde directamente no tienen oportunidades de nada, de tomar agua potable, jugar, estudiar, enamorarse, vivir… así estaríamos haciendo una redistribución ambiental de todos nuestros recursos (naturales, humanos, económicos) para darle oportunidades a la gente qué sí podría transformar esas circunstancias en felicidad. Y nosotros, reduciríamos considerablemente nuestros niveles de entropía emocional, y nos permitiríamos ser felices con menos, pudiendo tomar decisiones concretas, sin la niebla que nos da nuestro mundo material.
Eric Hoffer, filósofo, decía: Nunca podes tener suficiente, de lo que realmente no necesitas.
Un saludo,
Brian Longstaff.-
Manuel Sarachaga dic 04 , 2012 at 22:44 10Tue, 04 Dec 2012 22:44:09 +000009. /
Muy bueno esto amigo, keep up the good shit!! abz
Maria Elisa Gonzalez dic 05 , 2012 at 14:50 02Wed, 05 Dec 2012 14:50:28 +000028. /
Muy Bueno Brian!
Anónimo dic 09 , 2012 at 12:08 12Sun, 09 Dec 2012 12:08:25 +000025. /
El típico "rico no es el que más tiene sino el que menos necesita"