Publicidades Nefastas:

Las empresas se encargan de vendernos cualquier cosa… Y pueden hacerlo siempre y cuando lo postulen a nuestros ojos como un producto que brinda mayor estatus social, poder, facha, virilidad, seguridad social. Siempre que logren que el televidente asocie el producto con un mejor estilo de vida, la venta está parcialmente garantizada, y la falacia totalmente realizada.

“El control del mercado resulta, por otra parte, de antemano facilitado por el prestigio mágico que, ante los ojos de la clase media, irradian las marcas y los modelos promovidos por gigantescas campañas mundiales de publicidad.” (E. Galeano, 1971)

Y tiene que ser la clase media la que se come esa publicidad. Porque para la mayoría de marginalizados, los productos publicitados solo presentan una ilusión de realidad, el motivo por el cual están en las que están, el sistema se los tragó…

Con clase media, me refiero a los que hemos tenido la suerte de una educación, comida en la mesa, y posibilidad de crear su propia cultura… esa es la verdadera clase media. Una clase media con la opción de crear y recrear su realidad, tan solo si lo quiere.

Un gran amigo, Ezequiel Benvenuto, estudiante ávido de Ing. en Recursos Naturales y Medio Ambiente, escribió hace poco:

• Compra Coca-Cola que cuida el Medio Ambiente y te “llena de sonrisas” la mesa.
• Compra en Mc Donald’s que tenemos un compromiso asumido con el Medio Ambiente, y nuestras hamburguesas provienen de los mejores sitios del mundo.
• Tenes gérmenes en toda la casa, tus hijos dan asco del olor, no lo pienses más hecha Lysoform y se pasa todo, menos ese 0,00001%.
• Toma agua Villavicencio que por cada litro que tomas, cuidamos 1 metro cuadrado del bosque chaqueño! (¿¿¿¿¿¿¿?????????)
• No andes más en bici, ¿para qué caminar?, comprate un auto 0 km financiado al 100%. No seas tonto

Y es cierto, la tele ya parece tomarnos el pelo… Honestamente, me cansé de ver a la mujer como la típica ama de casa que no tiene otra cosa que hacer, otro rol, que servir al inmueble; estoy harto de ver al tipo trajeado, bajándose del auto nuevo, entrando a un caserón, y con su hijo que lo admira por tener el auto ahí afuera. ¿Por qué no me publicitan los contaminantes? ¿O de dónde viene el petróleo de los mantiene andando? ¿De qué montañas se extrajeron los metales que lo forman? ¿Qué familias sufrieron extrayéndolos? Ni si quiera un gracias.

No entiendo cómo puede haber tantas variantes de shampoo, con sus laboratorios futurísticos y sus súper descubrimientos anti-todo. Harto, digo, de ver como obligan a retrasar la vejez, como si una vejez, bien llevada, no fuera lo mejor que una persona puede pedir, ser viejo dignamente. Que las arrugas cuenten la historia de un camino de vida bien vivido.

Una olvidada Constitución Nacional:

El Artículo N° 42 de nuestra olvidada Constitución Nacional nos promete en vano lo siguiente: “Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno”

¿Por qué entonces, mientras bato el último café soluble de mi vida, agarro la etiqueta provista por Nestlé y no encuentro por ningún lado la procedencia REAL del café que estoy tomando? ¡Ni tabla nutricional le encontré! ¿Será porque compran los granos de café baratísimo en Brasil, lo procesan en otro lado y lo venden en todos lados, imponiendo cualquier barrera económica a Brasil para que no pueda comercializar su propio café?

“El mercado mundial del café soluble, de asombrosa expansión, esté en manos de la Nestlé y la General Foods (…) Brasil solo tiene derecho de proporcionar la materia prima para enriquecer a las fábricas del extranjero.” (E. Galeano, 1971)

Galeano escribió esas líneas en 1971… 42 años después, tomándome este último café soluble, un amigo me dice, “¡Pero yo lo tomo hace 20 años! ¿Por qué no sabía nada de esto?” Yo tampoco sabía. Por eso ahora sé que lo más hipócrita que hice en mi vida fue haber leído a Galeano en un Starbucks, con trompadas que salían del libro a mi cara.

¿Dónde quedo la información adecuada y veraz que nos promete el Artículo N° 42? En bolsillos gordos, y silencios comprados…

La etiqueta de este frasco solo dice: “Es bueno recordarlo. Comenzar el día con un rico café, actúa sobre tu cuerpo y tu mente” Ah, ¿sí? ¿Cómo?

Y arriba del logo dice: Good Food, Good Life. La América Latina que extrajo lo natural de la biosfera, y lo transformó en solo Plusvalía por orden del sistema, no está siendo bien alimentada, ni tampoco estan teniendo una buena vida. Y lo peor de todo, es que el sistema funciona con unas reglas, que son tan fáciles de romper como tan solo lograr un cambio masivo en nuestros hábitos de consumo. <<MASIVO, recuerden el Movimiento Ambiental de Carácter Masivo>>

¿Porque ningún papel de resma me informa cuantos litros de agua contaminó en el proceso de hacer ese papel tan blanco? Y por supuesto que ni me dice a cuantos arboles equivalen esos papeles… ¿Y que hay con el agua contaminada por todos los procesos que lleva la depuración de los minerales que tanto codician llevar como ornamentaciones de la mentira los que tienen la plata para comprarlos? Ya no puedo tomar el agua que me reservaba la Tierra para mí y las generaciones que vengan.

Si hablamos de trato equitativo y digno… ¿por qué ninguna empresa de afuera reconoce el uso y abuso de mano de obra barata en América Latina? ¿Será porque reconocerlo nos causaría (a nosotros, meros consumidores) indignación? ¿Será que, de confesarnos la violación sistemática cometida la Pachamama, dejaríamos de poner nuestros salarios en ellos en busca de sólo confort?

Claro, no vaya a ser cosa que el mercado local, regional, sea más importante que el mercado internacional…

Un recurso de Amparo para la Tierra:

Me enojé y salí a pedalear en la noche fría de la llanura que cubre a La Pampa. Quería silencio… pero en la laguna solo se escuchaban muchos perros ladrando… y motos… (Siempre, las motos). Un eficiente vehículo para desplazarse comparado a un auto, sí. Pero la exaltación del ego a través de un caño de escape no me parece lo más productivo que podemos estar haciendo. Y mucho menos aquellos que tengan acceso a esa moto. Esa breve clase media que queda, como decía Galeano…

Los que tuvimos comida, educación y transporte en los últimos 25 años, somos unos verdaderos afortunados, y ni nos damos cuenta. Somos nosotros los que, representando a la mayoría y a tantos caídos en la tierra sin opción a que uno lo levante, tenemos que salir y ser todos como especie los que reconfiguremos nuestro día a día en sociedad.

Pedaleé una hora, el disco en mis oídos terminó, y tenía sed. Quise encontrar algún lugar abierto, no lo encontraba hasta que vi un local abierto lleno de luz blanca al palo. Quería algún jugo, algo tranca… pero no encontré, eran todas gaseosas, línea coca. Y el jugo Cepita de Naranja, que juro que cuando yo era chico era más rico, decía abajo chiquitito: The Coca-Cola Company. Me reí, me fui del local y parecía un mundo ya gastado… era de noche, la calle vacía, y al salir me di cuenta que era un autoservicio… el único lugar abierto en la ciudad, siempre dispuesto a venderte petróleo. Me embronqué con la realidad.

Me enojé. Sentí que, por más que quisiera salirme del sistema, el sistema ya estaba ahí ganándome de mano, sabiendo en que esquina iba a doblar. Y me acordé del artículo que seguía.

El Artículo N° 43 de nuestra Constitución Nacional, dice que –y lean a conciencia- “Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, (…) contra todo acto (…) que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, (…) derechos y garantías reconocidas por esta Constitución.

(…) Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente.”

Esto quiere decir, que cualquier persona que vea amenazada el medio ambiente en el que vive de alguna forma por parte de una mega corporación, TIENE UNA HERRAMIENTA JURÍDICA PARA HACERSE ESCUCHAR.

Y volvía pedaleando a mi casa y me salió una pequeña sonrisa imaginando, soñando despierto… que lindo sería que de repente los 40 millones de habitantes de la Argentina se asesoren entre amigos, con un abogado, y presenten un recurso de amparo denunciando a alguna empresa que esté contaminando. Imaginen si tan solo el 10 % de la población argentina (supongamos, por ejemplo, la clase media) presenten un recurso de amparo en defensa del Planeta. Serian 4 millones de recursos de amparo.

Creo que si en todos los juzgados del país, cayeran más de 160.000 recursos de amparo por provincia (Para que se den una idea, Tierra del Fuego cuenta con 126.190 habitantes, según el Censo 2010) defendiendo al Planeta, en unos pocos meses, eso sí llegaría rápido a los medios, acaparando la atención de todos y configuraría el sistema mucho más rápido de lo que pensamos.

Llegue a mi casa y pensaba: Un Movimiento Ambiental de Carácter Masivo. Creo que eso es lo que quiero ver antes de morir… ¿Es solo una idea? ¿Algo imposible? ¿O es algo que puede hacerse si reaccionamos entre todos en defensa de la Naturaleza?

“Y hoy, más que nunca, es preciso soñar. (…). Peleando por ese derecho, viven mis mejores amigos; y por él algunos han dado la vida. (…). Es el testimonio de alguien que cree que la condición humana no está condenada al egoísmo y a la obscena cacería del dinero.” (Galeano, 1990)

Un recurso de amparo para la Tierra. ¿Por qué no?

Será hasta la semana próxima.

Brian Longstaff.-

Bibliografía.

Todas las fotos fueron extraídas de Google.

E. Galeano. 1990. “Ser como ellos y otros artículos”. 1^era ed. Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires. 2010.

E. Galeano. 1971. “Las Venas Abiertas de América Latina”. 1^ed. 10ma reimp. Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires, 2012.

Como me hubiese gustado que me den de leer a Galeano en el colegio… en la secundaria al menos… hubiese reemplazado a Educación Cívica, Historia, Economía, Contabilidad, Geografía y Literatura todas juntas!!!

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