Saludos a todos los lectores, a los que se toman 5 minutos para leer estas líneas, ¡gracias!
En el libro “Guerras Climáticas” de Harald Welzer, sociólogo y psicólogo social alemán, se menciona un informe del Consejo Científico del Gobierno Federal para las Transformaciones Medioambientales Globales (WBGU, por sus siglas en alemán) en el que dice que en la actualidad, hay 1.100 millones de personas que no disponen de un acceso seguro al agua potable en cantidad y calidad suficientes. Y se afirma además que 850 millones de personas en el mundo sufren de desnutrición… O sea que estamos hablando de casi dos billones (2.000.000.000) de personas que tienen serios problemas para tomar agua y comer algo. Básico… Un dato demoledor… Somos casi 7 billones en el mundo, o sea que el 29% de la población mundial está en pésimas condiciones de progresar y cultivar el intelecto de experiencias positivas, y de hacer cosas proactivas, por el mero hecho de tener como única prioridad el comer y el beber… y ese es el mismo porcentaje que tenemos al nacer de “caer” con esas mismas posibilidades…
Las variaciones mayores en las precipitaciones y en la disponibilidad de agua, así como la reducción de superficies cultivables, son problemas que se agravan frente al cambio climático y solo ayudan a aumentar esas cifras…
Harald Welzer opina que “el cambio climático no es sólo un asunto de política ambiental de suma urgencia, sino que, al mismo tiempo, constituirá el mayor desafío social de la Modernidad, al amenazar las oportunidades de supervivencia de millones de personas, y obligarlas a migraciones masivas. Esto lleva a la cuestión inevitable de cómo proceder con esas masas de migrantes irregulares que ya no pueden vivir en los lugares de donde provienen y quieren ser partícipes de las oportunidades de sobrevivencia en los países privilegiados.”
Y nosotros, Argentina, somos ciertamente un país privilegiado a nivel de los recursos naturales que tenemos, siempre y cuando sepamos como administrarlos. Dudo que nuestros políticos estén pensando en las posibilidades de recibir grandes masas de refugiados ambientales en el futuro. ¿Cómo los recibiríamos? ¿Los recibiríamos? ¿Alcanzarán los recursos para todos? Sería prudente empezar a encarar estas cuestiones sin miedo al cambio. En el libro se menciona que “Sir Nicholas Stern, ex economista en jefe del Banco Mundial, calculó que los costos de no actuar para frenar el cambio climático demandarían entre el 5% y el 20% (con mayor probabilidad esta última cifra) del ingreso per cápita global. En cambio, estabilizar las emisiones de CO2 para 2050 costaría apenas el 1% del PBI global, lo que sería absolutamente conciliable con un desarrollo normal de la economía.” (la negrita es siempre mía)
Por ende, es posible. Empezando localmente, nuestro país debiera empezar a crear planes migratorios, para saber como controlar el flujo de llegada de refugiados ambientales, como así también abordar plenamente la ejecución de políticas de protección del medio ambiente, para la conservación y aprovechamiento de sus recursos, en conjunto con una nueva economía que permita cambiar la matriz energética como así también asegurar el bienestar y el progreso de la sociedad…
Todo esto suena muy utópico… pero dejaría de sonar así si todos, todos, todos tuviésemos consciencia de la problemática mundial. Y al ser conscientes del problema, uno puede realmente percibirlo, y automáticamente deja de ignorarlo. Y en los medios todo figura solo de manera somera… ¿o acaso nos siguen contando como va todo por Haití? ¿Y por Sudán como va todo? No nos dicen nada… La portada del diario o la noticia del día en la tele son solo atisbos de la realidad, la punta del iceberg. Welzer dice que “lo determinante para la conducta de las personas en situaciones concretas no son las condiciones objetivas de esas situaciones, sino sus percepciones y la manera en que las interpretan. Solo la interpretación lleva a una conclusión, y ésta a su vez a una acción.” Y para poder percibir e interpretar, hay que profundizar en el tema, y tal parece que nadie nos va a ayudar a profundizar en estos temas (a varios no les conviene tampoco). Por ende, una vez más, somos nosotros los que tenemos que generar consciencia a nuestros pares sobre la importancia del cambio climático, de las energías renovables, de los cambios en la educación, del grossor de vivir.
Lo difícil es romper con el pensamiento a corto plazo con el que nos enseñaron a tomar nuestras decisiones y aprender a ver más allá.
Dice Welzer: “El asunto se pone más complicado cuando, como sucede con el cambio climático, las causas de los problemas se remontan por lo menos a medio siglo atrás y eran imposibles de prever a partir del estadio en el que por entonces se hallaba la investigación científica en el campo de las ciencias naturales. Y todo el asunto se vuelve más complicado aun cuando las estrategias actuales para combatir las consecuencias de esas acciones imposibles de anticipar sólo pueden brindar éxitos altamente inciertos y, para colmo, en un futuro muy lejano. En este caso, esa relación temporal entre la acción y sus consecuencias se extiende por generaciones y, más allá de eso, sólo podemos representárnosla a través de lo que nos transmite la ciencia. Es prácticamente imposible experimentarla de manera sensible, lo que constituye un obstáculo a la hora de motivar a actuar, y tampoco ayuda a que nos imputemos al menos parte de la responsabilidad por los problemas actuales.”
Por ende, MOTIVÉMOSNOS NOSOTROS MISMOS A ACTUAR.
Les deseo lo mejor, siempre.
Ploff. No es ambientalismo, es cambiar el mundo.
Brian Longstaff.-
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