Hoy, prometo.
“el verdadero arte del guerrero consiste en equilibrar el terror y la maravilla…” (Castaneda, 1974)
Me senté agotado por el viaje… El Sol se estampaba detrás de los cerros dejando un oleaje de haces de luz reverberando en las nubes, haciendo más notorias las densidades de esas pompas de agua, cargadas de humedad o más livianas.
Suspire… y se me escapó de la boca una frase que vengo digiriendo y arrastrando desde hace semanas y me la repito una y otra vez: La Vida se ha tornado algo completamente diferente a lo que creía que era. Veníamos del primer encuentro con otros soñadores latinoamericanos del proyecto de Ecoaldea que vinimos a hacer acá en la provincia de Salta. Veníamos de un espacio-tiempo de creación absoluta, donde acampamos una semana tejiendo nuestros nuevos lazos interpersonales, para seguir tejiendo un sueño de proyecto que incluya la realización personal de cada uno.
Jamás me vi tan exigido como escritor, lo cual me llenó de energía. Yo apenas puedo poner en pie una carpa, y mientras terminaba de hacerla, revoleando el sobre-techo por arriba en un sólo movimiento que me provocaba orgullo, me doy vuelta para ver que a diez metros, dos amigas habían comenzado a levantar un horno-rocket que nos cocinó los más abundantes, deliciosos, contundentes y nutritivos guisos y sopas espectacularmente condimentados. Comida para todos.
Con ladrillos de adobe y un poco de revoque de barro, la cocina pasó a ser un tema resuelto. ¿Y dónde cuajo yo, con mis libros, birome y anotador? ¿Cómo ayudo de forma práctica? Lo fácil, lo repetitivo, como buscar leña para el fuego o agua del río para unos mates y cocinar, se convierte en una actividad meditativa cuando lo hacés despojado de las ansias que queres dejar atrás. El despertar… una epifanía dentro de una epifanía dentro de otra… Verdades que se develan ahí nomás.
Me lo cruzo caminando por el monte al Gusta, nuestro recolector natural de frutos y semillas y sabiduría ancestral y me frena el carro con una analogía especial: “Este monte habla… escúchalo… te dice que vayas más despacio… está lleno de espinas… y también, date tiempo para estar sólo, ¿no? Para ir conociéndose a uno mismo y su lugar en el monte…”
Me logro encontrar a mí mismo, me paro de frente al Sol y me reconozco como escritor, como germinador de ideas, como redactor de una cohesión social necesaria para que emerja fuerte de su semilla el cambio de paradigma. Consigo leña para el fuego, me animo incluso a avivarlo yo mismo y me entrego al círculo y al grupo desde la fe en que podemos crear lo que creamos posible crear. Mi rol emergió de forma natural y para el grupo, cuando todas las ideas y conceptos y propuestas flotaban por el aire sin un hilo que los mantenga unidos. Y a las palabras flotantes se las lleva el viento; en cambio, las palabras escritas quedan por siempre. Me ofrecí a hacer lo que sentí honesto y verdadero de hacer, y les pedí que confíen en mí para redactar un promedio de sus ideales. Tras dos atardeceres, surgieron los primeros bocetos de la visión y la misión del proyecto, mientras el resto del grupo decidió la estrategia para lograr el asentamiento base en la próxima primavera.
Regresamos transformados, unidos, transmutados. La vida había dado una grosera vuelta de tuerca a nuestros destinos y nos mostró un adelanto de lo que podemos lograr, y nos lanzamos detrás de ello. Porque cambiar el mundo se resume a intentar cambiar primero lo que esté a tu alcance cambiar, que es, invariablemente, uno mismo. La sanación personal es un proceso que se inicia sin esperar completarlo. Cualquier avance en este proceso nos permite relajarnos más, liberar tensiones, creer más en nosotros mismos y volver a soñar. Pienso en mí propio proceso de sanación y me encuentro conversando con la Pachamama en cualquiera de sus formas.
Recargarse-de y fluir-a través de la Naturaleza, resulta ser una de las terapias de sanación personales de nosotros, seres cognitivos y evolucionados, más efectivas, ancestrales y obvias para aquel que logra frenar, como le diría Don Juan a Carlos Castaneda, su diálogo interno. Una vez que logramos serenarnos, recién ahí empezamos a develar las verdades de las cosas que sentimos. Es un detalle muy sutil, frenar el dialogo interno, pero superlativo. Para conversar con la Pachamama me basta con sentarme de piernas cruzadas sobre el suelo y vislumbrar la totalidad de mi entorno.
Parametrizo inconscientemente absolutamente todos los flujos que veo. Las sombras y sus movimientos, rectilíneos si vienen de una nube más arriba que se viene desplazando u oscilantes si son las sombras de la copa de un eucaliptus gigante que se menea con sus amigas unos cien metros más allá, su fragancia llegando hasta acá. Identifico un mosaico compuesto por todos los degrades de verdes habidos y por haber en la ladera de los cerros, juego con la textura de toda la cobertura vegetal que veo; le agrego sonidos, cantos, cosas que crujen, le sumo las aleteadas de cinco urracas y el zumbido de un colibrí atravesado por la volada salpicante de dos mariposas que se vienen diciendo cosas lindas atravesando un parque nacional eterno de gramíneas.
Para cuando me doy cuenta, comprendo que cada uno de nosotros es una Aleph borgiano, y mi mente no existe porque mi conciencia plena en todo lo que ocurre me hace ser parte de ella (de la existencia). Y ahí… en ese estado de absoluta resignificación de lo Divino, planteo mis interrogantes, siento lo que siento, y le encomiendo a la Pachamama algo sencillo pero plural, preciso pero sumamente abarcativo: la pronta serenidad para mis ansias, la confianza plena en mí mismo y en mi poder personal acumulado hasta el día de hoy, la emancipación del ego, perdonar y soltar.
Un amigo y actual protector más allá del espacio y el tiempo resumiría todo este asunto en un solo accionar: Served Chilled. Servido Fresco, ¡todo!, la vida, las experiencias, los aprendizajes, todo servido fresco y tranquilo como licuado de fruta en la playa sintiendo la arena y su infinitud de minerales disgregados.
Pero, ¿qué nos podría llegar a decir la Pachamama, gran chamana, si nos respondiese? Probablemente nos diría algo parecido a lo que me dijo una gran hermana chamana: “¿Querés aprender sobre chamanismo? Ponete frente a un espejo…” Deberíamos ir hacia adentro primero. La Pacha nos llamaría atención sobre el reducido porcentaje de actividad cerebral que poseemos como seres humanos, nos desafiaría a explorar el hecho de mejorar nuestra percepción de la realidad para realizarnos a nosotros mismos aumentando nuestras capacidades potenciales. Sentipensar esto por un momento me hace intuir que aquello que creíamos fantasía de ensoñación, puede ser evocado desde la mente y la conciencia, teniendo así un poder creativo de la misma amplitud que poseemos cuando dormimos. Sería interesante pensar también en las potencialidades implicadas en que nuestro actual poder creativo tenga acceso al otro porcentaje mayoritario aún no utilizado de nuestra mente.
Mientras el Sol ya dejó de estar, yéndose por el Oeste para dar lugar al telón de estrellas con la Luna asomándose desde el Este justito por arriba de la línea de otro cerro que ahora es de color negro poltergeist, pienso en el sistema que te exige que SEAS ALGUIEN… Y reviso el concepto de SER ALGUIEN. Para “ser alguien” debo diferenciarme del resto, y para diferenciarme debo compararme y al compararme compito con el otro y cuanto más compito con el otro, más alimento mi ego permitiéndome disociarme de mi cadena de causa y efecto (aumentando así mi impacto ambiental negativo). La competición por lograr un status social ficticio, basado en el consumo y acopio de bienes materiales, ha exacerbado al máximo nuestra dependencia por lo externo, creando así aún mayores diferencias entre clases sociales, manteniendo el poder y la riqueza (económica) en manos de unos pocos.
Se requiere una respuesta masiva para reaccionar y contra-arrestar la inercia de La Máquina. Una respuesta masiva sería, por supuesto, siempre, a nivel individual primero, y luego proyectado hacia afuera, hacia nuestro entorno, en acciones concretas. Desde lo individual, hacer lo que uno crea correcto hacer, mezclado con lo que tengo ganas de hacer. El secreto es mezclar tu sueño con un verdadero sentimiento de servicio por la comunidad que circunda tu sueño. Está espiritual y verbalmente comprobado, que existen muchos trabajos convencionales que no nos llenan en lo más mínimo en el plano vivencial. Uno persigue títulos y etiquetas para luego ejercer puestos de trabajo imposibles de ejercer luego de un par de meses debido a hipotecar la esencia de cada uno.
Conozco una ingeniera en recursos naturales que bien cumplió su cuota sistémica sin sentirse realizada. Pasando por respetables laburos, en una tabacalera, luego en el ministerio de ambiente y otra etapa en la sección de deshechos de una empresa de hidrocarburos, su trayectoria en cada laburo se cortaba por diferencias de fondo entre la filosofía del trabajar para un tercero y la filosofía de uno mismo. Conozco un ingeniero en sistemas suizo, que está pedaleando hace más de cuatro meses por nuestro país. No estaba feliz con la realidad que su porvenir le venía prometiendo a cambio de horas de laburo. Horas de laburo que supuestamente debieran ser disfrutables, terminan por no serlo. Y para repensarlo un poco, este hermano suizo se puso a pedalear desde Ushuaia sin parar.
Los humanos hacemos magia para todos los laburos que vamos transitando. Siempre para terceros, poniendo nuestra mejor energía para desempeñarnos y mejorar la productividad de donde laburamos. Pero, ¿qué ocurriría si le impartimos la misma energía que le impartimos al sistema, pero a los emprendimientos propios?
Cuando empezamos a confiar en nosotros mismos y elegimos usar nuestra energía en la realización de nuestros proyectos personales, así de lleno… zambulléndonos en ellos… nos volvemos muy poderosos porque elegimos la libertad, elegimos sentir la libertad, y sentirla en el momento. Poder decir “NO QUIERO” cuando realmente no quiero hacer algo, es ejercer la autoría de nuestra vida, haciéndonos verdaderamente libres. Lo gracioso, es darme cuenta de todo esto en el momento donde logré quedarme callado internamente, cosa que sólo pude lograr callándome la boca por un rato y contemplando… Sólo al estar callado, el alma habla y uno es libre.
Darme cuenta que soy feliz con el camino recorrido, y que no hay absolutamente ninguna circunstancia externa necesaria para cumplimentar mi destino más que lo que soy hoy en este momento, es lo que me impulsa al despertar de una nueva epifanía, que ya es tiempo de empezar a escribir mi primer libro de mí y para todos. No vale esperar a “SER ALGUIEN”, a obtener esto o aquello, a laburar aquí o allá; vale más la certeza y la pureza del mensaje de sanación planetaria que deseo sembrar y para ello, ya tengo mucho que contar.
Un libro que englobe las paradojas existenciales con las que se topa el nuevo ciudadano del mundo, que desea habitarlo y no domesticarlo. Un libro que ayude al despertar de cada uno y que ayude a proliferar la multiplicación de esas cabezas despiertas. Porque a mayor cantidad de seres despiertos, mayor cantidad de respuestas masivas rápidas y efectivas en contra de cualquier forma de pensamiento destructivo.
Ya es de noche, y sólo me queda una idea con tintes de utopía rondando en la cabeza. ¿Qué le sucederá a los diferentes movimientos sociales al vibrar con un nuevo tipo de energía proveniente de una oleada de nuevos seres humanos llenos de energía personal que no luchan por una causa, sino que la trascienden y son parte de ella? ¿O acaso no están proliferando en el mundo espacios de autogestión y organización participativa cubriendo los diferentes flancos de la injusticia social?
Notable reivindicación de la voz femenina hubo en todo nuestro país el pasado 3 de junio, en una jornada nacional de lucha por la declaración de emergencia en violencia de genero. Desde Santa Rosa, La Pampa, escuché y sentí la fuerza de 15.000 manifestantes que honraron de una vez por todas la sacralidad de la libre existencia de la mujer en todas sus expresiones; voces que se cruzaron con voces salteñas, capitalinas y más argentinas.
Hace poco leí que, para Melucci, “los movimientos sociales son signos que traducen sus acciones en retos simbólicos a los códigos dominantes. Su función sería construir nuevos imaginarios colectivos, futuros posibles, el “indédito viable”, de Paulo Freire.”
Imagino, o más bien visualizo, palpo, un futuro bien próximo donde el ser humano se haga escuchar, y podamos realmente vivir en paz. Este no es el deseo de ningún hippie optimista new age, sino la pura convicción de alguien que quiere poder ver el amanecer y el atardecer por el resto de su vida.
“el dialogo interno; ésa es la llave que abre todo. Cuando un guerrero aprende a pararlo, todo se hace posible; se logran los planes más descabellados. La entrada a todas las experiencias extrañas y pavorosas que has tenido últimamente fue el hecho de que pudiste dejar de hablar contigo mismo.” (Castaneda, 1974)
Será hasta pronto,
Brian Longstaff.
Bibliografía
Carlos Castaneda. “Relatos de Poder” (1974). Primera Edición. Décima Reimpresión. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2009.
Lucio Capalbo. “La expresión social de la conciencia planetaria: reflexiones sobre los procesos de las organizaciones de la sociedad civil”. 1era edición. Buenos Aires. Fundación Centro Integral Comunicación, Cultura y Sociedad – CICCUS, 2007.
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