/// El comienzo de este artículo está acá. La segunda entrega, acá.
¿Ciudad Futura? – 3era entrega de 3
Para poder aspirar a lograr las propuestas del Arq. Gerardo Wadel referidas a reducir nuestra huella ecológica, deberíamos pensar en:
1. Cambiar nuestros hábitos – la parte más difícil / o la más fácil, dependiendo de cómo lo veamos, porque cambiar los hábitos implica poder cambiar nuestra cultura. Esto puede ser difícil, si tomamos en cuenta el entumecimiento mental que lleva el ser humano alienado en los últimos años, producto de la sociedad del consumo; o puede ser fácil, dado el tremendo potencial que tenemos como seres conscientes, y más aún ahora con herramientas de comunicación instantánea (internet, redes sociales, información subida a una inteligencia o –porque no- conciencia colectiva casi tangible, materializada e inventada por el hombre);
2. Generar soluciones a nivel local. No necesariamente sentarse a esperar ayuda, sino generar esa ayuda entre vecinos, ONGs, colegios, universidades y toda estructura orgánica que represente realmente la visión social que queremos plasmar a la vida en nuestro planeta; y
3. Reclamar cambios a nivel legislativo y político. Pero que ese reclamo caiga de maduro. Si logramos cambiar NUESTROS hábitos, este segundo punto se torna mucho más fácil, porque para el político, sería sencillamente in-ca-re-tea-ble no cambiar las leyes y no hacer las cosas que nos permitan llevar a cabo los cambios estructurales de nuestros sistemas productivos.
Wadel expuso un ejemplo de caso que nos ayuda a comprender estos 3 pasos. En el marco de las denominadas “Capitales Verdes”, la ciudad de Vitoria-Gasteiz, en España, lleva más de 20 años llevando a cabo una política ambiental que permite reducir la huella de carbono de la ciudad.
El arquitecto opinó que “los partidos de turno sostuvieron el proyecto de ciudad verde porque no hubiesen podido sacarlo…”. Y esto sólo es posible porque existe lo que Wadel denomina como un “acuerdo social” previo por parte de todos los integrantes de la sociedad en la que se cree, se siente, y se exige que se priorice el cuidado del medio ambiente ante los intereses económicos. Ese acuerdo social esta a su vez respaldado por un régimen fiscal que toma acción en cuanto a cómo invertir el dinero.
En un artículo para el diario La Arena, Wadel puso hincapié en que esto “tiene que ver con la continuidad de políticas y acuerdos que puedan haber entre distintos gobiernos. Si no se ponen de acuerdo entre distintas gestiones y partidos políticos, lo que se pueda avanzar puede verse detenido en el tiempo”.
Cabe aclarar que la idea de “Capital Verde” es aplicable a ciudades intermedias. Existe una doble justificación para esto. Por un lado, al ser un punto intermedio entre pueblo y metrópolis, los cambios ESTRUCTURALES que deben llevarse a cabo son más aplicables.
No es lo mismo desentubar un arroyo en una ciudad de 147.000 habitantes para mejorar la escorrentía durante las lluvias intensas, donde existe espacio para relocalizar a los vecinos; a desentubar el arroyo Maldonado en la mitad de la capital federal de nuestro país…
Mismo la aplicabilidad de las leyes, es decir, ver si funcionan en el mediano plazo, es más viable en una ciudad de tamaño reducido. A menores niveles de entropía social, más fácil es realizar cambios.
Pero por otro lado, la ciudad intermedia es un perfecto nicho cultural. La cultura general de una ciudad con estas características demográficas es mucho más maleable que la diversidad cultural presente en una ciudad que supere el millón de habitantes. En este sentido, lograr que toda la cultura en su conjunto acepte y haga propia la responsabilidad de cuidar el medio ambiente es mucho más sencillo en las ciudades intermedias.
Y si quisiéramos hilar más fino… Cada ciudad intermedia estaría presentando soluciones locales. Pero esas soluciones locales, seguramente, puedan ser replicadas en pueblos más chicos, con las debidas modificaciones de escala que se tengan que hacer. Y al mismo tiempo, crear una política ambiental de estado a nivel país sería mucho más fácil si esas soluciones locales fuesen comparadas teniendo en cuenta en qué tipo de ecosistema se encuentran, para poder elaborar una macro estrategia ambiental nacional, respetando las características y exigencias de cada lugar.
Las ciudades que vayan surgiendo con este espíritu, serán ciudades en las que en su diseño urbano, se tendría en cuenta que cada habitante tenga en un radio de acceso relativamente corto a todos los servicios que necesite, acuñando así el concepto de compacidad de una sociedad.
Otro diseño a tener en cuenta es que el agua no sería destinada a evacuarse rápidamente, sino que tendría un sistema de contención para poder almacenar esa agua, para poder destinarla a todos los usos NO-bebibles que se les ocurra. Agua para riego de azoteas verdes, hacer que la ciudad sea un bosque urbano.
Los humedales que existan dentro y por fuera de las ciudades serían protegidos como lugar de depuración natural de contaminantes y hábitat para miles de especies. Debe existir un fomento del flujo de la información ambiental para que esté al alcance de todos. Las aislaciones térmicas de los edificios serían algo obligatorio o fin de reducir ampliamente los consumos eléctricos excesivos por calefacción y refrigeración.
Por último, pero muy importante, cuando decíamos que el acuerdo social esta a su vez respaldado por un régimen fiscal, nos referimos también al hecho de que exista una fiscalidad ambiental que le dé mayor valor al medio ambiente: tarifas, impuestos, que sancionen la degradación del medio ambiente, como así también medidas que generen beneficios para quienes reviertan su impacto ambiental negativo. En otras palabras, nada más ni nada menos que incluir las externalidades positivas y negativas en la contaduría económica… MAL LLAMADAS “EXTERNALIDADES” porque se las consideraba externas a nuestros procesos. Una vez más, el esquema utópico
TODO ESTO surge, según Wadel, de generar proyectos con los actores sociales adecuados y considerar ejemplos de aplicación ya existentes. Y esos actores sociales somos TODOS: universidades, centros tecnológicos, empresas privadas, colegios profesionales, comunas vecinales, ONGs, y nuestros benditos representantes políticos.
Ahora solo queda frenar un poco, imaginar… y solo luego, volver a re-pensarnos.
“La velocidad hecha de espacio y tiempo no es menos estúpida que sus ingredientes; pero sirve para anular aquellos. (…) Al anularlos, los vivificamos, hacemos posible su aprovechamiento vital, podemos estar en más sitios que antes, gozar de más ideas y más venidas, consumir en menos tiempo vital más tiempo cósmico.” – José Ortega y Gasset (1927)
Será hasta la semana que viene,
Brian Longstaff.-
Bibliografía: (de los últimos 3 boletines)
- S. J. Goerner, “After the Clockworth Universe, The Emerging Science and Culture of Integral Society” – (Después del Universo Mecanicista, La Ciencia y Cultura Emergente de la Sociedad Integral) – Floris Books, 1999. Printed in Great Britain by Page Brothers (Norwich) Ltd, Norwich.
- Martín Caparrós. (2006) “El Interior”. Editorial Seix Barral. Buenos Aires, 2010.
- Jose Ortega y Gasset. (1927) “La rebelión de las masas”. Editado en 1983 por Ediciones Orbis S.A.
- Gregory Bateson. (1972) “Pasos Hacia una Ecología de la Mente“. Chandler Publishing Company . Única edición debidamente autorizada por Thomas y Cornell Company Inc., Nueva York, EE.UU. Carlos Lohlé, Soc. Anón. Ind. Y Com., Buenos Aires, 1976.
- Y la excelente charla brindada por Gerardo Wadel citada en el boletín consciente n° 146
Nico Altamirano Mar 11 , 2014 at 05:29 PM /
El otro dia estaba viendo un documental de esto en el history 🙂 muy bueno bryan!