Viajando hacia un común denominador se llega a la horizontalidad:
“Sentado junto a mí, acercó la boca a mi oído derecho y susurró (…) que mi problema era simplemente la incapacidad de suspender por entero el dialogo interno.” (C. Castaneda, 1974)
“Es muy grande el salto imaginario que habría que dar para trasladarnos desde esta sociedad, organizada sobre bases egoístas, a una sociedad afirmada en la cooperación integral con firmes bases económicas, morales y espirituales.” (E. Agilda, 1959)
Viajar… no importa a donde sea, ni por el tiempo que sea… Viajar tiene esa capacidad de trastocar y amasar el espacio-tiempo continuo hasta que el disfrute sea etéreo, como cuando te alejas de mochila unos días, acampando y generando un saqueo mental. Cuando viajo (cuando tengo el lujo de hacerlo, y digo gracias) vuelvo a corroborar que el pasto es el mismo en todos lados (crece y crece y sus nervios son paralelos a lo largo de toda su hoja), que las nubes se mueven parecido, y que la gente discute en las plazas por los mismos bardos existenciales de siempre.
Uno puede viajar a diferentes lugares, y darse cuenta a flor de piel que los problemas sociales son los mismos. Es decir, los síntomas pueden ser diferentes, los “índices” con los que se miden pueden variar de un lugar a otro. Pero el trasfondo, o trastorno, filosófico, es el mismo. Todo se resume a una Batalla del Ego Propio con otros Egos, así nomás, a la pasada…
La alienación del individuo entre lo que hace cotidianamente y el resto del Universo es absoluta. No tenemos momentos de conexión con lo natural, todo es apuro, todo es metas a cumplir, todo es futuro, o pasado. La inercia de la rutina, que produce un entumecimiento mental, que se traduce en bajos niveles de concientización ambiental. O la competición misma que existe dentro del Capitalismo es, también, una Batalla del Ego. El hecho de tener que consumir comprando una supuesta felicidad. Y esto es más literal de lo que parece. Caminando, llego a la esquina, semáforo, freno, miro para arriba –copa de árbol oscilante-, miro al costado –señor de unos 50, renegando por no haber llegado al semáforo-, miro para atrás, publicidad bizarra, grotesca:
El slogan de la empresa inmobiliaria decía con orgullo: “Grupo ECIPSA. Creadores de Riqueza”. Me dio una arcada... ¿Riqueza? ¿Para quién? Y, ¿para qué?, si yo ya sé, intuyo, que consumir y poseer no me harán feliz… Creo que ya estamos grandes para seguir con esto de la acumulación originaria. ¡Ya fue! ¡Revolucionemos! ¡Evolucionemos! – lo esbozamos en la Teoría del Decrecimiento dos semanas atrás – Y es que me altera, lo admito… pero es que abajo a la derecha, en letra chica dice: “Imágenes ilustrativas no contractuales.” No vaya a ser cosa que realmente nos vayamos a creer que una mejor vida se puede comprar por $1.354 al mes…
El común denominador detrás de estos problemas sociales que nos hace vivir una vida de apuro constante es una vida disociada del medio ambiente. Y si el problema de base, el núcleo de nuestra enfermedad social, es el mismo a lo largo del globo, entonces las diferencias de idioma, religiones, culturas y/o nacionalidadesno son motivo para que no podamos llegar a un acuerdo. Con esto quiero decir –o más bien justificar– que los cambios o mejoras que debamos hacer a nivel sistémico, deben, en algún momento (pronto), traducirse en actos respaldados por una política de estado que proteja al medio ambiente como algo obvio, lógico e ineludible, pero NO desde una agenda política de 4 años, es decir, NO desde un accionar acotado a la duración de los cargos políticos de nuestros representantes.
Los tiempos de la naturaleza (la depuración de un cuerpo de agua, el accionar de un ecosistema que haga de buffer para nuestros contaminantes, etc.) no son iguales a los tiempos de los cargos políticos del sistema democrático que elegimos confiar. En este sentido, un político que está 4 años en el poder, poco puede diagramar, esbozar, planificar en pos del medio ambiente si en 4 años va a estar trabajando en otro lado o para otros intereses… Entonces, una política ambiental debe ser creada desde cero e independientemente de los partidos políticos que estén batallando por el poder; debe ser traducida en una agenda política COMUN A TODOS LOS PARTIDOS QUE ACCEDAN AL PODER. La filosofía sería, pues, que los partidos políticos sigan haciendo todo lo que acostumbran hacer, pero que no jodan con el medio ambiente…
Por supuesto que esto no lo invento yo, sino que ya está plasmado en los PRINCIPIOS DE POLÍTICA AMBIENTAL de nuestra “Ley General del Ambiente” (Ley Nacional N° 25.675), donde se postuló por vez primera en nuestro país el querido principio precautorio, si bien siempre vale la pena reflexionar: principio precautorio para quién…
Ejemplos de disociación encontramos en todos lados, absolutamente todos los días… ejemplos de hipocresía, inocentes, o a veces malintencionados… Mirar un supermercado llamado “Onda Verde” y en la pizarra de la entrada, escrito con tiza, bien grande: “Carnes de exportación”… No entiendo, ¿una onda verde no sería comprar localmente, y si sobra, en principio al menos, solucionar problemas de hambre en niños menores de 10 años en el noreste argentino? Pero bueno, vaya y pase, quizás ni la pensaron, o yo soy un persecuta, pero otras cosas que pasan las siento como hasta casi oscuras, siniestras… caminar por la calle, mirar de reojo la tapa de un diario desconocido y encontrarme con esto…
¿Leí bien? “El proyecto oficial para atraer inversiones al sector petrolero quedó duramente herido por las disputas entre la Casa Rosada y los gobernadores más fuertes, que temen un límite a su poder sobre el negocio.” No sé, me da mala espina leer que están discutiendo siempre por pujas de poder. Y, ¿me fije bien? ¿El precio del diario “El Inversor”, con profusa cantidad de información ambiental, económica y política sobre el negocio minero, es de $49, cuando el precio de una revista Paparazzi, Gente, o Pronto, repleto de nuevas cirugías estéticas, minas en bolas, mascotismo, farándula y vacaciones en Las Pircas, rondan los $18?. Si hace más de 10 años se sancionó la “Ley de Régimen de Libre Acceso a la Información Pública Ambiental” (Ley Nacional N° 25.831), y este periódico tiene 8 años de antigüedad, entonces, ¿por qué sale tan caro comprar un diario impreso con información concerniente al medio ambiente? Porque una persona de salario mínimo, sin acceso a internet, no posee libre acceso a esta información, y termina viendo lo que los medios hegemónicos quieren que veamos.
Me sentí angustiado, con impotencia; me invadió una sensación horrible de que nada está en mis manos, que los intereses económicos creados, forjados y mantenidos por una sociedad dormida están muy arraigados en el mundo como para poder cambiarlos con buenas intenciones… Caminé unos pasos y una encuestadora me interceptó en medio del vuelo: ¿Cómo está la ciudad? (Enferma, pensé) ¿Cómo están los precios? (en alza, inventados, especulados, inflados, protegidos, pensé) Pero sólo pude responderle las cosas que necesitaba encasillar en las respuestas, intentando decorarlas con algunas incursiones por la tangente de las preguntas… y pensaba, ¿por qué mi cinismo? Porque sé que en el fondo, esos datos encuestados pasan a formar parte de bases de datos de encuestadoras que se lo venden a consultoras que se lo venden a futuros inversores que disponen del dinero para pagar por la supuesta información significativa que revisten esos datos, con los fines de seguir inventando, especulando, inflando, protegiendo, controlando los precios.
Me despedí, seguí caminando y no me frustré, no me volví loco. Me mantuve sereno, a sabiendas de que no hace falta volverse loco intentando una revolución… la revolución se produce sola… brota, y rompe los cimientos de nuestras leyes sociales con un simple boca a boca, cooperando entre los que podamos, fomentando el contagio de las buenas costumbres… cambiando, realmente, de a poco, y de adentro hacia afuera, podremos cambiar nuestros hábitos de consumo, traduciéndolos en cultura, para luego ser considerado algo cotidiano que se preste a ser enmarcado en una ley, en una agenda municipal, en una política de estado.
“Siempre hemos de ver con simpatía los esfuerzos aislados –de personas o núcleos- que se realicen para lograr el progreso del ser humano, como integrante de una sociedad a la que se desea ver evolucionar. Las instituciones de cualquier tipo son una demostración de que el hombre aisladamente, o un grupo de hombres aislados de otros grupos por intereses limitados, son capaces de realizar tareas en favor de sus semejantes. Es evidente que, al margen de sus tareas cotidianas, superando la órbita egoísta en que se desenvuelve, el hombre puede elevarse circunstancialmente y realizar acciones que demuestren su capacidad para la cooperación con otros seres, que es –sin duda alguna- la forma superior de trabajar en favor de sí mismo” (E. Agilda, 1959)
La jerarquización del poder, la delegación de responsabilidades y tareas, no parecen ser la forma correcta de trabajo en pseudo-equipo. En un verdadero trabajo en equipo, prevalecería la horizontalidad. Pero, ¿cómo hacemos para llevarnos bien?
“(…) sólo hay decisiones bien hechas o decisiones mal hechas. Si es una decisión mal hecha tu cuerpo lo sabe, y también el cuerpo de los demás; pero si es una decisión bien hecha, el cuerpo lo sabe y descansa y se olvida rapidísimo de que hubo una decisión. Vuelves a cargar tu cuerpo, ves, como una escopeta, para la siguiente decisión.” (C. Castaneda, 1974)
Y ¿por qué debemos “ponernos las pilas” e intentar enmendar nuestra relación con el medio ambiente? ¿Por qué hacerlo? (a veces me pongo pesado con las citas… pero, al mismo tiempo, a veces siento que es IMPOSIBLE no compartir las líneas que leo, porque forman parte de un entramado mayor… esa es la esencia misma de Ploff… Unir voces (y Tiempos). Atar destinos.) En fin, decía, ¿por qué hacerlo?
“No es suficiente que el sabio estudie la Naturaleza y la Verdad, debe atreverse a expresarla en beneficio del corto número de aquellos que quieren y pueden pensar; porque en cuanto a los otros, que voluntariamente son esclavos de los prejuicios, les es tan imposible alcanzar la verdad como a las ranas volar.” (La Mettrie, 1748)
“La razón de nuestra existencia es la misma razón de la existencia del árbol: nacer y desarrollarse de la mejor manera, utilizando cuanto la naturaleza prodiga con la necesaria abundancia para una integración armónica, sin que el pensamiento deba teñirse del temor de que el corazón y la mente de cada semejante están trabajando en contra nuestro y que, a nuestra vez, debamos actuar prevenidos contra alguien para sacarle alguna ventaja en favor nuestro.” (E. Agilda, 1959)
“La desdichada situación del ser humano es que ha creado una sociedad en la que debe convivir con enemigos de su propia especie, considerándose, a su vez, enemigo de sus iguales. Si no fuéramos enemigos ¿a qué razones responden las matanzas entre hombres que habitan en el mismo planeta, con que necesidades comunes a todos, cuyas razones de vivir son similares, cuya presencia en la tierra responde a idénticas razones? Y esas matanzas son cosa corriente, que hemos aceptado como norma que no podemos superar, constituyendo –no obstante haberla aceptado- la comprobación más firme de nuestra irracionalidad y falta de progreso interior. ” (E. Agilda, 1959)
Será hasta la semana que viene,
Brian Longstaff
Bibliografía:
- Julien Offray de La Mettrie. (1748). “El Hombre Máquina”. Editorial Universitaria de Buenos Aires. Buenos Aires. 1961
- Enrique Agilda. “Cooperación. Doctrina de Armonía.” Ediciones Inter Coop. Buenos Aires. 1959.
- Carlos Castaneda. (1974) “Relatos de Poder.” Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. 2009.
Salvando la última imagen del gato Fellini de Liniers, y el chiste mediático sacado de Google, el resto de los dibujos son de Ojos de Pájaro. Las dos fotos fueron tomadas por Camila Aylén Muñoz Grillo, a ella, gracias.
Leave a Comment