Viaje Astral Express
Comencé por desprenderme. Desprenderme de un poco de todo para luego desprenderme del todo. Largar conceptos, formulaciones mentales, pensamientos, y largar definiciones, porque nada es lo que la palabra encierra.
Y cuesta desapegarse de La Máquina (y en realidad es casi imposible lograrlo, a no ser que, en un arrebato de serenidad, logres frenar el dialogo interno). Y ese momento no es otra cosa que entregarse. Un literal “¡YA FUE!” que te deja boicotear conscientemente a la razón, jugarle una broma… y soltar…
Al desprenderme de mi cuerpo, de mi persona y de mí mismo, me alivié…; y con el rabillo del ojo alcancé a ver una partícula que se salía de mi piel y pasaba a fluir en el aire. Podía ser una mota de polvo, o un grupito de células viejas de mi piel, lo que sea, pero mi cuerpo se estaba desgranando…
– “¡Chau!, ¡partícula!” – la saludé a la pasada.
– “¡Chaaaaaaaaaaauuuuuuu…!” – me gritó en respuesta con un gritito agudo y minúsculo
Yo estaba como hipnotizado, sonriente y embobado, boca abierta y TOTALMENTE PERCEPTIVO… Casi un instante después vi dos nuevas partículas soltarse de mi piel a viajar, y después de esas dos, cinco más, después trece, veintiocho, cuarenta y tres, noventa, luego siete, cien, y de repente todo mi campo de visión estaba repleto de partículas aún más pequeñas que, a su vez, se iban desgranando en átomos.
Hasta que me vi rodeado en perfectas tres dimensiones y en dos velocidades: en cámara rápida podía ver los desgranamientos… y luego, en cámara lenta, podía ver a todas las partículas de mi cuerpo volverse átomos levitando cerca mío…
Y digo cerca “mío”… (“mío”)… ¿pero qué es cerca, si todo está fragmentado en un holograma pluriatómico? ¿y cerca de qué? ¿o de quién?…
Si mi cuerpo ya no es una sola cosa cohesionada… ¿Dónde esté mi “Yo”? ¿Desde dónde brota mi conciencia?
Paseaba esquivando por todas esas partículas suspendidas; y donde iba mi conciencia, se materializaba un cachito de mi pensar ahí mismo, a través de algo hermoso: las partículas se agrupaban “radialmente hacia adentro”, implosionando así en lo que yo estaba pensando. Y si dejaba de sentirlo-imaginarlo-pensarlo, “explotaba radialmente hacia afuera” y volvía a ser todo un cosmos flotante globulado.
“¡Ahí va mi sistema neuronal!” y pasaba flotando un cable de neuronas que se enganchaba al cerebro, pero como no lo había pensado-sentido de antemano, el cerebro ya se estaba desgranando de un costado.
Es importante, pues, volver a unir estas dos palabras en nuestro “hacer” cotidiano: PENSAR & SENTIR, y llevarlo a la praxis.
Recordé a una chamana amiga, que me contó de una palabra en mapuche, que siempre le gustó: rekiduam (se pronuncia “rekizuam”), que quiere decir “pensamiento”, pero se usa también para decir “sentir”. SENTIR & PENSAR ERA LO MISMO. La palabra “rekiduam” viene de la conjunción de “reki” (raíz) y “duam” (sentir).
Nadando en el cosmos de mi propio cuerpo, entendí la importancia de todo esto. Porque el motivo por el cual no podía encontrarle un lugar a mi conciencia, a mi Yo… era porque mi conciencia estaba realmente en todos lados, en esa sopa cuántica rellena de energía, pensando y sintiendo mi cuerpo y materializándolo como tal en el mundo.
Lo que pasa es que nuestro cuerpo ya es la palabra cuerpo y no lo cuestionamos. Ya está ahí, y olvidamos que está ahí porque la evolución de las conciencias de todas las células nos transmiten al inconsciente nuestro todas sus funciones y capacidades, logrando que nuestro cuerpo sea este laboratorio de transformaciones energéticas…
YA ENTENDÍ COMO ES ESTO, pensé, flotando por mi cuerpo desgranado, y me alejé… tratando de salirme de ese “pelotero” de moléculas, fibras, huesos, Todo… Era como estar atravesando una lluvia de meteoritos y de repente << ¡TUK! >> – – – – – – – – Me Salí… y todo era vacío… ni negro, ni frío, ni liviano… simplemente vacío… igual que el vacío que rodea el núcleo de un átomo: vacío.
Me encontré embriago por el vacío, y para cuando me di cuenta, me di vuelta sin poder especificar cuántos grados giré ni hacia donde lo hice: si a la derecha o a la izquierda, simplemente giré y ví, perplejo, al planeta, nuestro hogar, desde un paisaje increíble.
Experimenté el “efecto over view” (o “efecto perspectiva”) que vivencian los astronautas desde el espacio exterior (si es que podemos fehacientemente hablar de un “exterior”) y me dí cuenta de lo más sencillo y obvio y lógico… Que nuestro planeta era una partícula más, flotando en un vacío aún más grande, englobador, profundo, que el que mantenía tejido a mi cuerpo, y que la expansión del Universo entero no era más que la hidratación de un ión en el complejo de intercambio catiónico de las arcillas de un suelo de la llanura pampeana…
Sabia nuestra especie, que se enorgullece de haber hecho un artefacto metálico capaz de viajar y aterrizar en la luna. ¡Genial! Es muy loable, sí… pero no vamos a poder viajar a través del espacio y del tiempo, conocer otras vidas y realidades paralelas con una de estas máquinas. Y pensé: ¡¡¡Por eso la CONCIENCIA!!! Porque no basta con saber que somos UNO CON EL TODO, lo tenemos que sentir, sin antes CREERLO.
Y me volví a perder… me perdí entre tantos entendimientos, porque es la conciencia del cosmos la que mantiene todo unido, y nosotros heredamos por selección natural parte de esa conciencia.
De conciencia cósmica, a conciencia colectiva y a conciencia individual, personal. Y ahí terminé de comprenderlo, de absorberlo, algo así como el sentido de la vida… dejar de pre-ocuparse con cosas terrenales…
Flotaba perdido… y sentía la necesidad de volver a la Tierra y necesitaba salirme de esa órbita para volver a mi cuerpo. Así que empecé a palpar lo que tenía a mano, y me encontré con la mano de Carl Sagan, mi felino amigo, que me terminó de recordar lo que antes era real para mí.
Volví…
Y hasta la semana que viene,
Brian Longstaff.-
Gaston Guzman Dec 07 , 2014 at 10:48 PM /
muy bueeno brian!