Crisálida
La conciencia se abre cuando el cuerpo se abre a diferentes percepciones. El “pensar normal” NO aplica, ante una oleada de información que entra en nosotros a través del trabajo en equipo de todos nuestros sentidos. Un “atrapa-sueños” que gira y oscila en el rabillo de mi ojo por el viento que entra por la ventana acarreando partículas livianas de sedimento fino que vienen suspendidas en el aire desde los confines de la Patagonia misma… Ese aroma a mar donde no lo hay…
Todo adquiere tantos adjetivos que es imposible “definir”, “describir”, “encasillar” nada. Así que todo pasa a simplemente ser una misma cosa, la realidad oscilante, fluctuante, maleable, transmutable, que nos rodea, que nos incluye y que no precisamente este “ahí afuera”, sino que penetra el cuerpo, y lo atraviesa y se lo lleva puesto, igual que la crecida de un río que arrastra la hojarasca.
La mente amplificada, plurificada, capta todo lo que ve, pero sin interpretar ni lo que es, ni lo que ocurre… Capta Todo y se “mete” con él. Ve un sahumerio y sigue su flujo en tres dimensiones. Le gusta su movimiento y lo siente como una danza termodinámica, y ¡listo! Ahora, todo lo es… (y todo es un poquito más fácil). No es una declaración sabionda, pedante ni ñoña decir que comprender lo que ocurre a nuestro alrededor desde un punto de vista técnico, intelectual, racional, es sumamente enriquecedor para facilitar, y acelerar, la interpretación de la información que entra a nuestra conciencia a través de la mente.
Pero la clave no está en saberse al pie de la letra la clasificación taxonómica de las especies nativas de un lugar, ni de conocer de memoria las fórmulas físicas de esa termodinámica y otras tantas cosas más. La clave está en meterse en lo que está pasando…
Nunca costó tanto describir con meras palabras la diferencia entre mirar un suceso con ojos de “desganado hacia la vida” y mirar cada momento como un suceso único e irrepetible; la formación de una nube en altura, la tormenta refusilando y avanzando, las trayectorias de caza de un ave rapaz buscando una presa surcando los aires, las maniobras de evasión de esa presa, o el mismísimo atardecer, nunca uno igual al otro. La vida natural es eso… una sumatoria de nunca acabar de sucesos que tejen procesos que de alguna u otra forma encubren transacciones de materia y energía.
Ser un ser humano es un lujo, porque como dice mi amigo astrónomo (y no lo aclaro por poner títulos sino porque siempre quise tener un amigo astrónomo) Eduardo Vignau, “podemos permitirnos el lujo de pensar infinito, de mirar a las estrellas e imaginar futuros…”
¡E IMAGINAR FUTUROS! Estamos hechos de los mismos elementos químicos que el primer árbol que te cruces en la calle cuando salgas a caminar… pero el árbol no puede imaginar un futuro, ni poner su energía en un proyecto personal más que llevar a cabo una eficiente fotosíntesis o absorción de agua y nutrientes a través de su sistema radicular. El árbol no puede proyectar su vida e ir viendo a ver qué pasa al lado del camino (se va adaptando al medio, sí, pero no se sienta a tomar unos mates con el abedul de enfrente para charlar sobre cómo podaron al fresno de la esquina).
En cambio, el ser humano puede elegir un camino y disfrutarlo porque sabe que la vida es un constante cambio de foco ¡Ep! Y de repente se va… Aprender a parametrizar sólo para aprender a desparametrizar y dejarlo como está, como es… Si total, así como está, está perfecto.
¿Cómo describir con palabras una melodía o los segundos previos donde sabes que tu piel se está por poner “de gallina” por alguna vivencia o pensamiento vívido que estés teniendo? ¿Cómo cuantificar los besos robados al tiempo?
Salir de tu crisálida / Desplegar todo tu accionar; concientizar, reflejar al otro con tu luz, pero no para eclipsarlo sino para encenderlo. ¡Ya es tiempo de emerger, de brotar y salir a la superficie; de que todo ese banco de semillas de conciencias latentes en todo el mundo con visión de cambio salgan a medir todo otra vez, pero con caleidoscopios en vez de periscopios, e instrumentos musicales en vez de tanques hidrantes!
¡¡Estábamos dormidos pero ya no más!! ¡¡¡Porque el eco de las vidas de tantísimas historias de vidas pasadas nos gritan en la cara!!!
No es profético, ni absurdo, ni ilógico concluir que estamos en un punto de traslape entre una situación sociológica mundial y otra.
La lógica de lo que implica la evidencia es implacable. Se respira y transpira un cambio de paradigma en la cara de toda madre tatuada, o profesor con rastas, o médico con piercings (la cultura de la multicultura) o un innumerable, incasillable e inetiquetable batallón de personas que forman parte de voluntariados de todo tipo, en villas abandonadas por el sistema, en zonas rurales aisladas, en todo lugar donde el ser humano se olvidó de lo esencial:
“Tan sólo cuando se alcanza un grado adecuado de desarrollo espiritual es posible aceptar lo que voy a revelarte (…) Nosotros somos criaturas del Espíritu. Somos cargas eléctricas con inteligencia. Este mundo, esta vida es el Infierno, un lugar de prueba donde nuestro espíritu se va purificando poco a poco a través del dolor de aprender a controlar la grosera carne que compone nuestro cuerpo. (…) hasta que no conseguimos conocer exactamente la esencia de las cosas, << nosotros >> tenemos cierta tendencia a creer que nuestro cuerpo carnal es lo único que tiene realmente importancia. (…) Morir es sencillo, pero vivir… ¡<< esa >> es la verdadera valentía! Venimos al mundo para aprender y solamente podremos aprender viviendo aquí la totalidad de nuestra vida natural.” (Lobsang Rampa, 1984)
Aprender a mirar sin mirar. A desarrollarnos, superarnos, transformarnos y no quedarnos conformes con espejismos de seguridad aparente. A avanzar sin lastimar; enraizar en profundidad, brotar y emerger. Chamanizar, emprender y soltar. Devolver una sonrisa al cielo, a la noche, a los astros. Rendirle tributo al Sol, a la vida, viviéndola a fondo y no a media marcha. Y poder quedarte tranquilo en tu lecho de muerte, de que al menos lo intentaste y no fuiste un cobarde. Que fuiste verdadero con vos mismo y viviste acorde a tus ideales, acortando la diferencia entre el decir y el hacer, hasta que ambas sean Uno, y te eleves por la sola sensación de hacer el bien.
Comprender y sentir y saber cuál es tu misión en este mundo es la epifanía más grande a la que uno puede aspirar, porque después, los logros no importan, sólo importa saber hacia dónde vas, así nunca te vas a conformar, sino que vas a aspirar a la superación de vos mismo, y evolucionar…
“A los hijos hay que darles raíces para que crezcan fuertes y alas para volar. Creo que ustedes han recibido eso… FELÍZ VIAJE.”
Es curioso, como esas palabras parecieran escritas por Dios a los hombres y mujeres del mundo; o Buda a sus aprendices. Algo así como la dedicatoria máxima, la premisa que lo engloba todo. Sin embargo, me lo escribió mi mamá en una tarjeta con el nombre de mis dos padres escritos en el reverso, y la escondió en mi carpa el día que emprendí mi periplo.
Las alas, son el coraje moral que surgen en cada uno de nosotros el día que decidimos ser Verdaderos con nosotros mismos. Pero las raíces son adquiridas al saber de dónde viene uno, al sanar, al aceptar, al aprender a perdonar y a soltar.
Será hasta la semana que viene,
Brian Longstaff.-
Daniel A González Jan 05 , 2015 at 12:39 AM /
Qué lindo!!grande !bs Ines González baeza
Pepo Astolfo Jan 05 , 2015 at 05:39 AM /
Brother, cada vez más semillas están germinando, cada vez más luces aumenta su luminosidad, ahora es tiempo de dirigir las luces a la sombra para no incandilarnos, y pintar los brotes en el desierto. Te mando un fuerte abrazo
Mica Sanchez Jan 09 , 2015 at 07:25 PM /
sabes qué? creo que llegue justo, y todo lo que decis, lo venia replanteando con la importancia de la sincronicidad en mi vida… sabes que? venia pensando en que era ya el tiempo, que iba a llegar el tiempo de un cambio profundo. Las semillas están germinando como dice Pepon, y es tiempo de esparcirlas. Un abrazo mi loco! 🙂