Seres Cognitivos
Y
Evolucionados
(Chau Ego)
“Las formas con las que la mayoría se gana la vida, es decir, viven, son simples tapaderas y un evitar la auténtica tarea de la vida, y ocurre así porque, en primer lugar, no saben; pero en parte también porque no desean hacer nada por aprender algo mejor” – (Thoreau, 1863)
El ego mal llevado (o el mal llevado ego) es la raíz de todo. Termina siendo el origen de absolutamente todos los desórdenes pequeños y grandes que tenemos en nuestra humanidad. Una persona poseída por el ego necesita enaltecer su imagen, montar un polo de atención entorno a su persona, que lo sustenta. Para lograrlo, suele recurrir a lo material, a la acumulación de cosas que supuestamente sirven para adquirir poder. Autos, propiedades, yates, pilchas, vacaciones y fotos con un delfín. Pero una persona corrompida por el poder, se ambiciona con sostenerlo, con acapararlo y se ambiciona con sí mismo. El dinero termina siendo el combustible de esta ambición, la herramienta que permite tunnear nuestra imagen.
Pensémoslo en escala planetaria. Muchas personas, queriendo inmacular su propio ego, son muchas personas comprando, pagando, depositando su sueldo, por cosas (efímeras y obsoletas en el corto plazo), es decir, mucha gente metiendo plata en circulación en el sistema económico, justificando así que este siga funcionando. Si hay gente que sigue pagando por productos sin importar su procedencia, nuestros bosques seguirán siendo talados en lugares lejanos, y los minerales seguirán siendo extraídos sin importar los impactos sociales involucrados.
Un ser evolucionado piensa en la procedencia de todo lo que consume y toma conciencia del impacto de sus actos. Es simple, el ego prevalece si te es más importante pagar un precio altísimo por algo sin importarte quienes estuvieron implicados en la extracción de la materia prima, la producción y distribución del producto, como así también en su desecho. Tampoco toma en cuenta la contaminación de los ecosistemas en cada una de estas etapas del ciclo productivo de cualquier cosa que compremos.
Si te frenas a pensarlo un momento, no es algo muy extremista lo que estoy proponiendo. Porque quizás, con menos accesorios, usando ropa usada o heredada o hecha a mano, y con un nutritivo guiso, aminoras bastante más tu impacto ambiental. Y, de paso, no tendrías que estar toda tu vida pagando cuotas de la tarjeta de crédito, evitando entrar en un torbellino sistémico que no te suelta, en el que terminas laburando de lo que sea con tal de pagar tus cuentas, alejándote de a poquito de esa persona idealista que eras cuando eras joven…
En “Una Vida Sin Principios”, que Thoreau comenzó a escribir un año después de su “Desobediencia Civil” (y termina de publicarse 13 años después, en 1863, previo a su muerte), se esboza la cuestión del trabajo alienado de forma casi poética, lo explica de manera simple y hermosamente tajante. Hay citas imposibles de sobre-recortar, y me nace compartirlas en extremo:
“Nos vamos a plantear la forma cómo consumimos nuestra existencia.
(…) No existen los domingos. Sería fantástico contemplar a la humanidad descansando por una vez. No existe más que trabajo, trabajo, trabajo. (…) Yo creo que no hay nada, ni tan sólo el crimen, más opuesto a la poesía, a la filosofía, a la vida misma, que este incesante trabajar.
(…) pero si me dedico a otras faenas que me proporcionan más beneficio, aunque menos dinero, comenzarán a mirarme como a un vago. (…) yo prefiero acabar mi educación en una escuela diferente.
(…) Los caminos por los que se logra dinero, casi sin excepción, nos amenguan.
(…) Esos nimios trabajos que me reportan el sustento y por los cuales se me permite que sea útil de alguna forma a mi prójimo, me son tan placenteros que casi nunca recuerdo que son una necesidad. Hasta ahora voy teniendo éxito, pero preveo que si mis necesidades aumentan demasiado, el trabajo requerido para satisfacerlas se convertirá en una labor penosa. Si tuviera que vender mis mañas y mis tardes a la sociedad, como hace la mayoría, estoy seguro de que no me quedaría nada por lo que vivir. (…) Lo que pretendo sugerir es que un individuo puede ser muy trabajador y en cambio no utilizar bien su tiempo. No existe mayor equivocación que consumir la mayor parte de la vida en ganarse el sustento. (…) Debéis ganaros la vida amando.”
Pero, ¡ojo!… porque ser frugal, no equivale a haber vencido al ego enfiestado y embriagado de sí mismo. El ego también trabaja desde lo interno, de una forma mucho más sutil, camuflada en el decir y en el hacer; en el imponer, interrumpir, soslayar al otro y no escucharlo.
Podes haber vencido al ego en lo externo, ¡felicitaciones!; pero la guerra verdadera es contra el ego interno. Admito que “guerra” es una palabra muy negativa, pero es casi como una guerra… una puja de poder entre tu esencia y la imagen que te creaste sin darte cuenta por haber nacido en sociedad. En un ser poco evolucionado, el ego prevalece tanto externa como internamente. Siempre van los intereses personales primero, y si hace algo, es porque sabe que al menos una pequeña ventaja está sacando por hacerlo. Caer a cuenta de esto requiere de una gran capacidad de autocrítica.
En un diálogo tremendamente enriquecedor, llamado “La Naturaleza de la Mente”, que tuvieron Jiddu Krishnamurti (Filósofo Religioso, escritor y educador), David Bohm, (Físico), John Hidley (Psiquiatra) y Rupert Sheldrake (Biólogo), en 1982, Krishnamurti sostuvo que la actividad egocéntrica (los actos egoístas del “Yo” individualista) es lo que produce todo el desorden en el mundo. Krishnamurti coincidió con los demás en que el conflicto es algo natural en el humano, ya que existen conflictos en la Naturaleza. Pero aclaró que el conflicto dentro de nuestra conciencia es algo muy diferente, que genera sufrimiento, y que debe ser erradicado. Sostiene también, que el humano no debe vivir en sufrimiento, y para ello debe trascender a la actividad egocéntrica pues ésta busca el conflicto para imponerse y, por ende, existir.
Entonces, no sólo debemos aceptar nuestra naturaleza (somos seres con una preponderancia al egocentrismo), sino que debemos cambiarla radicalmente y ser, literalmente, menos egoístas. Entonces:
- Si una persona te habla y vos no escuchas al otro, y te cuenta mil veces la misma cosa, es porque no escuchaste; y si no escuchaste es porque no te interesaba… Y si no te interesa es porque sólo te interesas por vos mismo, y el ego prevalece sobre tu Ser.
- Si no medís tus acciones, o no pensas en la reacción del otro ANTES de actuar, es porque no pensas en el otro, nuevamente, porque sólo te importa lo que vos pensas lograr con esa acción y nada más. Por más buenas intenciones que tengas, no siempre podes lograr algo positivo si no pensas primero en los sentimientos de la otra persona.
- Tampoco se puede quedar bien con todo el mundo; forzar esto es sólo querer idolatrar a tu ego, en vez de aceptar que algunas personas pueden amarte y otras quizás no compartir para nada tu visión de las cosas. Ante ellos, el ego salta a la defensiva e intenta justificarse para que no se pierda credibilidad en su imagen forjada.
Manotazos de ahogado, de un ego alpedísticamente enaltecido…
Para tratar de ir cerrando y no irme por las ramas (transformando el boletín en un interminable monólogo), quisiera al menos dejar la mente de todos nosotros masticando las siguientes palabras de Krishnamurti:
“El mundo acepta y sigue el enfoque tradicional. La causa principal de nuestro trastorno es la búsqueda de una realidad que nos han prometido otros. Seguimos mecánicamente a alguien que nos asegura una vida espiritual cómoda, y resulta de lo más extraordinario que, si bien la mayoría nos oponemos a la tiranía y la dictadura, aceptamos en nuestro interior la autoridad y la tiranía de otro que fuerza nuestra mente y nuestro modo de vida.”
“(…) Usted ha empezado ahora por negar algo que es del todo falso; el enfoque tradicional; pero si lo niega como una reacción, habrá creado otra pauta en la que estará atrapado. Si piensa, de una manera intelectual, que esta negación es una idea muy buena pero no hace nada al respecto, no podrá ir más allá. Pero si niega esa falsedad porque comprende su estupidez e inmadurez, si la rechaza con una profunda inteligencia, porque es libre y no está asustado, creará una gran perturbación en sí mismo y a su alrededor, pero saldrá de la trampa de la respetabilidad.”
Entonces… ¿qué hacer?
Desafiar la selección natural, ahorrarnos añares de prueba y error, y evolucionar… hacer la elección consciente de evolucionar… de un salto, para trascender al ego… para poder Ser lo mejor de nosotros mismos… pero de forma serena, suave, armoniosa… sin quebrar, sin acaparar, sin imponer ni amarrar… Siendo, y dejando Ser…
Será hasta la semana que viene,
Brian Longstaff.-
Bibliografía
Henry David Thoreau, “Una Vida Sin Principios”, 1863.
Jiddu Krishnamurti, “Limpia tu mente”, 1999. Agradezco la llegada de este libro hace unos días atrás, me lo regaló mi queridísimo amigo Leon Zaldivar Jarabo quien ya estará de regreso en su amada España. Leon nos acompañó en varias Masas Críticas Pampeanas, y es sencillamente un gran tipo.
La conversación entre Jiddu Krishnamurti (Filósofo Religioso, escritor y educador), David Bohm, (Físico), John Hidley (Psiquiatra) y Rupert Sheldrake (Biólogo), de 1982, la pueden ver haciendo click acá.
Patricia Aguera Feb 01 , 2015 at 11:57 PM /
muy bueno!!!
Guille Taver Feb 02 , 2015 at 01:36 PM /
Creo que algo está tocando a mi puerta…Genial Brian!!!!