Multifloral de palabras.
“(…) el Hombre del Mundo no encara la vida y sus adversidades, como un supremo desafío destinado a posibilitar y dinamizar su crecimiento; entonces se agobia y desespera ante las dificultades y en su tensa confusión anula toda posibilidad de aprendizaje y crecimiento.” (L. Espinoza, 1991)
Ensalada de palabras. Cuando uno conversa hasta que sale el sol con un amigo o un cómplice familiar. Leí hace poco, sentado sobre una gran piedra, que parecía más piedra lunar que terrestre, que en la cultura Chamánica hawaiana “la puesta del Sol era el inicio de un nuevo día, y el amanecer, el comienzo de la manifestación de toda la creatividad que había tenido lugar durante la noche” (S. Kahili King, 2007) Comprendo ahora mi horas de desvelo nocturno, el sentirme más productivo de noche cuando la birome va y va y va…
Y si tenes a un ser querido para charlar a deshoras, la magia se pulsa y se inicia, y son muchos los ideales puestos sobre la mesa cuando hablas con alguien así. Los “que hago de mi vida” que se debaten abiertamente, porque sabes que el otro escucha y te reconoce como espejo, como alma hermanada y te hechas a hablar y a hablar toda la noche. Y leí en otro lado… “La inteligencia no es más que saber conversar de unas cosas y otras con los demás, consiguiendo con ello una sabiduría infinita” (Y. Yamamoto, 1989) Me nutro, o más bien, aprendo a nutrirme de lo que el otro tiene para decir… y no tanto de lo que Yo deseo decir, a menos que sea para el mayor bien del otro.
Hasta que el sol empieza a despuntar otra vez, cambiando el vacío estelar por un techo de colores que va apareciendo con alguna nube puesta de canto atravesando transversalmente el paisaje… no se mueve, pero volvés de calentar el agua del mate y ya se corrió un cachitín a la derecha, ¿o fue a la izquierda?… No importa, el tema es que cambió, fluctuó, prosiguió… como todo en la naturaleza que cambia, para recordarnos que nada en nuestra vida es estático.
Y el Sol sigue saliendo. Digo, en realidad, seguimos girando y aparentando que sale, cuando nosotros giramos; y giramos, y sale, implacable, y nos recuerda un mensaje canalizado por algunos allí en las místicas tierras de Findhorn al norte de Escocia… “parece que los humanos no supieran a dónde van, ni porqué. De saberlo, ¡qué central de fuerza serían!” (P. Hawken, 1975) La Tierra, Una, unida, única, emanadora de buena vibra, de gestión interplanetaria, de paz… algún día; algún día, será.
Ensalada de ideas, condimentada con una par de interrogantes… ¿Cómo hacer para que los cambios internos sean masivos y todos pulsemos un giro de conciencia tal que nos emancipe de lo que creemos que es real? ¿Cómo despertar al ciudadano planetario? ¿Cómo devolverle a la Pachamama más de lo que nos da? ¿Cómo multiplicar una efeméride por trescientos sesenta y cinco? En esta multifloralidad de palabras, Fukuoka nos diría… “Filósofos, religiosos, artistas poetas, deben también ayudar a decidir si es permisible o no el uso de productos químicos en la agricultura”
Y de acá puedo saltar y abrir dos líneas de conversación, una moral, y otra potencial… Porqué debe despertar el ciudadano planetario, y cómo llevarlo a cabo (Porque ya no puede evadir la Verdad, y sólo puede expresarla desde su Totalidad, es decir, haciendo todo lo que se pueda y desde donde sea que se pueda) Salirte de la norma, ir, y hacer lo que nunca hiciste.
A qué voy con este excursus tangencial que me permito tomar. Intento ir más allá de la obviedad de los perjuicios del uso de productos químicos en el mediano y largo plazo, el vaciamiento de vida que le hacemos al suelo de los campos que monocultivamos, el descenso en sabor en frutas y verduras, y el aumento de alergias junto con una total falta de completitud de nutrientes en nuestras dietas… Quiero restarle importancia a los beneficios que existen en la Agricultura Natural y Biodinámica, y centrarme en el hecho de trasfondo que empaña lo que ocurre.
Los agroquímicos son la punta del iceberg de la realidad agropecuaria mundial. La completa transformación de nuestros ecosistemas en meros lotes de producción de unas pocas especies, desiertos vivos, mantenidos, a costas del mercado, de la biodiversidad y unas cuentas vidas más.
La expropiación de tierras a los indígenas del mundo es el ápice, el clímax, de nuestra desidia para con nuestra propia especie. El “pan y circo” sigue de manera perversa, sutil, y alienante en nuestra sociedad, y nos desinforma y no nos cuenta que los Wichis sigan perdiendo a sus hijos por desnutrición aquí, en el “granero del mundo”. Hasta dónde nuestra propia alimentación está relacionada indirectamente con estos hechos, es algo que nos es ocultado desde los confines del poder político y mediático. Y por eso este análisis moral de aquellas palabras de Fukuoka, mientras camina sereno por sus campos de arroz.
La esperanza, la interpretación positiva de todo esto, radica en la otra línea de conversación que quería proponer… la potencial. Para el cambio, la diversidad asegura la unidad. En nuestro caso, la unidad de acción en la misión de concientización social a la que Fukuoka exhorta a filósofos, religiosos, artistas y poetas a actuar, y a la que siento que puede extenderse a todas las ramas del saber humano. Todos formamos parte del cambio y tenemos múltiples opciones a la hora de tomar un rol y ser un verdadero actor social.
Existe un accionar efectivo, diverso, multigeneracional que, sin dudas, es una forma de trabajo no contemplada por los gritones corredores de bolsa, enloquecidos por la adrenalina de una espectacular y fantástica especulación financiera. Un concepto sincero de accionar cooperativo que quiero compartir a los fines de que esto se convierta en una lectura de domingo generadora de sinergias. Es un ejemplo en el que varios aprenden, todos comparten (saberes, vivencias y comidas al lado del fuego) y un puñado de seres reciben una gran mano del prójimo. Este accionar, es el ya mencionado concepto de Minga, que en el mundo de la permacultura Latinoamericana (y mundial) alcanza niveles altísimos de interconectividad y creación de cohesión social natural intangible, pero respirable. Así, se va tejiendo una red que no compite: brota…
Situación: De repente, una pareja, con su beba, consiguen un terreno y unos pocos materiales. Se alinean con la Pachamama, se sintonizan con ella por el simple hecho de reconocerla como viva, receptora de sus vidas; respetando sus ciclos y sus abuelos. No se corta ni un árbol, ellos cuentan uno por uno los árboles, identificándolos por especies y, como pidiéndoles permiso, los anotan en un croquis del terreno para luego plasmar la casa sin interferir con un bosque ribereño nativo que será su principal aliado ante las crecidas del río cercano en verano; el mismo río que ahora en invierno les provee de arcilla para construir a través de un diseño de cultura permanente. La construcción natural, sencilla, frugal, de barro, y lo que se pudo ir consiguiendo por ahí. La Pachamama lo sabe, y la minga no tarda en llegar.
Uno de aquí, otro de allá. Algunos traen el pan, otros zapallitos y arroz; algún baúl con herramientas de mano; equipos de mate hay uno cada dos personas; y la buena predisposición (a prestar servicio por un vecino) como actitud para el fin de semana. Jorge me cuenta que cambió su día de franco laboral para poder venir y, mientras, va cortando y tirando verduras a hervir. Sebastián me da una gozosa charla sobre diversas escuelas budistas y del zen, mientras reboleamos unos tirantes de madera de allá para acá, para luego apilarlos en forma de triángulo para que se oreen al Sol. Carlos lija otros tablones de madera, mientras me cuenta la posibilidad de crear una Asociación Civil que permita tejer las necesidades de los permacultores de la zona para acelerar la gestión en conjunto de las actividades que van surgiendo. Otros, le meten mano a la huerta. Una niña de unos catorce años pisa el barro mezclado con la arcilla, bosta y agua, junto con su hermana menor y me cuenta que le cuesta integrarse en la escuela… ella lee el diario de Ana Frank en su tiempo libre; yo le sonrío y para mis adentros, me lleno de luz, porque si existe todavía en los niños la curiosidad de agarrar ese libro, entonces, pues, estamos salvados.
Unas urracas se chiflan de rama en rama… contentas de que este seguirá siendo su hogar. Su canto, desmesuradamente inhumano, me saca de la recolección que estoy haciendo para este mosaico que es la humanidad, y me hace el simple recordatorio de que aquí y ahora hay un sinfín de seres vivos haciendo la suya y fluyendo y volando, y nadando, y reptando y subiendo por ahí. Y brotando, siempre brotando el pasto por ahí…
Me sumerjo en este momento. Me detengo, y veo, haciendo un giro de trescientos sesenta grande, y veo, que lo que está pasando frente a mí, no es más que la buena voluntad de aprender, aprehender, y hacer, desinteresadamente y sólo por el placer de crecer de a muchos y hacia un mismo lado. Repito: creo, siento, y pienso, que como accionar cooperativo, el concepto (y la acción) de una minga, viene a romper con todos los esquemas o predicciones medibles por estadísticas actuales acerca de lo que va a ocurrir. No hay forma de saber que tan rápido cambiarían las cosas si todos salimos, despiertos, a dedicar un 15% de nuestro tiempo semanal a darle una mano a otro. Pero, ¡ay, si ocurre! ¡Qué desconcertados quedarían los actuales círculos de poder, cuando vean que no se puede hacer nada contra la buena voluntad de la gente!
Al volver a casa, la pipa de mi bisabuelo, está posada sobre “El Hombre Máquina” de la Mettrie. Una pipa viejísima sobre unas palabras aún más viejas. Ambas, como un tótem sobre el suelo de mi cuarto. Al entrar, acaparó mi atención como un imán, y cual acto reflejo lo abro en cualquier página al azar y leo: “Romped la cadena de vuestros prejuicios, armaos de la antorcha de la experiencia y tributaréis a la Naturaleza el honor que se merece en lugar de deducir, con la ignorancia en que os ha dejado, algo en contra de ella.”
Ese sentimiento, de vigoroso sentir, de inspiración y motivación para hacer lo que sea que uno quiera (y de alguna forma conectado con la biosfera y el cosmos entero), es lo que más queda tras conversar con aquellas personas que más queres y que vibran con vos. Recuerdo una bicicleteada cuesta arriba, lleno, el paisaje de viento y polvo al norte de Realicó, La Pampa (casi Córdoba). Al llegar arriba en la colina, la Flora, guardiana y amiga (en esta y otras), me esperaba con esa cara de paz y fuego interno encendidísimo que la caracteriza. Charlamos, y concluyó diciéndome precisamente eso, que si había algo que debíamos hacer, es lo que querramos hacer, y ser nosotros mismos en el camino. Dos veces escuché en esta semana algo que me vino bien y me recordó a esas charlas atemporales que te da la vida: no es la búsqueda de la felicidad, sino la felicidad de la búsqueda. Pero nos centramos sólo en el objetivo y lo entendimos al revés. Algo simple, que todo ser humano debe aprender a sentir otra vez.
La Flora, también, lo escuchaba de chica a Tom Lupo. –“Me leía de chica a Eduardo Galeano, por lo que nunca tuve que leerlo”, me cuenta ella hoy a la distancia. En el epílogo de un libro de Lupo, Fernando Pessoa escribe: “Si muriera joven, oigan esto. Nunca fui sino una criatura que jugaba. Fui gentil como el aire y el agua, de una religión universal que sólo los seres humanos desconocen.”
Al leerlo, recordé otra charla con mi gran hermiga, donde caminábamos hacia la terminal de ómnibus de Santa Rosa, y le contaba, feliz, que viajaría en el asiento delantero del piso de arriba del colectivo, que posee la mejor panorámica a cambio de ser el supuesto asiento más inseguro en caso de choque. Pero, ¿perderme la amplitud de la noche por temor al destino?, absolutamente no. Recuerdo que le dije a Flora, “si me muero, decile a mi gente, a mi familia y amigos, que muero feliz, realizado, por haber seguido siempre mi camino, guiado por mi intuición.” Ella rió, pero sabía que lo decía en serio.
Hoy, me siento con el mismo estado de completitud, la minga me lleva a ese estado de tranquilidad, de saber que ya estás encaminado. Y ni a la muerte le teme uno, cuando la lleva de amiga al lado durante todo el día, viviendo cada momento con plenitud. Esa es la religión universal de la que habla Pessoa, el hecho de sacralizar cada cosa que hacemos, no como ovejas siguiendo a una persona, sino como un águila atenta al Todo desde lo alto.
Cada una de nuestras vidas está marcada por un sinfín de eventos y símiles obstáculos. Las piedras, bifurcan el camino de un río, hasta pueden hacer turbulento su correr, pero jamás detienen su fluir, el agua de alguna forma, sigue adelante. Nuestras vidas fluyen de la misma manera, y al saber que de alguna u otra forma va a fluir, debemos poder relajarnos ante todas las circunstancias de la vida, y dejarnos llevar por la actitud que a nada le teme, porque de todo aprende.
La llamada Economía Cósmica o Divina, no es más que elevar nuestros niveles de percepción para poder reconocer, prontamente, sincronicidades, causalidades y cualquier aprendizaje basado en una interpretación positiva. Mi cuarto sigue lleno de libros parlanchines; a medio metro de la pipa de mi bisabuelo está, de canto contra un cajón de verduras (que ha demostrado ser el multi-inmueble más multiuso que conozco), el librote ese que no termino más por el abofeteo anímico que me aplican dos de sus hojas cada vez que lo abro, “Sexo, Ecología, Espiritualidad”, y lo abro –cada vez que lo abro– y encuentro: “Hay una economía cósmica en todo esto que es genuinamente impresionante. ¿Quién hubiera pensado que los primeros átomos que existieron en las primeras galaxias emergentes, que se extendían billones de kilómetros y existieron hace billones de años, serían ahora los ingredientes, los subholones actuales, de tu propio cuerpo, mientras estas sentado aquí leyendo esto?” (K. Wilber, 2005) Es el mismo cuerpo que posee dentro de sí a la conciencia de su lado para poder encontrarle sentido a su vida, sin importar las cartas que le tocaron para jugar, es decir, la historia personal de cada uno.
Multifloral de palabras, tropiezo entre libros, Findhorn otra vez, “En la vida de Peter no hay errores; sólo existe la Economía Divina. Los errores son errores solamente mientras no se ha descubierto su divino significado. (…) Las calamidades son mercedes de Dios, los desastres personales simples piedras que nos ayudan a ir vadeando el estrecho sendero iniciático que todos recorremos pero que muy pocos reconocen. El darse cuenta de este hecho es lo que da a Peter la energía y la celosa determinación necesarias para avanzar a saltos mientras el resto de la humanidad, aparentemente, se limita a arrastrar los pies y marchar pisándose los talones. Hay muchos que consideran a Peter estrecho, y lo confunden con la estela de vapor y gases que dejan su vuelo, pero a causa de esas huellas sociales es su velocidad: su velocidad de pensamiento, de acción, de toma de decisiones. La rapidez de su mente y de su intuición. Hasta en sus errores es rápido, pero bueno, ¿es que hay errores? (…) La vida está repleta de significados; estalla de significados (…)”.
Demasiada información me trae el año nuevo maya y la segunda luna llena de julio que se nos fue dando lugar al renacer occidental de la Pachamama. Demasiado es el caudal, pero meto los pies y siento la corriente igual. Porque el frío del agua me despierta, me despabila, me dice: “Dale nene, seguía así, simple y a fondo…”
Será hasta pronto, sin antes dejarles otro multifloral de palabras más con una de esas conversaciones profundas que decíamos al comenzar…
Saludos,
Brian Longstaff.-
Bibliografía:
Julien Offray de la Mettrie, “El Hombre Máquina”, 1748.
Paul Hawken, “Los Jardines de Findhorn”, 1975.
Masanobu Fukuoka, “La Revolución de una Brizna de Paja”, 1978.
Yosho Yamamoto, “Hagakure. El Libro Secreto del Samurai”, 1989.
Luis Espinoza (Chamalu), “Ecología Chamánica”, 1991.
Tom Lupo, “Entre muebles y sombras. Copetes, Poesías, Cuentos, Aforismos, Graffittis… y otras combinatorias”, 2004.
Ken Wilber, “Sexo, Ecología, Espiritualidad”, 2005.
Serge Kahili King, “El Chamán Urbano”, 2007.
Fotos extraídas de Google, más alguna personal, y una de Abby Viale donde estoy con la Flora en aquellos días.
Leon Zaldivar Jarabo Aug 03 , 2015 at 08:22 AM /
Lagrimones emocionados y alegres de lunes BlogPlofferos
Gian Falbo Aug 04 , 2015 at 03:16 AM /
te voy a llenar de besos papi. que bien hacen tus palabras!