Cómo ser feliz con lo “relativamente” poco que tengo.
“Al elaborar un ideal podemos dar por supuesto lo que deseamos,
pero es necesario evitar las imposibilidades” – Aristóteles
Semanas de sismos, vibraciones y gente afrontando cosas y más cosas, empujados hacia aprender y superar situaciones de diverso tipo, gravedad y profundidad. Es como si los seres humanos tuviéramos que romper nuestra crisálida, hacer nuestra metamorfosis y lidiar de alguna forma u otra con nuestros mambos existenciales. Hacernos cargo, en breves palabras, de quienes somos. Sin ponerme demasiado trascendental –si bien reconozco que así resuena– pareciera que la misión personal de cada persona empieza por el despertar a la plena conciencia de sí mismo. Agarrarse de algún tipo de revelación, sabiduría, vivencia… y usarlo de forma práctica para salir adelante y re-inventarse.
No soy nadie para sugerir un camino. No tengo ningún título ni diploma que certifique en sociedad lo que digo. Sólo puedo escribir desde el corazón cómo siento que es correcto PENSAR acerca de lo que SIENTO. Por supuesto, que ese “cómo” es sólo un camino, una opinión de entre varios “cómo” diferentes, pero no por eso dejaré de compartirlo…
Todo es relativo en esta vida. Todo depende de mi perspectiva del mundo, desde dónde veo las cosas y la cadena de pensamientos que le sigue detrás de esa gran estructura de creencias que heredamos desde nuestros orígenes familiares y culturales. Ese sistema de creencias y “cómo” sentipensamos, suele estar directamente relacionado a la que nos tocó vivir… Pero, ¿es posible cambiar rápidamente ese chip actitudinal…? ¿Podemos borrar nuestra historia personal y hacer una interpretación positiva de todo lo que nos pasa…? ¿Cómo lo hago…?
La respuesta es: reconectándome conmigo mismo.
Pero, otra vez, ¿cómo lo hago? Quizás aquí es donde las respuestas se ramifican, pero es probable que las soluciones prácticas para reconectarme conmigo mismo se amplifiquen rápidamente si logro, primero y ante todo, ser feliz con lo relativamente poco que tengo. Y digo “relativamente poco” porque siempre existe otra verdad inalienable, y es el hecho de que SIEMPRE se puede estar peor.
“Uno se aferra, ansía, pugna por afirmarse… y vive en un infierno casero. Se desapega y vive en paz.” – (A. Huxley, 1962)
Y sólo por molestar haciendo la misma pregunta, ¿cómo lo hago…? ¿Cómo puedo sentir felicidad partiendo de la Nada, volviendo a empezar con un lienzo en blanco todos los días? ¿Cómo hago para aplicar la frugalidad de forma práctica para que vivir en simpleza sana emocional me permita vivir con una sonrisa en la cara?
Acá es donde TODO SER HUMANO NECESITA UN SACUDÓN. Necesitamos atravesar revelaciones, despertares, sacudones emocionales, tocar fondo y re-inventarnos alguna vez para vivenciar ese cambio en la forma de ver el mundo. Existen varios momentos de profusa vibración y evolución espiritual en la vida de una persona. A veces, esos momentos son pasados por alto y nos dan motivos para renegar y llorar –“teraputeadas” admisibles-. Pero, esas mismas vivencias pueden ser aceptadas, transmutadas y utilizadas como “marco vivencial de apoyo” para mi nueva visión del mundo.
Las experiencias cercanas a la muerte son ejemplos de estas influyentes vivencias. Ya sea porque uno está enfermo gravemente, o afrontando la muerte propia o de un ser querido, lo cierto es que afrontar la muerte y danzar con ella es uno de los sacudones más fuertes que podemos hacerle a nuestra forma de sentir, pensar y actuar.
Recuerdo como si fuese ayer (el Tiempo es, después de todo, un concepto 100% relativo, esto es, una medida de calidad y no de cantidad –no importan CUÁNTO tiempo me tome para sanar, sino que SANE durante ESE TIEMPO-), cuando falleció demasiado temprano uno de mis mejores amigos. Independientemente de que Mati era un alma vieja, y que su forma de ver el mundo era bastante más adelantada para su época, recuerdo que me vi inmerso en un vacío terrible, un infinito tan grande que contenía a todas las cosas por igual…, donde nada, a escala cósmica, me podía llegar a importar. Ahí va… así son las experiencias cercanas a la muerte… Y se hizo el click.
Ante el hecho consumado, la pérdida, la reacción fue bastante pragmática: empecé a vivir duplicando todo por dos. Desde tomar un helado, a salir a andar en bici, laburar y estudiar; absolutamente todo para mí empezó a adquirir una calidad en duplete. El sentir era muy sencillo (y hasta lógico): me propuse disfrutar todo “por dos”. Mati ya no estaba, y en su puro honor, me obligué a disfrutar de todo doblemente, por él y por mí.
La Economía Divina me jugó otra de sus bromas kármicas contables, y a siete días después de la transmutación de su cuerpo en elementos que pasaron a ser parte de los ciclos biogeoquímicos del mar, la arena y una playa ya lejana con olas con espuma revolviéndolo todo, tan sólo siete días de su esencia convertida en Todo, nos la pusimos contra un auto y giramos en trompos en plena Avenida Las Heras con los mejores amigos de Mati. Salimos a celebrar su vida y ¡PUM!, otra experiencia cercana a la muerte nos fileteó el auto en dos, dejándolo literalmente sin motor, y todo por un tipo que cruzó en rojo y que luego se dio a la fuga por haber venido escapando de un robo según nos informaron unos hombres de uniforme azul y pistolas.
Los hierros torciéndose, los dos segundos y medio que duró todo transformados en una película en cámara lenta con mil cuadros por segundo, tu centro de gravedad en espiral y el posterior /piiiiiiiiiiii/ que resuena entumeciendo la realidad… y no nos pasó absolutamente nada… La cadenita de Mati colgándome en el pecho, mi mano aferrándola con una mano, y les dije a mis amigos: “Mati nos salvó la vida”.
Pero más allá de todo sentimentalismo, lo que puedo analizar en frío, Hoy, para fundamentar lo que les vengo diciendo, es que, luego de esos dos SACUDONES, me cambié de universidad, algo que pensé que nunca haría, dada mi estructura a no permitir cambios y procesos más profundos en mi vida. Un par de años después falleció mi abuelo, Jorge Pablo Howard, también escritor y, por supuesto, mentor en varias introspecciones de mi vida, y me cambié de carrera, y tras otros sacudones de índole natural terminé también cambiándome de provincia… ¿Qué ocurrió?
El danzar con la muerte permite que te importe un bledo el qué dirán y pasas a focalizar toda tu energía vital en vos mismo, no de forma egoísta, sino, por el contrario, de forma altruista, instintiva y sin un ápice de duda. Todos los trapitos al Sol y cartas sobre la mesa y haces lo que sea necesario por tomar las riendas de tu vida.
Estos sacudones espirituales, estos momentos de revelación, pueden no solamente venir por la pérdida de un ser querido, sino también por zafarle uno mismo a la muerte a través de un accidente, una enfermedad, o por ver la luz de un nuevo día con el Sol despuntando por detrás del cerro tirando rayos por entre las nubes recordándome a cuando veíamos “punto de fuga” en Plástica en la primaria. En otras culturas, se pasan años meditando, intentando obtener la serenidad y ver la Verdad, sentirla. Pueblos milenarios usan medicinas naturales ancestrales para llevar a la mente a un lugar donde no piense y alcanzar el SACUDÓN. “Su reacción es la total experiencia mística. Ya sabe: Uno en Todo y Todo en Uno. La experiencia fundamental con sus corolarios: ilimitada compasión, insondable misterio y significación.” – (A. Huxley, 1962)
Pero, ¿qué pasaría si pudiera alcanzar la Verdad, la revelación, en tan sólo 5 minutos…?
Acá es donde entra en juego un juego que creo que es la clave para lograrlo y ser feliz con relativamente poco –lo cual a su vez es un renacer constante porque, después, todo te sorprende, y todo es sacro-. Es algo que me gusta lúdicamente llamar: “revelaciones auto-inducidas”, lo que se traduce en entrenar la conciencia para ponerse rápidamente en un estado de plena atención en el aquí y ahora, con el fin de poder ver la belleza frugal que nos rodea, y erradicar, desde el sentir, los miedos que proyectamos para adelante y hacia atrás en una línea cronológica “de lo que fue y de lo que no existe aún”. Pequeños grandes cambios que nos permiten acallar nuestros egos, nuestros fantasmas, nuestros miedos y hábitos adquiridos. ¿El resultado de estas “revelaciones auto-inducidas”? La calma, la alegría, el amor a absolutamente todo…
El entrenamiento es totalmente personal, pero uno tiene que poder encontrar sus propias formas de ir haciéndolo porque nadie puede venir a decirte como vivir tu propia religión. Así que, nuevamente, repito que yo no soy nadie para proponer maneras para sanar la historia de uno y volver a sonreír de forma sincera, pero sí se me ocurren algunas ideas…
Siempre se puede recurrir a la meditación, pero, esto es, MEDITAR A TU MANERA. Sí… como sea que se te ocurra meditar. Encontra tu propia forma de meditar. Otra vez, sacralizar el momento presente, ser impecable tomando todo tranquilamente, porque lo bueno te aumenta, te hace más pulsudo, tioco de corazón, y lo malo lo usas para bien (porque encontras la manera de hacerle una interpretación positiva a todo lo que te pasa, más cerca de una actitud budista que a la de un naif optimista). Entonces, nada puede molestarte, nada te saca de tu centro.
Podes estimular tu mente a serenarse leyendo algún buen libro, permitiéndote mantenerte intelectual y creativamente activo. Busca lecturas que te motiven, que te den vocabulario que te agiliza luego para poner palabras a lo que sentís. Recordar: siento, luego pienso y sólo después existo. Procura leer libros que trabajen tu imaginación. Y te sirvan de disparador para otras cosas.
Componé libremente, jugá, dibujá, pintá, cantá, escribí, bailá, date tiempo para cultivar tu lado artístico. Como dice Flora, si te vas a deprimir, deprimite creando (ella, y su simpleza proactiva).
Empezá a escuchar tus propios pensamientos y pregúntate porqué pensas así… de dónde vienen tus pensamientos, qué sentimientos lo producen. Identificarlos. Implementa un cuaderno o algo para anotar tus reacciones y registrar cuándo te tomás cosas personalmente (y porqué), cuándo haces suposiciones acerca de cómo actuará una persona frente a una situación (y porqué), y –muy importante– aprendé a reírte de cada vez que te des cuenta de que tu comportamiento está siguiendo patrones que simplemente te permitiste acostumbrarte.
Rendile homenaje al hecho de Ser Naturaleza, esto es, DATE TIEMPO para estar en contacto con la Naturaleza y AGRADECER ESTAR VIVO.
Muchos de nosotros –al menos yo, lo admito– somos de verbalizar y putear a veces, unos micro ataques de ira, con algún rugido primitivo incluido. Me auto-induje una solución: cuando estoy solo, me desafío a un VOTO DE SILENCIO conmigo mismo. Una forma de facilitarlo, es tomar conciencia de lo mucho que fruncimos el ceño. No miento, me di cuenta de que si relajas el ceño (alguno agregaría: si relajas tu tercer ojo) y alivias los músculos de toda tu cara en general, pasas a estar automáticamente, ¡bah!, naturalmente más calmado. Y si estas más calmado, el silencio se hace amigo y se facilita el oír tus propios pensamientos.
Importante: CELEBRÁ; esto lo entendí a través de una palabras de John Croft sobre “Dragon Dreaming” (en Youtube, como todo). Los seres humanos, para realizar sus sueños deben soñarlos, planificarlos, hacerlos y celebrarlos (y la clave está en mezclar los 4 conceptos o estados entre sí).
Considerá adoptar un gato o un perro, y entablá una relación con ese otro Ser como aliado y ser vivo. Fundí tu energía con la de él o ella. Y si no podes hacerlo, tan sólo sé amable con todos los seres vivos en general que te cruces en el día. Frenáte a contemplarlos.
Hacete una lista de agradecimientos. Sí, esto es en serio. Considerá siempre todo por lo cual te sientas agradecido y repetite esas consideraciones diciendo “Gracias” todas las veces que te nazca hacerlo.
Y por último, el truco que más me gusta: VER LA NATURALEZA. Porque siempre ayuda a la hora de buscar respuestas en su poesía. Esta es la forma más rápida y efectiva que tengo para VOLVER A MI CENTRO y saber quién soy.
Si me pongo nervioso, ansioso, o me altero conmigo mismo (porque en el combo de la sanación personal viene incluido de postre una serie de secuencias que reflejan lo peor de uno…; su estudio y análisis autocrítico, el desafío más digno), si me siento desbordado de alguna manera, salgo a dar una vuelta sólo, y llego hasta algún lugar donde sienta que es conveniente sentarme, y miro a mi alrededor. Es de noche, me desvelé, y sentado al pie del cerro, la luz de un foco de la calle, rellena de humedad en el aire, me hacen contemplar los destellos que hace una telaraña larga y fina que está suspendida, un hilito, oscilando en una noche nublada… y no puedo precisar en qué dirección se encuentra, de dónde a dónde se extiende…
Me saco del pulóver una semilla modificada para dispersarse por el aire a través del mágico viento que las lleva como tortugas marinas en las corrientes cálidas del océano pacífico (creo que se llama semilla anemófila, pero su belleza va más allá de las diferencias taxonómicas), pero, antes de arrojarla, espío su morfología de forma artística y no necesariamente científica, para poder imaginar y tratar de entender cómo pudo hacer esa semilla para agarrarse tan desaforadamente de mi ropa y mi corazón al percibirlo todo tan profusamente.
Me recuesto al pie de un árbol que aún hoy desconozco su nombre vulgar, y mucho menos el nombre científico, y no me molesta no saber su etiqueta, porque yo estaba sencillamente pasmado dándome cuenta que absolutamente todas las hojas de cualquier árbol, siguen una oscilación y bamboleo más o menos fractaloide y de manera lenta y fluida. Sin embargo, al mismo tiempo, si vas viendo hoja por hoja podes ver que las direcciones individuales de todas las hojas del árbol son diferentes entre sí. Percibir ese movimiento medusoide te puede tomar no más de un minuto y medio de atención focalizada en el árbol, y te aseguro que te da una Paz-Ciencia (Flora otra vez) tremenda, frente a lo que sea que te estaba sacando de tu centro.
De repente, una hormiga negra, cerca de su jubilación, está empleando toda su fuerza intentando llevar sobre su espalda una semilla de girasol gigante. La hormiga se carga la semilla, ésta se cae de costado, revoleando a la hormiga unos siete milímetros al costado, pero ella se vuelve a parar y lo vuelve a intentar treinta y tres veces más. Le pido permiso para intervenir y agarro velozmente la semilla de girasol y la parto de manera tal que su peso quede distribuido en dos piezas con 1/3 y 2/3 de su peso en cada una. La hormiga se queda como emborrachada por un momento, hasta que calibró sus antenas y volvió a la carga. Tomó primero la más pequeña y, queriéndose superar a ella misma, la soltó para agarrar el pedazo más pesado y, aun yendo un poco más lento, pero firme, siguió su camino, quizás para ejercitarse, o quizás simplemente para tener más tiempo para disfrutar del camino elegido. Esto se aplica en una analogía simplista con los procesos que nos tocan atravesar a cualquiera de nosotros, digo, los seres humanos.
Por ahí apareció un escarabajo… y corrí mis piernas para respetar su paso. Sabios insectos, son acorazados por fuera, pero debajo esconden alas con las que eligen volar sólo en momentos donde vale la pena hacerlo.
Me reincorporo lentamente, mañana va a hacer calor y me pongo a regar la huerta con una luna creciente que amaga con aparecer por entre las nubes, una presencia blanca y difusa que surca la noche como un fantasma. Juego con mi dedo gordo cambiando el chorro de la manguera de lluvia tropical a rocío invernal. Veo las plantas danzando al recibir el impacto de cientos de gotas por segundo y me doy cuenta –por mera observación de un patrón natural– que si dejas algunas plantas semillar, además de obtener más vida vegetal para la próxima temporada, podes ver cómo asciende la planta día a día en espirales y otras formas escalonadas hasta esbozar vainas, flores y semillas.
Pienso en todo lo que ocurrió en tan sólo 5 minutos de plena conciencia y me doy cuenta de lo hermoso que es estar vivo y empezar a enamorarse, no de uno mismo ni de otra persona, sino enamorarse de la vida Toda.
Y recuerdo a Pepe Mujica con sus vivaces palabras: “NUESTRA ÉPOCA ES PORTENTOSAMENTE REVOLUCIONARIA COMO NO HA CONOCIDO LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD… PERO NO TIENE CONDUCCIÓN CONCIENTE, O MENOS, CONDUCCIÓN SIMPLEMENTE INTUITIVA.”
Y comprendo la aplicabilidad práctica de las revelaciones auto-inducidas. Nos permiten acelerar nuestras tasas de metabolismo emocional, esto es, qué tan rápido podemos digerir y reponernos de una vivencia familiar o netamente personal, quedándonos con lo bueno y reciclando lo malo. Si ejercitamos esto durante un tiempo, no importa cuánto tiempo (¡el Tiempo es cualitativo!), llegará a nosotros más pronta y fuertemente el momento donde nos enfrentamos a la Verdad, que no es otra cosa que el hecho de saber que uno no se puede mentir a uno mismo.
Será hasta pronto, sin saber cuándo será “pronto” pues Ploff migra a realizar una Ecoaldea en Salta, por lo cual demorará unos meses en contar las buenas nuevas. Grandes saludos,
Brian Longstaff.
Dolores Linares Sep 25 , 2015 at 08:01 PM /
Pura luz, Brian, y cuántas ideas concetadas y conectantes, qué lindo! La Pampa te extraña y te agradece todo lo que le dejaste. Un abrazo de nosotros cuatro (Alejandro, Eliseo, Emilio y yo)
Camilo Sanzeri Temporelli Sep 26 , 2015 at 12:40 AM /
Gracias Hermano. Muy profundas vivencias. Se que todo va a estar bien en la Ecoaldea pero de todos modos les deseo suerte¡.Pronto andare por ahi. Abrazo.