…de la Laguna de Walden al Río Rosario. Escritos desde la Ecoaldea Aluna.
2 de Octubre, 2015 – Viernes…
Madrugada… Despiertos desde las 7 am. del día anterior, último día mezclándonos entre la urbanidad, trámites y arreglos de último momento fueron demorando nuestra partida hasta bien entrada la noche; la Luna subiendo desde el Este, premonición alunesca. Nada importa. Resolución absoluta. Directos hacia el sueño. Todo obstáculo, siempre, tomado como una prueba, un desafío, una enseñanza…; nunca como fracaso o tragedia.
Una vez que llegamos, agotados, descargamos todo y tendimos las carpas. Luego de dos días sin dormir (o tres días habiendo dormido sólo cuatro horas), entró en mí un poco de desesperación y sentimientos de baja vibración. El cuerpo pedía descanso… y el “Desapego” estaba a flor de piel, en pleno proceso madurativa. Invitándome al delirio: Ya está, ya saltaste al vacío… ¿y ahora? – El salto al infinito: de saber que la comunicación es escasa y aquellos a quien amas, están LEJOS en serio. Pero por otro lado, la EXISTENCIA reducida a las habilidades de tres personas en ejercimiento de su absoluta libertad, la sensación de que disponen de todo el tiempo para crear algo verdaderamente increíble, el no pagar alquiler, el soñar hacer un mundo mejor –detalles-, y nunca tan literalmente partiendo desde la Nada.
3 de Octubre, 2015 – Sábado…
Segundo día de Tregua con el terreno y su clima. Segundo día de nubes, viento, frescor y sin precipitaciones. Nos permitió laburar sin calor infernal y nos liberó de insectos picadores. Nico y Caro partieron nuevamente a la ruta a seguir solucionando menesteres de último momento y yo me doy cuenta que soy el primer ecoaldeano en quedarse sólo en la Ecoaldea. Silencio, en efecto, a no ser por cantar a las cuatro direcciones o para saludar a alguna planta o animal (o para respetuosamente agradecer, lleno de sentido, la acción que haces: arrancar un yuyo, espantar hormigas, machetear y abrir paso a un camino). Estar solo, a kilómetros a la redonda, solo con vos mismo y todas tus mañas.
Uno aprende a aquietar la mente para recordar qué es lo que acabas de hacer (visualizando el instante que acaba de pasar) y, ergo, aprende a recordar todo lo que hizo (y nada se le escapa). Aquietar la mente constantemente, o por pura intención, es la libertad en su máxima expresión…
Cinco cotorras se posan sobre un arbusto delante de mí. Dejo los bidones de agua recargada del río en el suelo… puse mis brazos detrás de mí, agarrando mis manos… imité sus movimientos cortos y mini bruscos de sus cabezas (frenéticos o nerviosos), a una lado y vuelta – de costado y vuelta – Y luego me puse a imitar su canto, nos hicimos Eco un rato, ellas variando el canto y yo imitando, me emocioné como el que mira con significado su primer amanecer, a conciencia… y después… SILENCIO… hasta que extendí mis brazos cual ave y salieron las cinco cotorras volando hacia el norte. ¿Se asustaron? ¿O decidieron extender sus alas cuando yo lo hacía? La respuesta no importa cuando la piel de gallina ya se produjo…
4 de Octubre, 2015 – Domingo…
Hermosa la mañana. De charlas, de brainstorming, de planificación y confección de una agenda, no para seguirla al pie de la letra y martirizarse con el tiempo, sino para tener un lugar donde parametrizar lo que tenemos que hacer, que es –por cierto- mucho.
Luego, TRABAJAR; pero la total redefinición del concepto de Trabajo. Trabajo en el sentido de usar tu cuerpo para lo estrictamente físico; usar tu mente para darle plena atención y dirección a ese accionar físico; y usar tu espíritu para convertir a esos dos en un acto meditativo. Trabajo en el sentido de usar todo tu Ser, para hacer algo… y que ese algo, sea algo creativo (no por novedoso sino por CREAR en sí).
Tercer día, y coincidimos en querer CREAR nuestro hogar, tener todo asegurado en un campamento base donde nos de placer andar, silbar, laburar y cantar. Rendirle tributo a la vida, ayudando que esta fluya por el mayor entendimiento que tenemos de ella.
“La Isla” de Aldous Huxley es el primer libro que leo estando aquí; lo leo entre fluorescente in crescendo de los verdes de la mañana:
“-Psicología, mendelismo, evolución: la educación aquí parece demasiado biológica- comentó Will.
-Lo es –admitió Mr. Menon- No ponemos el acento principal en la física y en la química, sino en las ciencias de la vida.
-¿Por cuestión de principio?
-No del todo. También por conveniencia y necesidad económica. No tenemos el dinero necesario para investigaciones en gran escala en los campos de la física y la química, y además no tenemos ninguna necesidad práctica de ese tipo de investigaciones: no nos hacen falta industrias pesadas que resulten más competitivas, ni armamentos más diabólicos, en el menor deseo de explorar la cara invisible de la luna. Solo la modesta ambición de vivir como seres plenamente humanos, en armonía con el resto de la vida de esta isla, en esta latitud, en este planeta. Podemos tomar los resultados de las investigaciones de ustedes en física y química, y aplicarlos, si queremos o nos resulta posible, a nuestros propios fines. Entretanto nos dedicamos a la investigación que promete concedernos más utilidad: las ciencias de la vida y de la mente. (…)
-No podemos hacer nada –dijo Mr. Menon- , aparte de continuar haciendo lo que hacemos y esperar, contra toda esperanza, que el ejemplo de una nación que ha encontrado el camino a ser dichosamente humana pueda ser imitado. (…)
-(…) Primero, lecciones de ecología.
-¿Ecología? ¿No es un poco complicado?
-Por eso mismo empezamos por ahí. Nunca le damos a un niño la probabilidad de imaginar que alguna cosa existe aislada. Le aclaramos desde el principio que todo lo viviente es relación. Les mostramos la relación en los bosques, en los campos, en los estanques y arroyos, en la aldea y en el campo que la rodea. Se la inculcamos.
-Y permítame agregar –dijo la directora- que siempre enseñamos la ciencia de la relación en conjunción con la ética de la relación. Equilibrio, toma y daca, nada de excesos: tal es la regla de la naturaleza y, traducida de los hechos a la moral, tiene que ser la regla entre la gente. (…) Trata bien a la naturaleza, y la naturaleza te tratará bien a ti. (…) En la naturaleza no existen Pueblos Elegidos ni Tierras Santas, ni Revelaciones Históricas Únicas. La moral de la conservación no concede a nadie una excusa para sentirse superior ni para reclamar privilegios especiales. “No hagas a tu prójimo lo que no quieres que te hagan” rige para nuestra forma de tratar todo tipo de vida en todas partes del mundo. Se nos permitirá vivir en este planeta sólo mientras tratemos a toda la naturaleza con compasión e inteligencia. La ECOLOGÍA ELEMENTAL conduce en forma directa al BUDISMO ELEMENTAL.”
El libro lo describe a la perfección, en el ARTE de ser RECEPTIVO, debemos CONTEMPLAR “receptiva y conceptualmente a la vez. (…) Hay que observar el mundo a través de un enrejado de conceptos proyectados. Luego toma uno la medicina moksha [refiriéndose a una medicina natural de la isla] y de pronto casi no quedan conceptos. No selecciona para clasificar inmediatamente lo que experimenta; no hace más que absorberlo. Es como ese poema de Wordsworth: trae contigo un corazón que mire y reciba.”
El arte de ser perceptivo sirve para el no-arte de ser un maniático compulsivo con, por ejemplo, la agenda confeccionada. No importa tener todo resuelto ya, sino avanzar… Lo que importa es el trabajo arduo convertido en un digno arte de labor a conciencia plena de lo que estoy haciendo. Laburar, pero plenamente desde el aquí y ahora.
5 de Octubre, 2015 – Lunes…
A la mañana, me pongo receptivo y noto la diferencia entre ayer y hoy en el crecimiento de las flores de las pencas que se agrandan agarrando y succionando el rocío matinal para sus adentros… se agrandan, suculentas… A mi costado, al trote, un gato silvestre gigante y moteado; se detiene para mirarme y perderse luego en el bosque; seguramente tiene cosas más importantes que hacer. Un “TUKU-TUKU-TÚk!” me trae de vuelta del trance hipnótico felinohumano y al alzar la vista, justo arriba mío, un carpintero campestre con aires de alpinista se aferra del techo de un tronco buscando su alimento. A dos ramas a la derecha, una lagartija iguanoide tamaño bate de béisbol hace facha tendido sobre la corteza.
Ocurren un montón de cosas, pero FUERA del tiempo lineal, y por ello, imposibles de enumerar en forma no-caótica. Lo forma más fácil de percibirlo es olvidándose del tiempo por un momento, dejando el reloj, la birome, la calculadora y la cámara de fotos por un rato y absorbiendo Todo en Uno con todos los SENTIDOS bien despiertos y atentos.
Y entre nosotros, ecoaldeanos… el ejercimiento de una absoluta paciencia por el accionar del otro y una suave preocupación por hacer prevalecer la serenidad mental y del espíritu, del individuo, y del grupo.
6 de Octubre, 2015 – Martes…
Quinto día en el terreno… y hoy, nos ganó el calor… Hubieron siete horas, de 11 a 18 hrs., de un calor que otrora vez pudo haber sido soportado bajando algunos grados del aire acondicionado de una oficina cualquiera en un laburo cualquiera de la capital federal. Pero ya no… Hoy, somos arrojados hacia lo extremo y a soportarnos a nosotros mismos atravesando estos calores extremos.
Saber que tan sólo es primavera, y no aún verano, me proyecta hacia un futuro más cálido que este y me pregunto –recostado, transpirado y enmoscado– si podré soportarlo. Todos debiéramos ser arrojados así, de esta manera, hacia los confines de nosotros mismos alguna vez en la vida… Ser arrojados hacia lo natural, no solo para reconectarnos con la Pacha, sino más fervientemente para ver la Verdad de nosotros mismos. El síndrome de conocernos a nosotros mismos, pero elevado al cubo.
Una misma persona, en dos mundos; en uno… la persona aparta el stress extremo con un botón; en otro… la persona no tiene otra opción más que confrontar el stress y poner una actitud que le permita al cuerpo entrar en un estado de serena latencia, de homeostasis sentipensante paciente… o sucumbir. El YO con el que uno se encuentra aquí, es un Yo con el que nunca se hubiese encontrado si no se ponía en una situación así. Y cabe, pues, preguntarse… ¿quién creía que era Yo? ¿Cuál de mis “Yoes” quedará en pie?
El Yo quejoso, el pesimista, el banal, el narciso, no tienen combustible para crecer aquí. Esos pensamientos quedan en un segundo plano pues la competencia y el caretaje no tienen lugar aquí… la leña para el fuego, la comida, el agua, el abrigo y seguir redefiniendo el concepto de labor en este planeta, son menesteres de una prioridad mayor…
Y a falta de repelente efectivos, un sahumado al camping entero con bosta seca de caballo o de vaca. Soluciones caseras a problemas cotidianos. Simple, provisorio, efectivo, y así se puede seguir…
8 de Octubre, 2015 – Jueves…
Compromiso, Unidad, Paz, Amor, Amistad… La lenta pero cotidiana simbiosis entre el humano y la naturaleza. Ayer hicimos de todo, el nublado ameritaba.
Entretenimiento –atención a esto– es el cultivar la paciencia para ralentizar el tiempo y captar y disfrutar cada detalla de realidad que está siendo embebida en tu conciencia. El ir cultivando el placer por la actividad (sin esperar ansioso a terminar y tacharla de una lista) se convierte en un verdadero acto meditativo al ir templando tu serenidad. Y rodearse de Naturaleza (a propósito) facilita en todo sentido el poder llegar a concentrarte lo suficiente como para adquirir esta serenidad o estado puro mental. De repente, mirar… un colibrí se acerca a zumbar, pasa por todas las flores del palán-palán (les juro que no le falto NI UNA flor de ella) y se zambulle al monte otra vez riéndose de las tres dimensiones.
9 de Octubre, 2015 – Viernes…
Romper un termo y se te llena (la mente) de preguntas…
La mente encuentra cualquier excusa para desviarte de tu serenidad o tu accionar consciente. Estar acá, (parcialmente incomunicado y lejos de todo) es un desafío gigante… y es el mayor desafío al que hubiese podido aspirar.
Pero tengo que confiar en el largo plazo, para no enloquecer de a poco y sutilmente con errores pavos o cuestiones cotidianas como romper un termo o que te pique un mosquito. Porque acá surge el verdadero yo, y hay que cultivarlo desde cero. Me resuena Huxley otra vez: “La ecología elemental conduce en forma directa al budismo elemental.” ¿Será posible, pues, que la Naturaleza, su contemplación, entendimiento, y la intención de protegerla, neutralicen lo peor de mí y me tranquilice? La Naturaleza Sí es largo-placista… Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto a nosotros ser largo-placistas? ¿Será por nuestra corta vida a escala geológica? ¿Será por nuestra costumbre de cuantificar el tiempo, en vez de tomarlo cualitativo? ¿Será porque soy ansioso por naturaleza y creo que los grandes cambios socioeconómicos de la sociedad se darán rápidamente?
Debo confiar en el largo plazo y recordarme constantemente los “porqué” filosóficos de lo que estamos haciendo, para que el aislamiento –temporario– no sea el extinguimiento lento de lo que fui y de lo que me trajo hasta aquí…
Uno manda todo al fuego, todas sus máscaras, todos sus egos, pero debe ir salvaguardando su esencia en ese proceso de destilación del ser. Conservar tus ritos personales, tus habilidades fluyendo, y tu cuerpo elongado, porque siempre va a Ser ese tu mayor templo: tu cuerpo sano con una mente sana y despierta al mando.
Mi esencia me dice que la emergencia de las ecoaldeas en América Latina puede ser la herramienta social que permita voltear la economía actual en pos de un mundo que priorice el Ser Feliz y poder vivir activando al máximo el potencial transformador de la conciencia humana y planetaria. Pero mi viejo yo grita, quemándose, que no podré ser paciente ante frustraciones constantes en el corto plazo, y que el aislamiento nos saca del foto de la problemática mundial actual… lo veo tranquilo morir, con llamas flameantes y ondas de calor orquestadas por el viento.
Me fui de cuerpo, estoy agotado físicamente, y rompí un termo… ¿cómo pienso cambiar el mundo así…?
Un hermano se levanta, activa y contagia a pararse y ponerse a hacer algo y dejar de pensar-pensar-pensar todo el tiempo. Me dice que “el asunto de las ratas” está aquí otra vez… Alejo mi cuaderno –este en el que les escribo– lo miro al brother… y está apuntando a la carpa en silencio… Dejo el ferrocarril de cadena de pensamientos de lado y me concentro, como nunca, en el hecho de que las ratas en dos días nos comieron nuestros víveres de tres días. SUPERVIVENCIA, sacar lo más oscuro de mí, y transmutarlo en una acción salvaje. Me encerré en la carpa de víveres con ellas (las ratas, que eran dos, a falta de una) y pegaban saltos por todos lados. Algo nunca visto, dos ratas y un humano a las corridas en dos metros cuadrados de un triángulo de tela. Yo, garrote de cartón en mano y zumbando el aire intentando darles. Dejé de pensar en el termo, en el dolor de panza, en los seres queridos que extraño, al calor de dormir con ella de a dos, y sólo existía el segundo en horas, la respiración enfurecida, mezcla de adrenalina y temor, y la mirada de halcón –¡PUM!– Y una casi revienta como una bombucha de agua pero no, murió ahí, in situ, la separo afuera con una cacerola y me vuelvo a encerrar con la otra, lágrima mía ya emergiendo, por verme desde afuera haciendo lo que estaba haciendo, y le grito, desde lo más profundo de mí, pidiéndole perdón y aclarándole en un último intento parlamentario o pseudo-humanista, que esa era nuestra comida –¡PUM!– ya está…
Me tiro de rodillas al fuego, el Nico me banca y yo permanezco asustado y agitado por un tiempo por haber vivenciado el lado oscuro de la permacultura. Las honramos, luego, cremándolas en la entrada al bosque, detrás del camping; no hubieron palabras de despedida ni largo ritual, faltó quizás la presencia femenina en el grupo ese día para que prevalezca un velorio animal más acertado, pero obramos con frialdad permacultural, si es que existe tal término…
Al rato, aparecieron los hermanos Padilla a caballo cruzando el río del campo de enfrente a visitarnos y rieron con la anécdota… aquí se convive con la vida y la muerte en diferentes niveles. Seguimos su recomendación y agotamos nuestra energía poniendo a salvo la comida sobre un pallet en altura y aislando con un plástico… a la tarde nos trajeron de prestado a “Rossau” –o “Rousseau”-, un caballo viejo ya jubilado, pero lleno de vida que nos llevará a conocer el terreno. La verdadera nobleza gaucha. Traducida en humildad y desinteresada ayuda a quien lo necesite. La vida en el campo… una vida diametralmente opuesta a la vida en la ciudad…
El día me dio una paliza y el Nico hace torta en la mitad de la nada. Nuevas energías llegan a la noche a develar este misterio de Ecoaldea trascendental.
Será hasta quien sabe cuándo,
Brian Longstaff.-
Maria Jose Howard Nov 02 , 2015 at 12:45 PM /
se extraña el semanal !!!!