La vida es una constante búsqueda de la felicidad.
“I wanted movement and not a calm course of existence. I wanted excitement and danger and the chance to sacrifice myself for my love. I feel in myself a superabundant of energy which found no outlet in our quiet life.” / “Quería movimiento y no un calmo curso en mi existencia. Quería excitación y peligro y la oportunidad de sacrificarme por mi amor. Me lleno a mí mismo con una energía superabundante que no encuentra salida en nuestra tranquila vida” – L. Tolstoy.
“El que pasa mucho tiempo mirando dentro de un abismo, que tenga cuidado, puede convertirse también él en abismo” – F. Nietzsche.
Me exilié, volví, me perdí, me encontré.
Subí y bajé; ascendí y descendí, hacia los confines de mí mismo.
Corrí y sentí, elongué, estiré, me desperecé.
Recordé recordar todo lo que hay detrás de mí.
Recordé… que esto es una escalera en doble espiral hacia arriba.
Una rama conecta hacia arriba y la otra rama hacia abajo.
En la mitad: Vos… traspasado por todo.
Ojos cerrados… intencionalmente cerrados para desarrollar los otros sentidos.
Cerrados, no para bloquear la realidad, sino como para terminar de aceptarla zambullendo tus otros sentidos en la búsqueda de la quietud.
Tu familia entra por la puerta sin avisar. Son parte de tu realidad y la aceptas así como viene y sin rezongar; pero esto lo podes hacer si en algún momento te exilias, sino el destete te va a costar.
En la búsqueda de esa quietud: sentir la quietud, del NO-futuro y del NO-pasado… La invitación a estar eternamente tranquilo, independientemente del entorno sonoro, visual y banal. Hacerte Uno con el bocinazo, la paloma, la señora de cara larga y la chica con selfie incorporada junto al tachero ingeniero que putea al de adelante; y empatizar con todos ellos. No queriéndolos cambiar, sino aceptándolos y deseándoles lo mejor.
Volver a la raíz, es volver a donde naciste y de donde huiste en busca de sentido. Volver a la raíz, es resetear, para dar otro saltito evolutivo más en tu propio karma a resolver. No importa el lugar físico. Toda aglomeración de personas, es un rejunte de personalidades y sueños escondidos en el fondo.
La concreción de los sueños de la gente es inversamente proporcional al grado de miedos que acumulan. Cuanto menos miedo tengo, más me lanzo a mis sueños; y si no me animo a seguir mi camino es porque me frena el miedo. A su vez, el miedo es proporcional al grado de estanqueidad en la vida de una persona. Cuanto más me deje paralizar por mis miedos, más alienado estaré de mí mismo y más disociado estaré de mis verdaderos valores, objetivos y sueños a seguir o causas a abrazar
Otra paloma me pasa por arriba y me grita: – ¡¡¡DESESPERANZA APRENDIDA!!! – ¿es que realmente nos acostumbramos a no tener fe en lo que podemos hacer?
La identidad bien asumida de Elizalde, el decrecimiento de Latouche, el buen vivir de Mujica, la desobediencia civil de Thoreau, el darse cuenta de Krishnamurti, la impecabilidad de Castaneda, la comprensión mutua de Wilber, la frugalidad de la filosofía perenne, la recepción de las gracias gratuitas de Huxley, el pasar del tener al ser de Fromm, la enumeración caótica en Whitman, son todos recursos para ver la vida con otros ojos y disfrutar de una nube que pasa en pleno microcentro porteño, donde las cien personas cruzando la calle con una precisión para mezclarse y seguir igual a la de una bailarina de ballet, parecieran no poder empatizar con estas ideas y empoderarse de ellas.
Todos esos conceptos se promedian en una actitud despierta y despabilada ante las pequeñas grandes cosas de la vida. Todo, absolutamente todo se integra, se conjuga, se homogeniza y se equilibra en mí cuando freno, siento, y hago lo que quiero con las cartas con las que me tocaron jugar. Nadie, nadie es un mártir, todos somos únicos; cada ser tiene tremenda historia personal de vida por detrás, sus fantasmas cuidadosamente embutidos dentro de las mochilas que uno decide colgarse por detrás al andar.
Pero si logro tejer todos esos buenos pensamientos actitudinales de tantos pensadores, si logro ver esos consejos consientes como provenientes, no de seres lejanos y magnánimos, sino de hermanos nuestros afortunados (seres de la misma especie que vos y que yo, que tuvieron el valor, como así también la buena fortuna de disponer de algún tipo de sustento, por más básico, humilde y austero que sea, como para poder invertir parte de su tiempo en brindar servicio a la especie toda, buscando formas de comprender cómo el ser humano puede llegar a vivir en sociedad en perfecta simbiosis mutualista con este planeta), si logro unir toda esa sabiduría colectiva -de la que me siento parte-, podré barrer cualquier traba que me ponga para hacer cualquier cosa. Podré tener plena fe en mis actos y avanzar lenta pero certeramente hacia aquello que quiero lograr.
Puedo ser libre y escribir, pintar, cantar, estudiar, enseñar, inventar proyectos y desarrollar ideas, sin nadie corriéndome por detrás, porque mi recuerdo de esta vida será fugaz y más vale vivirla plenamente que vivir dormido rotando entre televisores en un mismo departamento. Más vale intentarlo, por más que lo intentes cien mil veces, ¡más que re-mil vale que lo intentes! – Porque es la única forma de estar vivo y dormir enteramente tranquilo en cada célula de tu cuerpo. La quietud…
Ahora bien, tan sólo en mi humilde opinión experiencial, agregaría que el exilio es la piedra angular para encontrarse a uno mismo. Cuando te agarras y te salís del contexto usual y premeditado de tu vida y te miras desde afuera, un análisis crítico de tu ser de forma autoinducida por la experiencia de nuevas experiencias, paisajes, tiempos y espacios. Darse aquella debida vuelta por el universo y rodar por la ruta y recorrer diez meses durante diez mil kilómetros hasta reencontrarte.
“-¿A qué se debe este cambio?
-Terminé por aceptar mi destino, como me había dicho el Nagual.
-¿Y cuál es tu destino?
-Mi destino… mi destino es ser la brisa. Ser una soñadora. Mi destino es ser un guerrero (…) Todas nosotras hemos aceptado nuestros destinos. El Nagual dijo que el poder sólo llega tras haber aceptado nuestros destinos sin discusión.” – C. Castaneda.
Me exilié para reencontrar mi eje, desfruncir el ceño, respirar más sereno, pensar más sutilmente y hablar menos. Todo exilio decanta en regreso fortuito o perderse en el abismo. Lo necesité para seguir venciendo miedos y teniendo de amiga a mi propia claridad, conociendo hasta donde podes dar sin esperar recibir. No tener miedo, y conocer tus límites, parecieran ser dos principios a incorporar internamente según Don Juan para llegar al tercer enemigo del “hombre de conocimiento”: primero Miedo, luego Claridad, después Poder. Y sólo te haces inmune a enviciarte con el poder cuando aceptas tu destino. Quién sos y porque estás aquí y ahora, y lo que haces para ejercer tu multi-rol en la sociedad.
Y ahí cambia todo… porque seguís ganándote la vida de la mejor forma que puedas, pero ahora procurando ser feliz desde lo más austero de tu persona, procurando maximizar las potencialidades humanas ya mencionadas en el boletín anterior: afecto, creatividad, entendimiento, identidad, libertad, ocio, participación, protección, subsistencia y trascendencia.
Para cualquier camino de vida o proyecto o laburo elegido con el corazón, tengo que saber que si me siento contenido, sigo con lo que hago; si no estoy pudiendo cultivar mi creatividad aportando ideas y opiniones, no sigo; si me llevo bien y mis compañeros me comprenden y aceptan tal como soy para generar sinergia juntos, entonces no hay problema.
El proyecto o camino elegido para tu vida conserva tu identidad cuando permite sacar lo mejor de vos y pulir lo malo sin andar renegando en el proceso. La frase que suele repetirse es “unidos en diversidad” o “somos uno”. Sólo no hay que olvidar que esa unión, esa unicidad, parte del hecho de que absolutamente todos somos diferentes, y que no hay forma de sacrificar tu identidad al 100% en una causa sin perder un poco la cordura. Hay que regularnos a nosotros mismos para no perder aquellas cosas que nos hacen únicos.
Tu camino se recorre siendo libre. Si no te sentís con la libertad absoluta de probar los cambios que quieras probar y cuantas veces quieras hacerlos con tal de encontrarte, entonces algo hay que cambiar. No sos libre, en el sentido puro del término, si te paraliza algún pensamiento autoboicoteante a la hora de tomar una decisión. Por supuesto, ocio, participación, protección, trascendencia. Permitirte descansar, contemplar, visualizar y relajar. Incitarte a participar de lo que ocurre, sentirte protegido mental y espiritualmente y trascender a la charlatanería cotidiana, son potencialidades que forman parte de un digno camino.
Pero falta asegurar el sustento… El sistema actual nos logra agarrar muy seguido por el lado del sustento. Los desafíos se presentan cuando tenes que asegurar este sustento a costas de tirar abajo alguna, varias o todas esas potencialidades descriptas, disminuyendo primero, casi siempre, el ocio. Se puede heredar una fortuna, pero toda fortuna puede perderse cuando baja la marea y se especula sobre todo de diferentes maneras. Lo mismo al revés. Tu situación económica actual no debiera ser nunca sinónimo de privación de luchar por tus sueños. Hay que buscar los grises, que no es cosa fácil. Formas Alternativas de Sustento y Ocio, eso es algo que me queda picando para alguna otra vez…
Camino, siempre camino y todo esto lo pienso caminando en la gran ciudad. Mis auriculares me aseguran un bizarro soundtrack a lo que mis ojos ven. Una nena de cinco años sentada en el suelo de Lacroze y Cabildo, deshilachada su ropa toda, juntando y contando unos billetes y varias moneadas en el suelo. Camino por al lado de ella y al mirar al frente, una joven promediando sus treinta muy parecida en sus facciones a la niña. Era la niña… pero en algún futuro de un universo paralelo, porque era difícil saber si ese podría ser un futuro para la nena de cinco con cómo está el mundo de apurado y replegado dentro de sí. Camino dos pasos más y veo de lleno a una mujer de cincuenta llevando lentamente del brazo a su padre de ochenta y tantos con su bastón en mano y cara atemorizada por el flujo de gente bidireccional que le pasa por al lado; yo siendo uno de ellos. Al pasarlos vi la cara de la hija, sumida en paz. A ella, hoy, con su padre, nadie la apura. Suena un bocinazo de un auto polarizadísimo detrás de un bondi con balizas puestas que no avanza. Al costado, un grupo de estudiantes está alzando a una abuelita en silla de ruedas para que pueda ingresar al transporte público… a ellos, hoy, tampoco nadie los apura. Los demás, que esperen…
Hasta en las grandes ciudades existen estos agujeros de gusano que agujerean el ecosistema urbano en el que nadamos. La replicación de los brotes de vocación de servicio es algo digno de contagiarse. Servicio en el sentido frugal del término… Simplemente lograr tu sustento de la mejor forma que puedas sin dejar de darle una mano a alguien siempre que puedas.
Perspectiva / Multi-realidades / Kilómetros / Provincias / Paisajes / Climas / Exilio / Gente / Verdades / Horas de desvelo y luz de velas interminables / Epifanías / Enfrentarse con uno mismo / Aceptar / Volver a la raíz / Regresar y cerrar los procesos que iniciaste pero con otro estado sutil de madurez racional equilibrada por el corazón.
Volver a la llanura pampeana y a sus cielos de gran porte contemplativo. Seguir por la vía de la palabra justa y motivante, y el arte de dibujar nuestro futuro, imaginarlos y hacerlos. Reencontrarte con un holograma de gente que pulsa en una misma frecuencia. Y confiar que ese pulso retumbe de alguna forma desde la llanura al resto del mundo, acariciando incluso las grandes ciudades y de ahí a otras galaxias.
“(…) el fruto brota según la semilla, y que en el mundo de la moral, cuando se siembra buena semilla, es inevitable un buen fruto, y no depende de nuestro riego y nuestro cultivo; de idéntica manera, cuando siembras o entierras a un héroe en su patria, una cosecha de héroes brotará sin duda. Es una semilla de tal fuerza y vitalidad que no necesita nuestro permiso para fructificar.” – H. D. Thoreau
Existen varias de esas semillas brotando sin pedir permiso y me lanzo a ellas. Imaginando porvenires por venir, pedaleándole a las estrellas, charlándole a quien quiera escuchar, y escribiéndome para recordar, y ayudar a otros a recordar, que la vida es una e invariablemente se nos va…
Aceptar quien sos y dejar de renegar y ahogarte en transcendentalismos volados. Aprender a disfrutar de todo otra vez, y sin exageraciones. Habiéndome escapado del tiempo por un tiempo, no me percaté de que Ploff cumplió cinco años… Cinco hermosos, rápidos y largos, fugaces años de escribir con dedos voladores, biromes de corta duración y ceño mayormente fruncido. En aprender a desfruncirlo me retrotraje varios meses en un año que llega a su fin de forma desorbitada. Para muchos, este año fue un gran temblor en su línea cronológica.
Retrotraerme me llevó a girar y mirar adentro; en esa introspección pase de un boletín semanal, a uno quincenal y, en este último tramo del año, a un boletín mensual. Viajé a Salta donde llegue a ponerle pausa a todo y logré volcar toda mi energía en comprender que quiero escribir un libro en los meses venideros que lleve los contenidos más profundos del ciberespacio al papel de una vez por todas. Esa es mi convicción más fuerte para el año que viene, dejar un mensaje para el futuro, sin obsesionarme en cambiarlo, pero que no sea un grito al viento, sino realmente un fuego interno en algo concreto, tangible, como lo es un libro, pero no en carácter de ensayo, sino en breves cuentos de ficción de la vida cotidiana. La gente quiere que la entretengan, y no que le digan qué tiene que hacer… Pero, si a través de la ficción uno logra conectar con el lector y sugerirle ciertos pensamientos, entonces las ideas no suenan a impuestas, sino a brotadas de su propia experiencia de lectura. Esa es la magia de las novelas, poder dar tu opinión sobre varios temas, pero dándoles esas opiniones a unos personajes ficticios que corren el centro de atención del autor del libro a los personajes de la novela.
La vida es una constante búsqueda de la felicidad. No todos la encuentran y si lo hacen no siempre se dan cuenta o no tienen el tiempo para honrar esa felicidad. Quizás el proceso se facilita al ver que la felicidad no es algo que se logra, sino más bien un estado, y es ese estado el que hay que mantener constante, cultivarlo, a través de una enumeración caótica natural, un flujo de entrada de información del exterior hacia nosotros a través de nuestra conciencia en la ocurrencia de diferentes sumatorias de eventos naturales.
Me deprimo o me dejo caer durante unos segundos, pero me inundo de nubes, baldosas de colores, sombras, perspectivas, hormigas, semillas dispersándose, hojas en otoño arremolinadas, agua fluyendo de ahí para allá, y me lleno de todo eso que está ocurriendo y me pongo momentáneamente mejor. Sostengo ese momento, lo mantengo constante (manteniendo siempre a mano alguna de esas vivencias), y me siento energizado como para sentirme serenamente feliz.
Sumido en ese estado, me doy cuenta de que es una felicidad sutil. Y caigo en la cuenta de que esa felicidad es un estado electivo. Se elige ser feliz, todos los días, se elige sentirse feliz, con el día, con lo que tenes, con lo malo y lo bueno. Solo hay que buscarse, replegarse un poco, encontrar silencios, no ser un piensolotodo todo el tiempo, soltar, soltar, soltar la vida y que te vuelva a encontrar.
Será hasta el año que viene, con las mismas convicciones de siempre,
Brian Longstaff.-
Pd. La cuarta y sexta foto fueron sacadas por Florentina Toral. La octava foto fue sacada y editada por Abby Viale. El resto son de Google. Especial agradecimiento a mi hermano, Alexander Longstaff, por hacer que este sitio se materialice.
Leave a Comment