Viaje de Difusión de Carreras por el Oeste Pampeano (25 y 26 de septiembre de 2014)
A eso de las 6:15 zarpamos en la combi hacia el suroeste de La Pampa. El Sol, primero amagando, después implacable, saliendo hacia nuestra izquierda. Recuerdo esas palabras que escribí hace dos lustros atrás: “Cada amanecer transmite esperanza; cada atardecer transmite paz”, y puedo jurar que el degradé de colores celestes, naranjas, rosas y violetas, no es el mismo a la mañana que a la tarde.
((( El amanecer es el lienzo en blanco ))) – Y era el momento acertado para dar comienzo a este viaje, germinador de destinos, compuesto por un grupo de optimistas… Después de todo, las ovejas negras cambiarán el mundo. Y si los optimistas no nos aglutinamos entre sí, no habría hervidero de cambio alguno…
250 km. después, llegamos a La Reforma a eso de las 9:15 de la mañana. El viento, parecía suavizar las aristas de los techos de las casi cien casas que se acomodan en la misma línea que el horizonte. Los sueños de los 28 estudiantes, también erosionados… pero no por el viento ni por el agua (que nunca sobra aquí) sino que son sueños erosionados por el desconocimiento del mundo de posibilidades que pueden encontrar si tan sólo se la juegan por el instinto, por la voz interior y no por el exterior, por el “qué dirán”.
Desde afuera, la escuela parecía mínima, pero al entrar, las habitaciones parecían más grandes, habían más aulas que lo que pensaba y había todo un mundo de habitaciones donde no se pensaba que había… Era un mini cuento de magia pampeano, donde los volúmenes de las instalaciones hacían lo que querían con los sentidos, ¿o es que la percepción misma del lugar varía según el calor humano percibido?
Varios maestros ahí, maestros itinerantes, que viajan por diferentes localidades brindando conciencia, demostraciones vivientes de verdadera docencia, tan alejado del concepto de docente universitario oxidado por la inercia de un futuro desgastado y un pasado mejor… Pero no hubo tiempo alguno de nutrir ningún pensamiento negativo. Cualquier juicio de valor que pudiésemos haber hecho se vio petrificado por un delicioso olor a tuco casero que salía de una cocina donde cuatro super mujeres estaban cocinando, como todos los días, para todos adentro del recinto. El adjetivo “super” se les adjudica por la velocidad en el picado de las cebollas, por la fiereza al revolver esa cacerola tamaño colimba, y por la capacidad de espolvorear condimentos cual polvo mágico en el tuco sin mirarlo, mientras charlaban y reían a borbotones.
La misión lograda: los chicos dejaron de descartar la vida universitaria por ser de imposible acceso. Los tabúes fueron identificados, y los mitos destituidos de sus cargos… Para regocijarnos con la victoria, teníamos 90 km hacia el sur por delante… << La llanura, la inmensidad, la nada misma, con suaves subidas y bajadas >>
Hacia el mediodía (para mí, acá es donde el Tiempo dejó de ser un parámetro que me permitiese medir el grado de felicidad mezclado con “laburo”), entre siestas y risas –de las que hacen doler la cara– haciendo ecos, resurgimos perpendicularmente en la ruta 152, tras una subida de 30° que simulaba ser de 45° por el agite de ficción que llevaba a cabo este cálido grupo de difusión. Con las Sierras de Lihuel Calel amagando la totalidad de su esplendor a la izquierda de nosotros, llegamos a Puelches, ciudad escondida, que oculta también su esplendor, en la mente y el corazón del puñado de estudiantes que ya sabían de antemano todo lo que querían preguntarnos. Sus ojos, de fuego. Sus miradas, observando a través de un holograma todo lo que querían hacer. Para el CÓMO hacerlo, estábamos nosotros.
Si la semilla estaba brotando, el objetivo estaba nuevamente logrado y salíamos volando; con los termos cargados de agua caliente para el mate y tres mandarinas donadas por unas cocineras con el mismo aura que las anteriores. Como unas madrinas que conozco. Unas soldados de la vida, feministas sin activismo, sino puro amor por los más chicos, por su derecho al estudio, a un alimento y al buen vivir. De sangre caliente, maternalistas, luchadoras… Esencialmente, buenas personas. Y me recuerdo, “las ovejas negras cambiaran el mundo…”
Hicimos unos 105 km más hacia el oeste…
Llegando a Casa de Piedra, y tratando de atar cabos entre los paisajes, buscando una homogeneidad, sólo se me ocurriría sugerir que tanto la cobertura vegetal, como la fauna silvestre y, por supuesto, sus pobladores están “SOPORTANDO”. Una y otra vez y constantemente. Soportando. El viento constante, la sequedad, el carraspeo, la erosión, el apagamiento sutil de la vida…
En cuanto a cuestiones climatológicas, Casa de Piedra comprobó este embate del viento. Sólo pararse un rato mirando todo vibrar: pastos, mostacillas, árboles implantados, arbustos, todo. Excepto las casas, ¡claro!, inmóviles, casi como congeladas esperando el flash de la cámara del día que se inauguró esta fachada de progreso. Y en cuento a cuestiones sociológicas, Casa de Piedra es un capricho financiero o el ego escupido sobre una mentira porque, recordemos, es un embalse, no un sistema lacustre prístino y natural. No vamos a comparar un Lacar con un Kilowatt.
Por suerte, lo mismo que antes: en la escuela la inocencia permitía la duda, y la calidez del grupo permitía que la duda se verbalice y se transformase en diálogo, en consejo, en opinión; la metamorfosis final es un giro de 180° en la opinión que tenían sobre sí mismos y sobre su futuro. Un revolucionario cambio de paradigma que implosiona dentro de un quizás pequeño pero muy significativo porcentaje de estudiantes que sí comprenden el mensaje de lo que vinimos a hacer. Digo, ¡Bah!, la hecatombe cultural que se podría venir si la Argentina resurge como país por la proliferación de estudiantes del interior, confiados de sí mismos, que emergen de nuestra universidad pública, con soluciones para poder parametrizar, legalizar y administrar ese cambio de paradigma… CAMBIAR EL MUNDO.
Casa de Piedra, de noche, es un cuadro de estrellas en rotación… Te recuerda que todo esto que logramos acumular en la Tierra es, a fin de cuentas, efímero…
Un nuevo día nos acompañó a 25 de Mayo, ciudad surgida del vino y del petróleo, pero con carencia de atención al cliente. Las dos ciudades pasadas me dejaron ese amargor en la boca, de ciudad queriendo surgir a costas de invertir… Pero el Contexto de Surgimiento de ambas ciudades no tiene nada que ver con el Contexto de Surgimiento de las ganas de estudiar, de seguir un sueño. Nosotros, ya somos parte, HOY, de ese contexto, de ese recuerdo del día en el que aparecieron esos charlatanes bienaventurados con sus folletos y sus banners y sus consejos y su poder de resumen.
Poder transmitir el mensaje, verlo transmitiéndose enfrente tuyo, esos segundos que se generan, como un subidón de adrenalina que sentís, un lomo de burro que pisa tu tonada en el momento en el que él o ella te miran, y asienten, no de compromiso, sino una respuesta biológica de conexión… “si… te sigo… te entiendo… no lo sabía, no estaba informado, pero ahora te entiendo” –y por lo bajo- “Gracias…”
Si en 25 de Mayo encontramos curiosidad, en Puelén encontramos libertad. Verdadera libertad, ante las ganas de activar que vienen después de la curiosidad, de sacarte la timidez y PREGUNTAR lo que sea que sientas que tenés que PREGUNTAR para recolectar la información que te va a acercar a sacarte los miedos para hacer lo que sea que quieras hacer.
Y es que para eso estamos… para remontar el paisaje, para rodar la llanura y buscar esos nichos de genialidad humana, esos manantiales de vida que surgen en el desierto. Un oasis en la mitad de la nada misma, pero no un oasis de CONCRETO, de INVERSIÓN, de ESPECULACIÓN, sino una comunidad sólida, tejida de fuertes relaciones sociales, cuyos hilos son enhebrados con la simple vocación de la gente. Nunca perderé la esperanza en lugares pequeños que buscan mayores niveles de concientización ambiental. Lugares con huertas tiradas en los patios, sin importar que el clima les sugiera no hacerlo nunca. La educación, ahí, sí es buena inversión, es riego certero por goteo, es corazón, es ayuda, es largo plazo… es, y sencillamente es…
Pasa un nuevo cartel que dice “Buenos Aires 957 km.” y leo en mi libro de viaje, casi a propósito, “cuando no se especula con la ignorancia de los demás, cuando se es leal a principios humanos esenciales, cuando se afirma la verdad permanente, y se quiere su triunfo por encima de todas las aparentes y circunstanciales conveniencias, cuando se ama al prójimo como a sí mismo y cuando se ama a sí mismo de la mejor manera, para que sea noble amar así al prójimo es cuando la cooperación adquiere en el ser humano toda su fuerza moral que la anima” – (Agilda, 1959)
Será hasta la semana siguiente,
Brian Longstaff.
Pd. ¡Tremendo agradecimiento a todo el equipo de difusión de carreras de la UNLPam, a sabiendas del calor humano que hemos formado y el objetivo de despertar conciencias!
Fotografías: Mariana Lluch.
Bibliografía: Enrique Agilda. “Cooperación. Doctrina de Armonía.” Ediciones Inter Coop. Buenos Aires. 1959.
Paulilla Sosilla Oct 05 , 2014 at 03:10 AM /
Un oasis en la mitad del todo, el agua pura, el aire libre, el suelo lleno de plantas mágicas,que curan hasta el dolor del alma, mujeres de hierro que tejen sus telares al son de las carcajadas, una comunidad que sonríe y que tendría que extender esa sonrisa a la comunidad educativa, una energía singular trasmitida por el viento que hace revivir el aura a cada instante, y si una tiene la capacidad de escuchar, una brisa que cuenta historias y secretos para andar el mundo, el mundo cambia cuando cambiamos, cuando transitamos la vida con esperanza, con fe, con intención, con pensamientos firmes, con conciencia de construcción colectiva, cuando nos dejamos acariciar el alma con el canto de los pájaros, con la luz de la luna, con los olores de las flores, con los colores del paisaje, con la adrenalina del hacer. (eso creo y creer es crear jeje)
Brian Longstaff Feb 15 , 2015 at 06:09 PM /
Gracias por estas hermosas palabras regaladas al Tiempo!!!