Recursos Interiores Invernales y Experiencias Cercanas a la Muerte
“Yo no sé lo que está sin probar y después,
Pero sé que a su vez va a resultar suficiente, y no puede fallar.
Sé que tengo lo mejor del tiempo y el espacio, y jamás me han medido y
jamás van a medirme.” – Walt Whitman
Verano de locura, calores, entropía hacia adentro y muchas cosas dándose al mismo tiempo en el cuarto de al lado. La realidad cruda. Evaluar cuándo actuar y cuándo no hacerlo. Difícil. Fina es la línea que separa ambos criterios; más cosas para aprender… El otoño fue lo que el otoño es. Recambios, reset, limpieza, metamorfosis, desechar lo viejo y no necesario, y prepararse para el invierno. Permitirse ser así de estacional… mucha gente en realidad lo es, pero pasa desapercibido. El lado femenino de la humanidad regula su ciclo a través de los giros y giros de la Luna. Bien podemos Todos estar influenciados por las estaciones del año. Y seguro que por alguna otra fuerza sutil del cosmos también… Ahora el invierno arremetió, volando caras y caretas flojamente ajustadas, y con él, la latencia, la dormancia, el tomar carrera –desde adentro– para volver a emerger en la primavera. De muchas semillas, alguna tiene que salir.
Lo que repito, un patrón a descifrar en mi pensar… la vehemencia, ser ansioso, pasional, exagerado, estoico, manija… Sí a Todo. A nadie a quien tirarle la bronca; solo a mí. Somos, después de todo, nuestros propios enemigos. El único juzgándote sos vos mismo, y esa es una Grande para entender, que te deja perplejo por unos segundos, in fraganti con vos mismo, cara a cara, frente a un espejo que se difumina… Sos vos, el problema, la causa, y los efectos, que a su vez sirven para ver el problema y cambiar las causas cambiándote a vos, quien las reproduce.
Vivir es una mezcla entre lo que soñas y lo que no te animas a ser. Un vaivén entre proyecciones y temores. Nos dejamos oscilar entre ideas de grandeza y una represión interna que nos frena y nos dice que eso no se puede. Y terminas en un mismo lugar, haciendo las mismas cosas de siempre, con las mismas caras de siempre, sin avanzar a ningún lado. Pareciera que siempre estamos esperando que pase “cierto algo en particular” para que nos decidamos a actuar por nosotros mismos. Nuestros yoes potenciales se hunden en retoricismos… “cómo quisiera poder hacer esto… pero no hay nada más ya que pueda hacer” – De alguna u otra forma, sí, la hay, pero no lo hacemos.
Necesitamos un empujoncito. Para romper cualquier cadena que se nos interponga de tirarnos en la pileta que se nos cante y cuantas veces lo necesitemos, tenga o no agua; el dolor de la caída es proporcional al aprendizaje. Pareciera que necesitamos de los sacudones para rescatarnos a nosotros mismos. Los peores garrones, terminan siendo los principales germinadores del click interno que te faltaba. Entender, mejor temprano que tarde, que somos hijos del rigor en el sentido más amplio imaginable. ¿Y si no hay rigor? ¿Si no tengo nada de qué quejarme? ¿Si nada me mueve en la vida? ¿Si soy incompasivo y no empatizo con Nada? ¿Cuál sería el complementario del rigor? Creo que somos hijos del rigor y, a su vez, nos encanta la procrastinación. Una palabra elusiva, que nos escapa de la conciencia.
Procrastinar, dejar para mañana lo que puedo hacer hoy. ¿Por qué cuando la vida nos la da con un palo, activamos, y cuando todo transcurre normalizadamente nos acomodamos a un inactivo confort? En definitiva, ¿cuál es nuestra energía interna –nuestro propio punto de encaje, único en cada uno– que nos lleva a sacar lo mejor de nosotros a la luz y materializarlo en actos, en vez de alimentar lo malo, lo oscuro, la desidia, la indiferencia por el otro?
Tomemos, por ejemplo, a Fulano, primo segundo de Mengano, que vive manijeando y maniqueando con su cabeza desencajada. Ingresa en laberintos al pedo, encuentra signos de pregunta y sigue preguntando, escarbando. Un lobo estepario cualquiera. Que vive apurado, ansioso, angustiado. Peleó por el mundo, pero sucumbió ante él. Trepó la montaña y se tiro del precipicio al llegar a una de tantas irreales cimas. Quiso cambiar las cosas, acarrear la mochila de todos, abrazar una causa y seguir, ciego, para adelante. Intentó de un modo, no salió. Intentó de otro modo y tampoco salió. Y no vienen saliendo… se puso al pie del cañón, en principio, por pedido de otras, almas, y después siguió por inercia hasta que esta ganó y explotó. Sus argumentos eran consistentes. Pero ser anacrónico no sirve a la realidad del día a día.
Fulano consultó con un amigo… este le dijo: “Inmolarse… no tiene mucho sentido realmente…”. Así que caminó, caminó y siguió caminando… Llegó a una pradera llena de ipomeas, enredadas a unos caldenes petisos, más bajos que de costumbre, que parecían bonsáis gigantes; y en la cima de la suave colina que se desplegaba frente a él, sobre un banco de troncos, encontró un libro con algunos pasajes del “Tao Te-King” de Lao Tse… los hojeó, y frenó al azar… leyó:
“Saber cómo se conducen los demás requiere inteligencia, pero conocerme a mí mismo requiere sabiduría.
Manejar las vidas de los demás requiere fuerza, pero manejar mi propia vida requiere verdadero poder.
Estoy contento con lo que tengo, puedo vivir con sencillez y gozar tanto de la prosperidad como del tiempo libre.
Si mis metas son claras, puedo alcanzarlas sin alharacas.
Si estoy en paz conmigo mismo, no gastaré la fuerza de mi vida en conflictos.
He aprendido a desprenderme, no necesito temer a la muerte.”
(…) Fulano pensó; pensó largo y tendido hasta que suspiró y se dijo a sí mismo: ¡qué lejos estoy de lograrlo…! (…) ‘saber, que no se sabe Nada’ (…) en serio (…) Que no se tiene nada si no te conoces a vos mismo. Y que empezar por conocer tus mambos, tus mañas, tus miedos, los motivos de tus malhumores, es un sabio punto de partida. Y si querés empezar ese sano proceso autocrítico… MÍNIMO, tenes que poder darte Tiempo, por más que al principio sientas que estás perdiendo el tiempo…
Sintiéndose aún lejos de lograrlo, Fulano recuerda a Nietzsche, cuando dice, en “El caminante y su sombra”, que sólo se puede llegar a ser pensador si se pasa por lo menos la tercera parte del día sin pasiones, sin gente y sin libros…
¡JaaaH! – ¿Y MIENTRAS? ¿EL MUNDO QUÉ?
El Mundo, que espere.
Si no te sanas a vos mismo,
no podes sanar Nada en absoluto.
Y si no disfrutas del paso del tiempo infinitesimal,
entonces no hay Nada que puedas disfrutar.
Pero con saber, no alcanza…
Fulano, discúlpenlo -es Humano-, también es hijo del rigor… y sólo empezó a percibir la urgencia de aceptar los cambios cuando, en bicicleta, casi lo pasa por arriba un camioneta de noche en una intersección… Siempre pensó estar preparado para situaciones así: mirar, medir, saltar hacia arriba desde la bicicleta -sacrificarla en el impacto inminente- y caer en algún lado lo mejor posible. Pero no… se congeló y esperó la colisión que No se dio. Al abrir los ojos, un conductor puteando, y la certeza de haberla zafado finito. La noche, la Luna, las nubes y el pasto en las veredas. Todo seguía ahí, rejuvenecido.
Al llegar a destino recompuso su respiración. Y ahí sí, empezó a entender… que tenía que encontrar la forma de tranquilizarse. Le dijeron que tenía que amigarse con su niño interior, reconectarse con él… hasta le intentaron explicar cómo respirar para estar relajado y darle aire a ese niño interior… pero el palabrerío no le alcanzó.
Sintió la necesidad de hacer Algo. Se agarró de la primera causalidad que le llegó con el viento, se vistió, una vez más, de payaso, por mero impacto visual, y terminó frente 30 chic@s de 12 años en una escuela provincial hablando sobre el medio ambiente, la naturaleza y los servicios ecosistémicos. Le sacaron las primeras palabras de su boca… Cuando les dijo que era un payaso triste y malhumorado, algunos dijeron “¡Y sí! ¡Si esta todo contaminado!” (…) ABSORTO… miró hacia el otro lado del aula y preguntó… ¿y saben por qué estoy acá?… otra vez, se le adelantaron… “SÍ, PORQUE LOS GRANDES PIENSAN QUE NOSOTROS NO ENTENDEMOS NADA…”
Sintió adrenalina otra vez… endorfinas liberándose, sanamente… Cansado de hablar con gente “grande”, culta, activa, supuestamente sensata, y sin producir mayor impacto, acá estaba frente a un semillero de humanos, totalmente prestos a Entender Más De Lo Que Está Sucediendo. Y ese día, todos entendieron el sistema lineal de extracción, producción, distribución, consumo y desecho de todo lo que usa el ser humano, como así también de dónde sale cada cosa que usaban a diario… Le hicieron todo tipo de preguntas…
¿Qué cosas contaminan el agua?
¿Cuánto contamina una pila?
¿Qué cosas malas hace la contaminación?
¿Qué pasa si no tenemos aire?
¿Qué pasa si se agotan los recursos?
¿Qué podemos hacer?
¿Puede volver la atmósfera?
Si no tuviéramos más minerales, ¿qué hacemos?
¿Hay ríos contaminados en La Pampa?
Si dejan de talar árboles, ¿qué pasa con la gente que trabaja en los bosques?
Y la última pregunta la respondió rápido, pero lo dejó tecleando el resto de la semana…. ¿Qué te motiva a hacer todo lo que haces? — USTEDES.
Esperanza por un lado, acostumbramiento al pesimismo por el otro. La luz, y los lugares oscuros recurrentes. El otoño siguió tirando hojas que caían saludando inocentemente desde el aire, de la misma forma en que lo hace la Muerte, oscilando de un lado al otro, entre accidentes, deslices e imponderables del destino. Morir, y renaSer. Con un solo empujoncito no le alcanzó, y como buen hijo del rigor, le pidió al destino, inconscientemente, la mayor cantidad de experiencias cercanas a la muerte posible para que lo ayuden a reconsiderar su actitud, su voluntad, su poder personal; hacia dónde direccionarlo, para quién, y para qué…
Se subió al auto, bien temprano, ansioso, pensando en cualquiera, escarchado por dentro y no llegó a ver semejante camioneta delante suyo… el impacto, las leyes de acción y reacción, Newton, la familia, las fotos, los amigos que se cuentan con la mano, los objetivos no cumplidos –¡¡pa-qué!!-, los metales retorcidos otra vez, el silencio, el piiiiiiiiii… Salir del vehículo. Afrontar, aceptar, encarar… (El que recibió el impacto del otro lado, agradecido nomás por estar bien, lo tranquilizaba al ansioso diciendo: “Yo tengo una hija de quince años con problemas psiquiátricos, pa-qué amargarme con un choque”) – Sabiduría Ancestral, en un acto cotidiano.
Fulano emergió… encabronado, por un lado, por haber necesitado de los empujones que vanidosamente creía no necesitar… pero, por otro lado, rotundamente agradecido. A veces el mapeo que uno hace de las desgracias en su vida son TAN evidentes, que sólo apuntan en una sola dirección: Ir hacia adentro, confiar en tus recursos interiores, confiar en vos mismo. Replegarte un tiempo, como lo dice el invierno.
Brian Longstaff.-
“El pasado y el presente se marchitan, los he llenado, vaciado,
Y procedo a llenar mi próximo pliegue de futuro.
Mírame a la cara mientras apago el flanco del atardecer,
(Habla con franqueza, nadie más está escuchándote, y yo sólo me quedo por un minuto más.)
¿Me contradigo?
Bien pues me contradigo,
(Soy vasto, contengo multitudes).
Me concentro hacia quienes están próximos, espero ante la placa de la puerta.
¿Vas a hablar antes de que yo me vaya? ¿resultará ser demasiado tarde?”
-Walt Whitman.
Fotos tomadas por Abby Viale.
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