Realidad en movimiento tras comentarios ciegos.
Sopla viento fuerte. Cálido, frío, masas de aire revueltas. De día, de noche, se ven tormentas eléctricas como gigantes cerebros atmosféricos, tirando destellos eléctricos, comunicándose vaya uno a saber qué suceso energético… Lo que sí sé, es el carácter magnánimo, severo, como decepcionado ante sus espectadores, que poseen esas tormentas. No es miedo lo que siento cuando las veo y las escucho, sino una especie de culpa, algún remordimiento, o un sentimiento de falta de compromiso con la vida, natural y humana.
Acá, no es imponer una verdad, o exhortar al otro de actuar de una u otra manera, y que haga tal cosa de la forma en que fulano dice. No. Solo invitar ética y vehementemente a Todos, a dedicar un pequeño porcentaje de su Tiempo a mirar al otro. A Todos los Otros. A tus familiares, amigos, a tus compañeros de laburo, al que dobla por la esquina, al que miras con mala espina sin ningún fundamento más que por portación de cara, al careta, al mal educado, al sacerdote, al médico, al obrero, al habitante de una villa miseria, a la gitana que te vende un magiclick, al congoleño con sus joyas, al albañil paraguayo, al guardia de seguridad peruano, al chino del supermercado, a la señora conservadora de ochenta que mira desconfiada, al mendigo, al de las piernas amputadas, al muerto de hambre, al pobre, y al rico que se lava las manos al no hacer ningún análisis sobre las causas y efectos del modo de vida consumista que lleva. La economía que mueve el estilo de vida consumista de los más pudientes, es la nueva forma de esclavismo. Sus cadenas son salarios; sus carceleros, somos nosotros mismos.
Me cago en los nacionalismos… Si fuésemos una sociedad planetaria, una sola nación, desde el sentirse humano, y no desde el concepto de globalización económica con el que aprendimos a crecer, temer, respetar (sin cuestionar); si fuésemos realmente ese tipo de sociedad –ahora, emergente- no tendríamos “inmigrantes” a quienes culpar. No habrían economías ni soberanías que resolver, ni guerras por recursos naturales… Sólo humanos, gestionando sus recursos como buenos protectores… de la misma forma en la que un astronauta cuida de su nave, sus alimentos, su sistema de aireación, sus plantas, Todo. Lo cuida, él sólo… porque sabe que del otro lado de la atmósfera metálica armada por su especie, hay sólo Vacío…
No es una analogía pedorra tirada de los pelos… Al contrario, todos los astronautas coinciden (Overview Effect – Efecto Perspectiva) en que es esto precisamente lo que se siente cuando están afuera en el espacio, orbitando la Tierra. La ven vulnerable en la inmensidad del cosmos. La ven hermosa, profusa, diversa, única. Y el sacudón depresivo que les representa atravesar la atmósfera de regreso, y volver a una civilización que parece, para los más –justificadamente- pesimistas, estar atravesando sus últimos años antes de su auto extinción, los incita a actuar en defensa del planeta. Ahora bien, quizás –si es cierto eso que la ciencia dice sobre los impulsos eléctricos cerebrales, que los destellos eléctricos que forman nubes de colores en nuestros instrumentos de medición, que se dan cuando PIENSO en algo, son los mismos que aparecen cuando HAGO ese algo- no hace falta irse al espacio exterior para percibirlo, basta con soñarlo, meditarlo, contemplarlo en tu mente, garabateando mentalmente, para lograr sentir la Unicidad Real en la que estamos embebidos por ser seres vivos en este mundo.
No puedo ponerme en contra, o querer mostrarle la luz, a un pesimista empedernido. Menos, al que es auto definido como tal. No puedo hacerlo, ni aún, con argumentos sólidos desde lo emocional, lo cósmicamente ético y lo frugal inherente al buen vivir. Es algo casi tan malsano como lanzarte a cruzar el Sahara haciéndote el banana con una sola botella de agua. NO VAS A PODER. Al pesimista se le retruca con Actos.
Haciendo…
Hace un par de tormentas eléctricas atrás, leí “lo que das, te lo das; y lo que no das, te lo quitas”. Si un pesimista elige maldecir su vida, y quejarse de todo sin mover un pelo -porque, total, ¿para qué lo voy a hacer si no vale la pena?-, entonces recibirá una realidad rellena de angustia, soledad emocional y falta de conexiones con otros seres humanos que lo eleven y lo ayuden a encontrar su misión, redefinirse y ActuarAcorde. Y si un pesimista, con toda su sapiencia sobre cómo funciona el sistema (porque por algo uno llega a ese pesimismo, por descubrir verdades, por ver que la lógica está loca, y la realidad enferma), elige reprimir toda esa sabiduría y encanutársela en su habitación sin hacer absolutamente nada por su prójimo, entonces se quita la posibilidad de Vivir, en el sentido altruista que cada uno pueda redactarse para sí mismo del verbo vivir.
Poner la Realidad en Movimiento…
Joe Dispenza, doctor en quiropráctica, bioquímico y neurocientífico no-me-importa-la-nacionalidad, dice que “la salida, para poder escapar de nuestras propensiones genéticas, es aprender nueva información y tener nuevas experiencias de manera continua. (…) La Atención crea una estimulación intensificada, que excede los umbrales normales de los disparos neuronales, y por ende incita nuevos equipos neuronales a unirse. (…) Cuando asociamos una memoria con una emoción fuerte, creamos una mayor memoria a largo plazo, que si simplemente aprendiésemos un dato y lo almacenemos semánticamente”.
Entonces hay que tener cuidado con el tipo de emociones que permitimos que dominen e impriman su perspectiva a la actividad intelectual que realizamos, o a cómo pensamos, porque podemos terminar mal interpretando, o almacenando negativamente algo que podría estar repleto de sabiduría. Otra vez, pensar positivamente. Sin importar nada.
Estar puteando frente a un noticiero sabiendo un poco de todo sobre el humano, no genera, para nada, las emociones fuertes y positivas necesarias para generar una forma sana de pensar que te lleve a salir de tu cascarón y empezar a generar desde el hacer. Hacer, imprime emociones, que re afirman lo sabido, llevando a maximizar nuestro potencial humano, aumentando las posibilidades de encontrar y poder dirimir entre diferentes realidades paralelas. Elegir, cómo vivir. Sin cagarte en el prójimo, dando una mano en lo que puedas, laburando de algo que te haga feliz, y teniendo el tiempo para seguir explorando tus capacidades artísticas, intelectuales, huerteriles o de cualquier oficio que se te ocurra por la mente iniciar y no iniciaste aún. Siempre podes estar peor. La vida es demasiado bella si dispones del pleno ejercimiento de tus cinco sentidos, algo que solemos olvidar. Perdé uno de ellos, y ahí si vas a tener un Overview Effect mucho más profundo e introspectivo. Al menos imaginálo mientras te estás pegando una ducha… en caso de que, por supuesto, tengas una ducha.
Bicicleta Urbana. Usos varios. Fluir. Sentir el viento. Acelerar trámites. Adelantarte a los autos que esperan. Avenida San Martín (avenida repetida en cientos de ciudades en todo el continente latinoamericano). Semáforo en rojo. Auriculares puestos. Me re-pienso…
Esa mañana me desperté amotinado. No tenía muchas más opciones monetariamente hablando, ni un lugar donde invertir mi energía. Sabía que era sabio no enojarme, por lo que fui a dar una vuelta en bici para resolver mis mambos desplazándome por ahí, imaginando que estaba en cualquier parte, menos acá. Mi conciencia, inconscientemente, dejo a mi inconsciencia salir a jugar por un rato.
La vida es un desafío, al igual que una rotonda. Seguimos aprendiendo de los mismos errores, siempre circulando adentro nuestro.
Tomé un puñado de lo que me quedaba de humanidad del año anterior y miré hacia el cielo, esperando otra vez, como tan frecuentemente hago, ser abducido desde arriba. Pero, el SILENCIO es una amarga respuesta a veces; y te pones de mal humor; y te sentís casi como un psicópata. Por lo que me recompuse, frente en alto, y deje que toda mi oscuridad fluyera, agrandé mis raíces hacia el fondo, y en el espíritu de mi propia conmemoración, acepté mis verdades y mis demonios, y seguí hacia adelante.
Luego de un breve rato, agarré de la muñeca a todas mis cuestiones, por más que estaba rodeado por ellas por todos los flancos, y las envié a todas al exilio, porque si no lo hacía, me podría haber atragantado con cada una de ellas. Pude luego sentir mi espacio interior, y no me sentí más entumecido por estar pegado a una rutina. No mendigué nunca más por felicidad, ya que podía maniobrarme a cualquier lado donde sintiese que había felicidad.
Esto es: en Todos Lados.
Me deslicé hacia abajo por mi propia montaña, marcando mi propio carril, dejando las cenizas de mi vida arremolinarse por detrás y haciendo que lo justo prevalezca. De esta manera, pude enaltecer mi vida entera, y hacer que todo valga la pena hacerse. Fue duro, pero lo peor ya había pasado… fantasmas disipándose con cada nuevo amanecer. Por lo que, en efecto, no sentía remordimiento alguno.
Tener tus propios puntos cardinales bien delimitados.
Regreso a mi cuerpo; semáforo en rojo; avenida repetida; y un ciego parado en la esquina, vestido de traje, impecable. Sentía que tenía mi edad. Lo contemplé unos segundos, ponderando esta cuestión de saber valorar los cinco sentidos, hasta que me di cuenta que nadie lo estaba ayudando a cruzar. Ningún peatón, ningún auto que pare un momento a darle una mano, nadie. Por lo que me bajé de la bici y me acerqué a él. Llamándolo de la misma manera en la que llamo a todo el mundo, le digo, Hermano, ¿querías cruzar…? Y el hombre levanta alegremente sus brazos, exclamando:
-¡Hermano!, ¡¡Uno que dice hermano!!, ¿de dónde saliste…?- me río con él, y si bien no hacía falta explicación, le dije- Somos todos hermanos… Vení, crucemos…
Nosé nada sobre poltergeists, portales y agujeros de gusano… Pero desde el momento en el que descendí de la bicicleta, hasta que me volví a subir a ella para cabalgarla hasta casa, me sentí levitando en otro lado, orbitando, surcando un plano más alucinógeno de la realidad. Como leyendo mi mente, el ciego interrumpió el silencio y me dijo:
-No me olvido de nada eh… De lo que era, poder “ver”…- luego de un largo suspiro, me dijo –Ya que me dijiste Hermano, te voy a decir lo que sé…- aun sosteniéndome del brazo mientras caminábamos con la cleta a mi otro lado, siguió… bajando línea, canalizando…
ME DIJO:
¿Qué es más unificador, que la gloria percibida en la climatología de una noche…? Todas las fases del agua ahí presentes. Las fases liquida y gaseosa en el cielo; la sólida, en nuestros vasos, brindando, de ser posible, más de una vez
¿Qué te impacta más, que un relámpago bien puesto… o un rayo horizontal de nube a nube, y otro vertical, con su posterior estruendo…? Luz y sonido, desfasados, demostrando lo curvo que es en realidad el Tiempo…
¿Qué te hace quejarte menos de todo, que un par de abejas que vinieron a laburar igual, después de la tempestad, metiéndose de clavado, zambulléndose en el pelotero de pelotas de polen contenidas en las pomposas flores amarillas de los zapallos…? Su laburo es imprescindible para la vida en la Tierra. Sin embargo, siempre tendré la duda de si lo saben o no…
Puedo errar y dibujar.
Puedo errar y divagar.
También puedo errar y ejecutar.
(Cuando Quiero)
Y ATENCIÓN a esto… Cuando me relajo, y veo… ¿qué o cómo veo?
Volúmenes, profundidades, texturas y patrones.
Todos fundiéndose y explotándose de manera fractal e impredecible, una gran frutilla madura en la conciencia, mordida y explotada en toda su fructosidad acumulada. Azúcar natural y frutal. Urracas traídas del Norte hasta mi jardín, junto a un fuego sagrado traído desde el Sur. Tejidos infinitamente por la salida y la puesta de la Luna y el Sol, de este a oeste, hilvanando, enlazando vivencias y experiencias.
Pero decime, hermano, si estoy “mirando” desde el enojo, ¿puedo ver esto?
La vida puede ser lo que ves a través de un rollo vacío de papel higiénico, pintando una filotaxis de rosal con lápices acuarelables.
Distinto es remover de tu cara el rollo de cartón y desencajar la visión, o finalmente embeber el pincel en agua para plastificar, fundir y colorear lo que antes era fijo y lineal.
Ápice actitudinal que se asienta con cada trueno, se acomoda con el refusilo y percola hasta la médula con cada chaparrón.
Ápice mental repiqueteando en forma de gotas de agua en el techo de chapa altísimo, otra vez. En el techo natural de parra, y debajo de él, la energía, el poder y la voluntad personal, se sostienen.
Todo forma parte de la misma sopa.
Por más que sean cosas sólidas, estas, también tienen su ritmo oscilante.
Todo se mueve, nada es fijo, ergo, todo cambia.
Simple, y a emanciparse… de sí…
Es una Isla Utópica en la que podríamos vivir, una Casa-Nave Espacial.
Son Replanteos Distópicos, los que hay que hacer.
Evitar los << “No puedo” >>
Suplantarlos por << “Lo Intento” >>
Mandarse a hacerlo…
…por ser servicial, por ser correcto, y sin recriminar.
Hacer cosas, pero por hacerlas; NUNCA a medias.
Tramos Cortos, objetivos alcanzables, en el día.
Y, antes de cualquier queja, pone un espejo enfrente.
Mirate, inquisitivamente, sin asco, y pregúntate, ¿por qué me molesta esto?
Porque en la respuesta, siempre, se esconde una verdad.
Lo más fácil, es descartar el espejo, y echarle la culpa a los demás.
Creo que ya está…
Lo voy a dejar yacá.
Gracias hermano, me despido acá.
Me dio una palmada en la cara, dándome un sacudón tremendo; al abrir mis ojos: avenida San Martín, semáforo en rojo, auriculares puestos. Ningún ciego en la esquina…
(Jamás entendí qué pasó)
Hasta Marzo, con sus días de la marmota.
Brian Longstaff.-
Fuentes:
Joe Dispenza, “Evolve Your Brain”. 2007
Salvando las primeras 3 fotos, el resto fueron tomadas por Abby Viale.
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