BA 261: Relato Fantástico Distópico #6: << El caso quedó en manos de la fiscalía de turno de General Acha. >>
Jacinto Arauz, La Pampa, Argentina. Año 2045.
Leo Alokin Alset llevaba ya muchísimos años al servicio del Ministerio Pangaláctico de Asuntos Interplanetarios e Intergalácticos del Cosmos Expandente. Arrancó allá por el año 1846 como “Inoculador Mental”, incepcionando sueños alrededor de todo el mundo, sueños con ideas de cooperativismo, unidad, frugalidad, conciencia social, y otros con el simple amor al arte. También participó de encuentros fortuitos en las vidas de muchas personas que escribieron la historia de la humanidad.
Estuvo 88 años así -hasta 1934- donde se tomó una licencia por paternidad. Después, estuvo casi medio siglo -de 1947 a 1991- trabajando durante toda la Guerra Fría como “Maestro Desactivador”. ¡Jamás en la historia de las intervenciones interdimensionales se vio tanta destreza como la de Alokin desactivando las bombas atómicas lanzadas por ambos bandos de oriente y occidente! ¡Tanta riqueza cultural-espiritual en peligro, por la puja egóica de los intereses de unos pocos en oposición al bienestar de la gran mayoría! El clásico en civilizaciones planetarias que no han llegado a ser más que eso: planetarias… Pero Alokin estuvo ahí… Y una a una, se iba posicionando por encima de las bombas y, con un rayo-meditativo-intencionado de refulgente poder vibratorio, lograba desactivar y desarmar a todas aquellas que sí habían sido lanzadas. Frustraba así todo intento de destrucción masiva de nuestra especie en varias grandes nubes con formas de hongos.
Después de una breve pausa en un universo paralelo cercano donde se capacitó en dinámicas climático-geológicas de los planetas menores, lo mandaron 22 años a prevenir cataclismos, desempeñándose como “Guía Protector”. Y así estuvo -desde el ‘93 hasta el 2015- piloteando naves-toroidales, entrando y saliendo de volcanes a punto de entrar en erupción, reduciendo la amplitud de las ondas de las olas de distintos tsunamis, deshaciendo tornados y aminorando terremotos. Nunca era suficiente, pero él y otros Protectores lograron que el sistema planetario siguiera pudiéndose autorregular.
Pero poco tiempo después dejó de tener ese Poder de Autorregulación… Y el planeta entró en una etapa oscura de cambios impredecibles en la intensidad de los eventos climatológicos extremos. Sequías que anulaban las precipitaciones de todo un año, seguidas de intensas descargas de agua que inundaban las zonas cultivables por meses. Los pocos pobladores rurales que se habían animado a emigrar de las grandes ciudades hacia finales de la Era del Consumo –en lo que años después se conoció como el “contraéxodo rural”- quedaban aislados, teniendo nada con que volver a empezar. Los campos se terminaban vendiendo por nada a los grandes grupos agropecuarios, y la historia de los monopolios se repetía hasta que los recursos clave quedaron, de manera definitiva, en manos de unos pocos.
Alokin se había encariñado con los atardeceres pampeanos, la vida rural y con aquellos honestos pobladores que iban quedando desperdigados por el campo. Por sus buenos servicios prestados al Ministerio, lo derivaron hacia la zona rural del pueblo de Relmo, en la llanura pampeana, como “Sinergizador de Consciencias”. Ésta era una tarea bastante más tranquila comparada a las que venía haciendo. Constaba de elevar la conciencia de quienes lo rodeaban y hacer un estudio diagnóstico del “Estado de la Cuestión Humana”, apostado en un rancho rural, serenando un poco su marcha intergaláctica.
Ese cargo duraba 11 años -desde el 2020 hasta el 2031-. Él pensó (ingenuamente) que después de esto se jubilaría. Sí… también los seres interdimensionales gozaban de un tipo de jubilación, obviamente distinto al nuestro –simples mortales-: sin dinero de por medio, simplemente un retiro y cese de actividades, con todo cubierto para terminar sus días como “Consultor Solar Externo” en algún planeta-paralelo, cargo ejercido con honor por quienes dedicaron su vida a la evolución de nuestro sistema solar.
Pero poco a poco Alokin fue perdiendo la fe en un cambio genuino de solidaridad espontánea por parte de la especie humana, y la devolución que hizo al Ministerio de sus estudios no fue necesariamente positiva. Llegó a sugerir que habría que desmantelar el planeta e iniciar el “operativo salvataje”, pero su pedido fue denegado.
Esa década del ´30 fue siniestra en cuanto a ecología planetaria (e interplanetaria). Todo fue yendo de mal en peor, y todo era más evidente en cuanto a quiénes eran responsables de la contaminación terrestre… sólo había que “seguir el dinero”, para llegar al mismo grupo selecto de individuos. Pero la gente, a su vez, estaba esclavizada por el juego económico y muchos no podían siquiera percibir la falta de abejas polinizando en los campos y árboles frutales, ni la ausencia de aves por la escasez de peces en los cuerpos de agua dada la carencia de agua buena donde proliferar. Bosques, casi inexistentes. Glaciares, una cuasi rareza. Los ríos, llenos de restos de fármacos. Los océanos, con islas de basura…
La que sí se daba cuenta era María Rosa… Ella ahora era una señora regordeta de 55 años, más buena que un pan recién horneado. Era ella quien -desde el 2034- coordinaba los “Talleres de Acción Social” que ofrecía la Biblioteca Popular del pueblo. Esta biblioteca, una de las últimas en funcionamiento en aquella época oscuro-cataclísmica, se ubicaba en el ex-Museo René Favaloro, que estaba en la ex-estación de tren. Trenes y Bibliotecas… Dos servicios esenciales desplazados a la fuerza, en un mundo de capitales concentrados.
Años antes -entre 2025 y 2029-, los continuos alertas meteorológicos que se habían sucedido por presencia de unos vientos constantes de 110 y de hasta incluso 130 kilómetros por hora llegaron a durar semanas… Uno de esos fuertes ventarrones voló el techo de un galpón, fracturando el cráneo de Don Juan, padre de María Rosa, quien estaba justo cambiando el burro de arranque del tractor. Murió al instante, en el campo que había logrado conseguir invirtiéndolo todo. Su madre murió unos años después, producto de un cáncer de piel que venía acarreando desde el 2000…
Desde su más tierna infancia, María Rosa nunca pudo despejar ESA duda… de si el cáncer fue producto de años y años de tomar agua de una napa largamente contaminada con presencia de agroquímicos, o si fue la tristeza, la aflicción, el abatimiento y la depresión interna que germinó en ella al perder a su segundo hijo. O las dos… ¡Pobre de su hermanito menor…! Malformaciones congénitas, tuvo al nacer, que le complicaron su breve existencia.
En el crudo invierno del 2027 y con 37 años de edad, María Rosa había quedado huérfana, con un campo heredado que atender y llena de dudas existenciales… Pero nada la detuvo en su misión… En 5 años había montado un proyecto de “agricultura sostenida por la comunidad” y había logrado que 20 familias de bajos ingresos del pueblo tuviesen sus verduras aseguradas, trabajando cooperativamente en pequeñas parcelas del casco del campo. El sitio donde murió su padre era ahora un jardín agroecológico repleto de especies aromáticas y verduras. Viendo todo esto, la Municipalidad de Jacinto Arauz la nombró “ciudadana ilustre” en el 2033 y le ofreció replicar su proyecto alrededor de la emblemática estación de tren.
En el año 2040, con todo el contexto planetario de surgimiento de procesos oscuros que debía comenzar a afrontar la especie humana, Alokin Alset fue llamado una vez más a prestar servicio de manera extraordinaria en una misión de 5 años y medio como “Coordinador Holístico” de una serie de Operaciones de Emergencia. Años después, esas operaciones se conocieron como “Las Abducciones Clave”.
La operación constaba de abducir brevemente a actores sociales potencialmente-claves de un pueblo determinado para luego depositarlos rápidamente en otro tiempo-espacio cercano. Durante la traslación, se les realizaba una explosión y proliferación de nuevas redes neuronales y posibilidades, a través de la vivencia explícita e inducida por “meditación-cuántica-activa” de la evolución del Cosmos hasta el individuo. Algo parecido al “rayo-meditativo-intencionado” para desactivar bombas, sólo que esta vez amplificado y orientado a activar conciencias.
María Rosa había sido seleccionada como actora clave para Jacinto Arauz, dado su compromiso social. En su caso, el objetivo era que no se sienta sola, que sienta que habían muchas más personas de las que ella tenía conciencia alrededor de todo el mundo haciendo lo mismo que ella: darlo todo por un Mundo más justo y bello donde sentirnos realizados.
Así es como llegamos a una noche primaveral del 2045… María Rosa esperaba el retorno de su marido que había ido a cambiar de lote la hacienda de un campo cercano. Tenía su celular en la mano cuando el viento comenzó a soplar muy fuerte. La pantallita comenzó a hacer interferencias y, cuando levantó la mirada, pudo sentir todas las ventanas de la casa zumbando.
– ¿Un sismo en Jacinto? –se preguntó. Pero no… Cuando salió hacia afuera, de la oscuridad de la noche surgió una incandescente luz que parecía crecer a partir de una estrella en movimiento circular. La Luz cubrió todo el rancho como un manto. Intentó mirar para arriba cubriéndose la cara del viento y de la luz con sus antebrazos, hasta que un rayo dorado la alzó por el aire.
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Sintió el campo y los campos vecinos a medida que subía. Todo era muy rápido. De repente, al sureste, Bahía Blanca. Y un poco más allá, el Bosque Encantado en Pehuén-Có, y el mar argentino. Pudo recordar el bosque, y como ella miraba de niña las copas de los árboles de abajo hacia arriba y cómo se movían con el viento. Pero ahora no, ahora subía. Y al oeste, bien a lo lejos, vio como el terreno cambiaba metamórficamente formando una gigante Cordillera de Los Andes, con un Océano Pacífico inmenso por detrás; aún se veía una resolana mágica de la luz del atardecer que se estaría teniendo lugar por ese espacio acuático. Al sur, extensísima, la Patagonia. Hasta pudo sentir la temperatura del agua helada del Canal de Beagle. Y más allá, inconclusa, la Antártida. Después planetas. Y un viaje rápido hacia el Sol.
Ahí todo se detuvo, y el vacío se transformó en líquido amniótico y la paz del vientre de su madre… Volvió a nacer y vio a su padre, llorando de felicidad. Pudo sentir sus dudas existenciales. Pudo vivenciar las historias de vidas de ambos. Pudo pedirles perdón por todo lo que dejaron de lado, y agradecerles por todo lo que le dieron, empezando por el regalo de la vida. Pudo oler el sudor de su viejo laburando incansablemente y tocar el sweater color coral que había tejido su madre sentada en la cocina con aroma a guiso de eterna cocción.
Lo revivió todo… sus abuelos, sus amigos, sus malos conocidos… Recordó el velorio de su papá y los años que pasaron hasta que visitó el cementerio otra vez. Y sintió el abrazo de las familias que hoy comen de su campo. Pudo ver millones de productores en todo el mundo que estaban haciendo de sus herencias lo mismo que ella, y empezó a reír a carcajadas, llorando… cual experiencia beatífica.
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Alokin la dejó muy suavemente, como era costumbre, a unos 65 kilómetros de donde la encontró; coincidiendo con la salida del sol (logrando estirar y curvar el Tiempo de 3 minutos a 9 horas). Esto se hacía para asegurar el estado de shock correspondiente a no saber cómo llegaste hasta ahí… Ese detalle era una técnica de ´salto cuántico´ que se denominaba académicamente “parche de resonancia vibratoria cognitiva”.
En otras palabras, 6 horas después, cuando la persona recuperaba el habla, se encontraba con que no le era posible explicar cómo llegó al sitio donde fue encontrada; esto le arrojaba una cuota de imposibilidad al asunto, haciendo que la “incepción” quede de alguna forma negada. Y al hacerlo, toda la sabiduría absorbida durante la abducción quedaba alojada en el subconsciente (que es donde siempre funciona mejor la inoculación de ideas).
De esta forma, Alokin y el Ministerio mantuvieron siempre el anonimato y tampoco interferían demasiado en la evolución individual de la especie humana. Discreción ante todo: las “intervenciones divinas intergalácticas” habían dejado de estilarse hace milenios.
Por su parte, la investigación policial que se había iniciado la noche anterior en Jacinto Arauz respondiendo al llamado desesperado del marido, pudo constatar que el celular de María Rosa había perdido su señal durante toda la noche. Los policías que acudieron al rancho jamás pudieron entender por qué los perros adiestrados perdían el rastro de María Rosa a 100 metros a la redonda de la casa.
El caso quedó en manos de la fiscalía de turno de General Acha.
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Ficción escrita por Brian Longstaff Howard.-
Inspiración:
El personaje de María Rosa de este relato estuvo inspirado en un evento que sucedió en Jacinto Arauz, La Pampa, que fue cubierto por algunos diarios locales y no tuvo mayor trascendencia a nivel nacional:
- https://www.laarena.com.ar/la-pampa/hablo-la-mujer-del-caso-de-arauz-202111271150?type=AMP
- https://www.perfil.com/noticias/amp/actualidad/una-mujer-estuvo-desaparecida-y-asegura-que-una-luz-la-transporto-60-kilometros.phtml
- https://www.diariojornada.com.ar/314369/magazine/la_pampa_una_mujer_asegura_que_un_plato_volador_la_llevo_a_60_km_de_su_casa
A su vez, el personaje de Leo Alokin Alset y los eventos que le suceden en Relmo, La Pampa, en el año 2031, están contados en el Relato Fantástico Distópico #3: “Código Postal PTSSVL”. El mismo puede leerse ingresando a:
La “vivencia explícita e inducida por meditación-cuántica-activa” que siente María Rosa está inspirado en una hermosísima meditación guiada de una bella corriente de oriente de Yogananda, brindada por Frunny con excelentes resultados.
Agradecimientos:
Quisiera agradecer a mis patrocinadores activos, que confían en mi trabajo y la generación de contenidos artístico-informativos que bajo al papel. Ellas y ellos permiten que parte de mi tiempo esté dedicado a escribir, tanto ensayos, como poesías y cuentos cortos.
A ustedes: Leon Zaldivar Jarabo, Eduardo Wydler, María Eugenia Varela, María José Howard, Agustín Estala, Alison Longstaff, Gustavo Nervegna, Laura Pagani, John Kleuser, Mariana Pagella, Carlos Ezequiel Benvenuto Manarin, Santiago Eduardo Smith & Andrés Hillion, ¡Gracias!
También dar las gracias a ‘Bow & Tie Micro Roastery’ por su patrocinio.
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